A menudo considerado uno de los sentidos menos importantes, el olfato es crucial en nuestra vida cotidiana. El olfato desempeña diversas funciones en nuestras vidas, ayudándonos a elegir alimentos ricos en nutrientes, a evitar peligros e incluso a seleccionar parejas adecuadas. A pesar de su evidente utilidad, todavía hay mucho que desconocemos sobre este sentido. Nuevas investigaciones sobre el ritmo circadiano del olfato han arrojado luz sobre cómo nuestro cuerpo regula el sentido del olfato en función de la hora del día.
Cómo olemos
Como todos los sentidos, el olfato es una compleja interacción entre las neuronas sensoriales y las áreas de procesamiento del cerebro. Unas células nerviosas especiales conocidas como neuronas sensoriales olfativas recubren los delicados tejidos del interior de la nariz. Cada elemento de nuestro entorno desprende constantemente moléculas, algunas de las cuales llegan a nuestra nariz. Cada neurona sensorial percibe un solo tipo de olor: por ejemplo, el olor a pino o a flores, o incluso el olor a tejido podrido. Cuando una de estas neuronas olfativas percibe un olor, transmite un mensaje a lo largo de nuestro primer nervio craneal hasta una zona especializada del cerebro donde se reciben y sintetizan estas señales.
Obviamente, podemos oler más olores únicos que receptores tenemos. Ahí es donde el olfato se complica. Muchas moléculas pueden alcanzar varios receptores olfativos a la vez. Activan varios receptores, que envían señales que se combinan en un único olor en nuestro cerebro.
Mucha gente considera que el olfato es menos importante que otros sentidos porque las personas que carecen de él no tienen discapacidades tan evidentes como las que no pueden ver u oír. Sin embargo, el olfato es una parte importante de la vida humana, y lo era aún más cuando éramos homínidos y vivíamos en un entorno más natural.
Tiempo y sensaciones
Nuestro ritmo circadiano es una de las propiedades más universales de la vida. Todas las criaturas, desde las bacterias unicelulares más diminutas hasta los grandes y complejos mamíferos, tienen relojes internos. Estos relojes internos ayudan a poner en marcha importantes procesos celulares en los momentos del día en que más los aprovechamos. Por ejemplo, algunas actividades humanas (como la reparación celular) tienen lugar cuando estamos profundamente dormidos, mientras que otras (como la digestión y el metabolismo) se planifican para cuando estamos despiertos y activos.
La Drosophila, un tipo de mosca de la fruta, es uno de los organismos más estudiados del planeta. Su composición genética es sorprendentemente sofisticada para tratarse de un insecto, ya que comparte miles de genes cruciales con los mamíferos, incluidos los humanos. También tiene una vida muy corta, por lo que los investigadores pueden observar los efectos de distintos genes o proteínas en cuestión de días.
Los investigadores que estudian las bases genéticas del olfato descubrieron que unas pocas proteínas específicas parecían afectar al número de receptores olfativos activos. Los niveles de estas proteínas oscilan a lo largo del día, lo que permite a las luciérnagas detectar con mayor eficacia tanto los olores como las feromonas en oleadas a lo largo del día.
Nuevos datos sobre el ritmo circadiano del olfato
Los investigadores acorralaron a casi cuarenta adolescentes durante nueve días de estricta programación y baterías de pruebas médicas. Se programó cuidadosamente a los adolescentes para poder predecir su ritmo circadiano, lo que se confirmó con pruebas de melatonina salival. Los investigadores pidieron a los adolescentes que olieran diferentes aromas, que se diluían progresivamente hasta que el adolescente no podía olerlos en absoluto. Esto permitió a los investigadores comprobar la agudeza de su sentido del olfato en ese momento.
Las pruebas demostraron que existe una oscilación de nuestro sentido del olfato a lo largo del día que sube y baja de forma predecible, en consonancia con los niveles de luz y la producción de melatonina. Esto es contrario a lo que creían antes la mayoría de los científicos: que el olfato humano permanecía relativamente igual independientemente de la hora del día.
¿Por qué el olfato tiene su propio reloj?
Si, tanto en la mosca de la fruta como en el ser humano, el sentido del olfato funciona según un complejo reloj interno, tiene que haber una buena razón. Los investigadores tienen muchas ideas sobre por qué este sentido en particular parece estar tan ligado a la hora del día. Es posible que nuestro sentido del olfato sea más agudo a las horas del día en que hay más peligro en el entorno. El olfato podría haber alertado a los primeros humanos de depredadores, incendios y otros peligros importantes. Además, es probable que nuestro sentido del olfato influya en el apareamiento de forma compleja e inconsciente.
Por último, existe una interacción entre el olfato y la alimentación. La digestión y el metabolismo de los alimentos están estrechamente controlados por el organismo. El olfato está interrelacionado con estos procesos, ayuda a provocar la sensación de hambre y afecta a la cantidad que comemos de los distintos alimentos. De hecho, los investigadores de este último estudio pusieron a prueba la agudeza olfativa de los adolescentes con la esperanza de encontrar nuevas respuestas a la creciente tasa de obesidad entre los adolescentes. Dado que el olfato y el gusto están tan entrelazados, es posible que existan otras conexiones metabólicas que aún no son evidentes.
Hay muchas razones por las que el olfato y el ritmo circadiano pueden estar relacionados. Serán necesarios más estudios para determinar la relación exacta entre ambas funciones. Sin embargo, el hecho es que nuestro sentido del olfato parece estar estrechamente controlado según la hora del día, lo que sugiere que puede tener funciones de las que aún no somos conscientes.