Se ha escrito mucho sobre el ritmo circadiano y el papel que desempeña en la salud y la enfermedad. Sin embargo, no es el único reloj interno que rige la salud humana: También tenemos un ritmo circadiano, un reloj anual que mide la época del año.
Nuestros cuerpos ajustan el reloj circadiano y otros aspectos de la salud en función de la estación del año. Según nuevas investigaciones, estos ritmos anuales pueden afectar a nuestra salud más de lo que se creía.
¿Qué es el ritmo circadiano?
La mayoría de nosotros estamos familiarizados con los ritmos anuales, al menos en el mundo animal. Hasta cierto punto, todos los animales tienen algún tipo de reloj anual. Un ejemplo bien conocido es que las aves vuelan hacia el sur cuando hace frío. Además, muchos mamíferos muestran comportamientos basados en un ritmo anual, como la hibernación o el aumento estacional de peso.
Algunos de estos comportamientos anuales están condicionados por el entorno. Por ejemplo, las aves migran al sur en respuesta a los cambios de temperatura y luminosidad, independientemente de sus relojes internos. Buscan lugares más cálidos y luminosos hasta que vuelven a cambiar las estaciones. Sin embargo, algunos de estos comportamientos, como las prácticas anuales de apareamiento, se producen incluso en condiciones controladas de laboratorio en ausencia de señales externas.
Todos los vertebrados muestran algún tipo de ritmo circanual, incluidos los humanos. Sin embargo, se han dedicado muy pocas investigaciones a estos ritmos. La mayoría de los debates sobre los relojes internos humanos se centran en el ritmo circadiano de 24 horas o en los relojes mensuales implicados en la reproducción. Por lo tanto, es muy probable que el ritmo anual y los relojes que lo rigen afecten a nuestra salud diaria de formas que aún no reconocemos.
Ritmos anuales y salud
Cada vez son más los estudios que analizan cómo los ritmos no circadianos, como el ritmo anual, pueden afectar a nuestra salud. Por ejemplo, muchos médicos han observado que los escolares humanos engordan más rápidamente durante el verano. Esto ocurre no sólo en los Estados Unidos, con un sobrepeso perpetuo, sino incluso en Japón, más delgado y esbelto.
Aunque es probable que parte de este fenómeno se deba a una menor estructuración de los días durante las vacaciones estivales, también hay algunas pruebas de que el aumento de peso en verano es natural en los seres humanos. Al fin y al cabo, muchos mamíferos aumentan las reservas de grasa durante los meses cálidos para prepararse para el largo y hambriento invierno. Es posible que exista un mecanismo fisiológico que aumente el apetito o incremente el almacenamiento de grasa cuando los días se hacen largos y cálidos.
Además, parece haber algún tipo de calendario anual relacionado con enfermedades cerebrovasculares como el ictus. En todo el mundo, las personas tienen más probabilidades de sufrir un ictus u otro trastorno cerebrovascular grave durante el invierno, lo que sugiere que existe algún tipo de reloj anual que afecta a la salud de nuestro cerebro. ¿Podríamos reducir el riesgo de ictus cambiando ciertos factores de nuestro estilo de vida durante el invierno? ¿Existen otras enfermedades que no sólo se vean afectadas por nuestros factores de riesgo, sino también por la época del año?
Aunque la prevalencia del ictus y otras enfermedades en invierno puede deberse en parte a un aumento del estrés y una disminución del ejercicio asociados a la estación, comprender mejor esta conexión puede contribuir a la prevención de enfermedades. El cerebro humano parece tener áreas específicas dedicadas a mantener estos ritmos circadianos. Estas zonas del cerebro también están implicadas en enfermedades neurodegenerativas graves como la enfermedad de Alzheimer, que se cree que es en parte un trastorno de los relojes circadianos internos.
Comprender mejor los ritmos circadianos puede ayudarnos a tratar más eficazmente las enfermedades que tienen algún tipo de ritmo anual o estacional. Sin embargo, para ello se necesitan muchos más estudios. Aunque sabemos mucho sobre cómo varía nuestra salud a lo largo del año, no comprendemos muchos de los mecanismos bioquímicos que subyacen al ritmo circadiano ni cómo maximizar eficazmente nuestra salud utilizando este reloj.
Implicaciones futuras para la salud
Nuestra vida moderna no favorece un ritmo circadiano saludable y es probable que tampoco favorezca un ritmo anual saludable. ¿Cómo podemos mantener un ritmo anual regulado cuando viajamos regularmente entre diferentes zonas y climas? ¿Qué ocurre con las personas que trabajan de noche o en otros turnos inusuales que les alejan de las señales de luz y temperatura que indican la estación? ¿Son diferentes los ritmos circadianos de las personas que viven en zonas templadas y las que viven en un clima sin estaciones definidas?
Al igual que ocurre con el ritmo circadiano, los estilos de vida contemporáneos plantean un enorme desafío a la hora de mantener un ritmo circadiano regulado. Sin embargo, está claro que proteger nuestros relojes internos es importante para nuestra salud e incluso puede influir en el riesgo de enfermedad. Dado que muchos de nuestros procesos corporales dependen de la sincronización, nos encontramos en gran desventaja cuando ignoramos nuestros ritmos innatos y los relojes que los rigen.