Nuevos datos muestran que las culturas preindustriales tienen patrones de sueño similares a las modernas, lo que sugiere que el comportamiento del sueño está profundamente arraigado en nuestro genoma.
Hay pocos comportamientos tan innatos como el sueño. Incluso los mamíferos más primitivos tienen ritmos circadianos que incluyen horas regulares para dormir. Sin embargo, muchos modernos suponen que nuestros antepasados dormían mejor y más tiempo que nosotros. Al fin y al cabo, antes de la invención de la iluminación moderna no había despertadores ni mucho que hacer por la noche. Sin embargo, la investigación moderna ha dado la vuelta a esta suposición, sugiriendo que las culturas preindustriales dormían de media tanto como las postindustriales, con un horario y una variación estacional muy similares.
¿Cuánto dormían los antiguos?
Aunque gran parte del mundo se ha modernizado, todavía hay lugares donde la gente lleva el mismo estilo de vida que nuestros antepasados más antiguos. Aunque vivimos en una era postindustrial, hay tribus en Tanzania, Namibia y Bolivia que llevan estilos de vida de cazadores-recolectores similares a los de todos los humanos antes de la llegada de la industria moderna. Estas tribus ofrecen una visión de los comportamientos de las personas hace miles de años.
Curiosamente, estas tribus tienen hábitos de sueño sorprendentemente similares a los nuestros. Al igual que los humanos modernos, duermen de media varias horas menos de lo recomendado, entre 5,7 y 7,1 horas por noche. Además, el ritmo de su sueño es similar, desde varias horas después del anochecer hasta poco antes del amanecer. De algún modo, estas tribus se levantan temprano y sin dormir incluso sin la ayuda de despertadores, un truco que a muchos modernos les encantaría aprender.
El ritmo circadiano de las sociedades preindustriales
Los detalles del sueño en estas sociedades sonarán muy familiares a la gente moderna. Las sociedades preindustriales se quedan dormidas al anochecer y duermen sin interrupciones hasta justo antes del amanecer, cuando el aumento de la temperatura hace que el cuerpo empiece a producir cortisol y otras hormonas asociadas a la vigilia. La exposición a la luz es mayor por la mañana y luego disminuye a lo largo del día, ya que estas sociedades buscan uniformemente lugares sombreados y frescos para trabajar por la tarde. Las personas dormían la siesta con una frecuencia similar a la de los grupos modernos y, al igual que nosotros, dormían menos en verano que en invierno.
Sin embargo, hay algunas diferencias clave entre los hábitos de sueño modernos y los de los grupos preindustriales. Una diferencia potente radicaba en la frecuencia con la que se despertaban. La persona media de las zonas menos desarrolladas duerme ininterrumpidamente toda la noche sin despertarse. En cambio, los modernos son más propensos a despertarse por la noche, especialmente en las partes del ciclo de sueño en las que predominan las ondas alfa.
Temperatura y sueño
Muchas de las pequeñas diferencias observadas entre los grupos preindustriales y los modernos pueden atribuirse a la temperatura. Para muchas personas modernas, la temperatura se controla constantemente. Sin embargo, para los grupos preindustriales la temperatura varía a lo largo del día, aumentando de forma constante por la mañana y por la tarde antes de descender rápidamente por la tarde. Dado que la temperatura influye enormemente en el ritmo circadiano, esto puede explicar las noches de sueño ininterrumpido que disfrutaban los pueblos preindustriales. Además, puede ser la clave para tratar muchos trastornos del sueño.
La lucha del ser humano por dormir ocho horas seguidas es, al parecer, muy antigua. Sin embargo, podemos aprender mucho de las culturas antiguas sobre cómo mantener un ritmo circadiano saludable. Nuestros días de luz y temperatura uniformes y constantemente controladas pueden estar interfiriendo en la calidad de nuestro sueño nocturno.