La diabetes de tipo 2, que antes era una enfermedad de adultos, afecta cada vez a más niños en Estados Unidos. Esta enfermedad está vinculada a una mayor resistencia a la insulina y a efectos metabólicos que pueden tener consecuencias devastadoras de por vida. Médicos y científicos se esfuerzan por descubrir la razón por la que tantos niños padecen diabetes de tipo 2 y otros tipos de síndrome metabólico. Las nuevas investigaciones que han encontrado vínculos entre el sueño y la diabetes sugieren que nuestros ritmos circadianos pueden contribuir al modo en que se procesa el azúcar, incluso a una edad muy temprana.
La diabetes en los niños
Existen dos tipos de diabetes: Tipo 1 y Tipo 2. El tipo 1 suele comenzar en la infancia. En esta enfermedad, el organismo lleva a cabo un ataque autoinmune contra el páncreas que le incapacita para producir insulina. Dado que la insulina es necesaria para que la glucosa de la sangre entre en las células, esto provoca que las células estén hambrientas de alimento incluso con un nivel peligrosamente alto de azúcar en el torrente sanguíneo. Esta enfermedad suele ser aleatoria y no prevenible, y sus tasas se mantienen estables durante décadas.
La diabetes de tipo 2 también afecta al metabolismo de la glucosa, aunque de forma muy diferente. En esta forma de diabetes, las células de las personas se vuelven resistentes a la insulina. Aunque el páncreas trabaje más que nunca para satisfacer la creciente demanda de insulina, las células no dejan entrar la glucosa en sangre con la misma eficacia. Aunque tanto las personas con diabetes de tipo 1 como de tipo 2 tienen niveles elevados de glucosa en sangre, los pacientes de tipo 1 no tienen nada de insulina en el torrente sanguíneo, mientras que los de tipo 2 tienen niveles muy elevados. A diferencia de la diabetes de tipo 1, la diabetes de tipo 2 está causada principalmente por factores relacionados con el estilo de vida y a menudo también puede tratarse con cambios en el estilo de vida.
Nuevas conexiones entre el sueño y la diabetes
La diabetes de tipo 2 puede destruir los vasos sanguíneos, los nervios, la vista y la función renal. Es importante prevenir esta enfermedad siempre que sea posible, pero ¿cómo? Una nueva investigación sugiere que mantener un ritmo circadiano estable puede ser una parte importante de la prevención. Los investigadores entrevistaron y recogieron muestras de sangre de miles de niños. Los que dormían menos de la media de 10,5 horas por noche tenían más grasa corporal, mayores niveles de azúcar en sangre y más resistencia a la insulina. Una diferencia en la duración del sueño de tan solo media hora se correlacionaba con una menor grasa corporal y un mayor nivel de azúcar en sangre. Si su hijo se queda despierto solo un poco más tarde para jugar con su tableta, terminar los deberes o ver la televisión, podría tener graves efectos sobre la salud.
Efectos negativos de la alteración circadiana en la infancia
Los niños que no tienen hábitos de sueño regulares corren el riesgo no sólo de padecer diabetes de tipo 2, sino una amplia gama de enfermedades y trastornos graves. Al igual que ocurre con los adultos, mantener un ritmo circadiano estable y bien regulado es una de las piedras angulares de la buena salud. Numerosos estudios han demostrado que los niños que se acuestan a una hora regular que les permite dormir lo suficiente obtienen los siguientes beneficios:
- mejores notas en la escuela
- menos problemas de comportamiento
- menores tasas de sobrepeso y/u obesidad
- mayor interés, motivación y capacidad de prestar atención en la escuela
- menos días de baja por enfermedad debido a un mejor funcionamiento del sistema inmunitario
A pesar de los muchos beneficios de mantener un horario de sueño estable, muchos niños estadounidenses no duermen lo suficiente y no tienen una hora de acostarse estable. Esto hace que los niños no sólo corran el riesgo de sufrir efectos psicológicos y físicos, sino también de seguir teniendo malos hábitos de sueño cuando sean adultos.
Fomentar buenos hábitos de sueño en los niños
Actualmente, los CDC recomiendan que los niños en edad escolar duerman entre seis y doce horas por noche. Sin embargo, para muchos padres es más fácil decirlo que hacerlo. La hora de acostarse suele ser un momento largo y estresante, por lo que muchos padres recurren a las tabletas u otros malos hábitos para llevar a sus hijos a la cama. Si usted es un padre que lucha por ayudar a sus hijos a dormir lo que necesitan, tenga en cuenta las siguientes estrategias:
- Establezca una hora regular para irse a la cama. Acostarse a la misma hora todas las noches permite al cerebro y al cuerpo prepararse para dormir con antelación.
- Limitar el tiempo de pantalla a una o dos horas antes de acostarse. Se ha descubierto que la luz azul de los dispositivos inhibe la producción de melatonina.
- Mantenga una rutina a la hora de acostarse. Hacer las mismas cosas en el mismo orden relaja a los niños, que se duermen más rápido.
- Mantenga a los niños activos durante el día. Al igual que los adultos, los niños duermen mejor cuando se han esforzado durante el día.
- Limite la cafeína y otros estimulantes. Pocos padres darían a su hijo una taza de café solo, pero un refresco antes de cenar o un té antes de acostarse pueden tener el mismo efecto estimulante en un niño pequeño.
- Modele un buen comportamiento a la hora de dormir. En última instancia, es más probable que los niños emulen sus acciones que obedezcan sus palabras.
Muchos adultos del mundo moderno tienen dificultades para dormir lo necesario. Por desgracia, podemos estar transmitiendo estos malos hábitos de sueño a nuestros hijos. Es más importante que nunca ser proactivo a la hora de conseguir que sus hijos duerman. Dedicar tiempo a enseñar a sus hijos a mantener un ritmo circadiano saludable contribuirá a mejorar su salud y a que tengan un futuro más próspero.