COVID-19 ha marcado el comienzo de una era difícil, plagada de cambios en el estilo de vida y restricciones relacionadas con el virus. Según los resultados de un estudio reciente, las restricciones impuestas por el COVID-19 han provocado que muchas personas pasen menos tiempo al aire libre, más tiempo en actividades sedentarias frente a una pantalla y, lo que es más interesante, una menor calidad del sueño.
Recientemente, los investigadores han podido demostrar que pasar más tiempo al aire libre y dormir bien aumenta el bienestar, lo que demuestra una clara relación entre el tiempo pasado al aire libre, la calidad del sueño y el bienestar general. Su investigación confirma estudios anteriores con resultados similares, al tiempo que pone de relieve la importancia de pasar tiempo al aire libre durante la era COVID-19.
Cómo un buen sueño aumenta el bienestar
La calidad del sueño se asocia a la salud y el bienestar desde hace miles de años. La medicina moderna nos ha aportado numerosas pruebas clínicas que respaldan este concepto ancestral. Dormir bien, es decir, una cantidad de tiempo suficiente y de una calidad que permita a una persona moverse a través de las fases del sueño, es esencial para una función inmunitaria y unas actividades metabólicas óptimas. La función cognitiva, el rendimiento intelectual y la salud mental también están asociados a un buen sueño.
Lamala calidad del sueño y el sueño insuficiente se asocian a una amplia gama de problemas de salud física y mental. La privación crónica de sueño está relacionada con un mayor riesgo de obesidad, enfermedades cardiovasculares, diabetes de tipo dos, trastornos metabólicos y ciertos tipos de cáncer, en particular los relacionados con alteraciones hormonales, como el cáncer de mama. Los riesgos de depresión, ansiedad y otros trastornos del estado de ánimo también son mayores con la privación de sueño y la mala calidad rutinaria del sueño.
La conexión con el aire libre
Un equipo de investigadores colaboró en un estudio reciente publicado en la revista Journal of Sleep Research. El equipo estaba formado por investigadores de la Universidad Ariel de Israel, la Academia Rusa de Ciencias, la LMU de Múnich (Alemania) y el Instituto Nacional de Salud Mental de Tokio (Japón). Este estudio utilizó datos recogidos de 7.517 adultos de numerosos países a través de una Encuesta Crono Corona Global proporcionada a los participantes por Internet. Los resultados de este estudio revelaron conexiones significativas entre el tiempo pasado al aire libre, la calidad del sueño y el bienestar general.
A partir de los datos, los investigadores vieron que muchas personas que vivían bajo las restricciones de la COVID-19 y otros cambios de estilo de vida relacionados con el virus pasaban menos tiempo al aire libre y más tiempo dedicadas a actividades sedentarias. El aumento del tiempo frente a una pantalla fue notable, según los resultados del estudio. Según los investigadores, pasar menos tiempo al aire libre estaba relacionado con retrasos en las horas de sueño, lo que deterioraba la calidad de vida y reducía el bienestar.
A la luz de lo que ya sabemos sobre las conexiones entre la luz natural, la actividad física, el ritmo circadiano y la calidad del sueño, los resultados de ese estudio son perfectamente lógicos. El ritmo circadiano de aproximadamente 24 horas, que ayuda a regular muchos de los procesos cotidianos del cuerpo y la mente, está estrechamente relacionado con el ciclo sueño-vigilia. La luz es la más poderosa de las señales ambientales que influyen en la salud y el funcionamiento del ritmo circadiano y, por tanto, en el ritmo y la calidad del sueño.
La luz exterior, la luz natural del sol, difiere drásticamente en brillo y calidad de la iluminación interior. Y es a la luz natural a la que nuestro cuerpo ha evolucionado a lo largo de miles y miles de años e incontables generaciones. Esa luz natural tiene un ritmo fiable, que influyó en la propia mecánica de funcionamiento de nuestros cuerpos, incluyendo el sistema metabólico y el ritmo circadiano. Con la reducción de la exposición a la luz natural y el aumento de la exposición a la luz artificial, a menudo hasta bien entrada la tarde y la noche, no es de extrañar que tantas personas experimentaran trastornos del sueño debido a las restricciones de COVID-19 y a los cambios en el estilo de vida.
Otro aspecto de esa reducción del tiempo pasado al aire libre es la disminución de la actividad física. La actividad física y la calidad del sueño también están relacionadas. Realizar suficiente actividad física es una parte importante para disfrutar de una mejor calidad del sueño. Sin embargo, es importante recordar que, para obtener la mejor calidad de sueño y salud del ritmo circadiano, el momento en que se realiza la actividad física es importante. Para obtener los mejores resultados, combine la actividad física con la exposición a la luz matinal al aire libre. Hacer ejercicio por la noche, debido a su impacto en el sistema metabólico y otros efectos fisiológicos, puede interferir en la calidad del sueño. Esto se debe a que evolutivamente estamos diseñados para estar activos durante el día y descansar por la noche.
Especialmente importante durante la era COVID-19
A medida que, a nivel mundial, seguimos enfrentándonos a los retos sanitarios asociados al COVID-19, es especialmente importante hacer lo que podamos para proteger nuestra salud y nuestra función inmunitaria. La ciencia es clara en cuanto a la relación entre la calidad del sueño y la salud, tanto física como mental. Dormir bien aumenta el bienestar.
También hay muchas pruebas de que pasar tiempo al aire libre y practicar una actividad física diaria influye positivamente en la calidad del sueño, ayuda a mejorar la función inmunitaria, puede reducir el riesgo de enfermedades y contribuye a la salud y el bienestar generales. Una mejor salud se ha asociado a mejores resultados en la COVID-19, lo que refuerza la importancia de ser proactivo con la calidad del sueño y la salud.