La pandemia de COVID-19 está dando nueva forma a la temporada navideña para muchas personas este invierno. En muchas regiones se han impuesto límites a las reuniones sociales y restricciones a los negocios, y las autoridades piden a la gente que se quede a salvo en casa en la medida de lo posible. Aunque estas limitaciones pueden resultar extrañas y estresantes, es posible que este cambio promueva un ritmo de vida más natural en esta época del año. Comprender y utilizar los ritmos naturales del invierno puede beneficiar la salud emocional, cognitiva y física.
Los ritmos naturales del invierno están profundamente arraigados
Los científicos afirman que millones de años de evolución y el desarrollo de diversas especies humanas condujeron a la aparición del ser humano moderno hace unos 300.000 años. Contrasta esos amplios lapsos de tiempo con lo comparativamente recientes que han sido muchos de los cambios que tienden a separarnos de los ritmos corporales naturales, como la vida urbana moderna y la luz artificial. Tras millones de años de desarrollo, estos ritmos no van a desaparecer por un par de cientos de años de cambios. Estos ritmos naturales tan arraigados siguen formando parte de nosotros, aunque no seamos plenamente conscientes de su impacto y su papel en nuestro bienestar.
Durante miles y miles de años de vida agraria, el ritmo natural del invierno consistía en pasar más tiempo en casa, protegidos del frío. Las tareas de la estación solían basarse en la supervivencia, la renovación y la restauración. Mantener el calor, hacer un uso cuidadoso de los alimentos almacenados, reparar las herramientas y prepararse para las tareas de las estaciones venideras eran algunas de las tareas principales. Los días más cortos significaban más tiempo reunido en torno al calor del hogar, con muchas historias contadas mientras se realizaban estas tareas vitales. La iluminación limitada y las noches más largas se traducían a menudo en más descanso, quietud meditativa y sueño.
Sin embargo, en invierno también se producían muchas tensiones en el sistema inmunitario, como déficits nutricionales por depender de las reservas de alimentos, en lugar de alimentos frescos, y menos vitamina D por pasar menos tiempo al aire libre. También había que ocuparse de la leña, el agua y el cuidado de los animales, hiciera frío o no. Las enfermedades podían ser más difíciles de combatir durante el invierno. Incluso hoy en día, seguimos teniendo más probabilidades de enfermar durante el invierno. Existen pruebas significativas de la variabilidad estacional en el funcionamiento del sistema inmunitario, así como pruebas de que la nutrición desempeña un papel en dicho funcionamiento.
Reloj corporal y salud
La variabilidad en el funcionamiento del sistema inmunitario no sólo tiene que ver con la nutrición. Otro factor importante es la forma en que los cambios de estación afectan al reloj corporal y a los ritmos naturales. El ritmo circadiano está influido por la luz: La exposición a la luz artificial puede alterarlo y necesita luz natural para funcionar de forma óptima. Algunos de los procesos más fundamentales del organismo y de su sistema inmunitario dependen de la exposición a la luz natural para la señalización y los procesos químicos necesarios para su correcto funcionamiento, incluida la liberación de hormonas en el momento adecuado y el equilibrio de los procesos metabólicos.
Alterar el reloj interno y los ciclos naturales del cuerpo puede tener graves consecuencias para la salud y el bienestar general. La producción de melatonina, una hormona esencial para la regulación del ritmo circadiano, puede verse alterada por una luz natural insuficiente y por un exceso de luz artificial brillante durante las dos horas previas a la hora de acostarse. Se han relacionado varios problemas de salud graves con la alteración crónica del ritmo circadiano, una afección frecuente entre los trabajadores por turnos. Entre ellos se encuentran los trastornos metabólicos, la diabetes tipo 2, la obesidad, las enfermedades cardiovasculares, el cáncer, los problemas del sistema inmunitario, la depresión y los trastornos del estado de ánimo.
Una herramienta valiosa
Comprender los ritmos invernales naturales del cuerpo puede ser una herramienta valiosa para ayudar a adaptarse emocionalmente a las restricciones pandémicas a las que tantos se enfrentan este año. Después de todo, saber intelectualmente lo que uno debe hacer puede ser una cuestión distinta de cómo se siente al respecto. Adaptarse emocionalmente a estar separado de la familia y los seres queridos cuando se está acostumbrado a estar juntos no es fácil. Ser consciente de los ritmos naturales que nos han acompañado desde tiempos inmemoriales puede ayudar.
Aproveche este periodo de tiempo de pandemia. Utiliza este tiempo menos ajetreado para actividades productivas y emocionalmente enraizadas. Este tipo de actividades pueden ayudar a lidiar con las emociones negativas y la ansiedad a la vez que producen algo que vale la pena. Escriba cartas edificantes y descriptivas a amigos y familiares. Haga regalos y adornos a mano. Haga ganchillo, punto o coser mantas de bebé para donarlas a las unidades de cuidados intensivos neonatales o confeccione afganas o colchas para donarlas a residencias de ancianos. Dedica tiempo a la meditación. Estudia un nuevo idioma. Aprende a tocar un instrumento musical. Desarrollar habilidades nuevas y útiles. Trabaja para llevar una vida más consciente y reflexiva. Piense en lo que agradece y dé las gracias a quien pueda.
Proteja su sistema inmunitario, su salud física y su rendimiento cognitivo saliendo y realizando actividad física bajo el sol invernal durante al menos 30 minutos al día. Camine a paso ligero o haga ejercicio en el jardín. Céntrese en la nutrición, sobre todo en la que procede de alimentos integrales y reales. Elimine de su dieta los alimentos muy procesados. Considere la posibilidad de tomar suplementos nutricionales de buena calidad durante los meses de invierno para evitar carencias nutricionales.
Mente abierta
Este invierno puede ser beneficioso adoptar una actitud abierta ante unas fiestas más tranquilas y menos ajetreadas. Ceder a los ritmos invernales más naturales puede ser muy beneficioso para todos los que vivimos en un mundo acelerado, estresante y ultramoderno. De hecho, puede que incluso decidas pasar las fiestas del año que viene de forma más lenta y consciente.