El horario de verano está aquí de nuevo, acompañado de una mayor presión por parte de muchos legisladores para que el cambio de hora sea permanente, abandonando en su mayor parte el horario estándar. Sin embargo, muchos científicos recomiendan cautela a la hora de considerar este cambio. Y es que hay numerosos estudios que demuestran que el horario de verano perjudica la salud.
Aunque muchos científicos y expertos en salud son partidarios de poner fin al cambio de hora dos veces al año, están de acuerdo en que el horario estándar permanente sería la mejor opción en el contexto de la salud y el bienestar general.
Cómo perjudica a la salud el horario de verano
Es probable que la mayoría de la gente haya experimentado el efecto más evidente del cambio al horario de verano: sueño insuficiente o interrumpido. Incluso una sola noche de sueño insuficiente o interrumpido puede afectar a la función cognitiva y al estado de ánimo. Unas cuantas noches de sueño insuficiente, según un estudio de la Universidad del Sur de Florida publicado en Annals of Behavioral Medicine, pueden producir síntomas físicos, como problemas gastrointestinales, dolores musculares y menor protección del sistema inmunitario, así como síntomas relacionados con la salud mental y el funcionamiento. Esto es interesante, sobre todo si se tiene en cuenta que el cambio al horario de verano puede tardar hasta una semana en adaptarse por completo al sueño.
Los investigadores llevan tiempo observando el aumento de accidentes de tráfico, lesiones laborales y ataques al corazón que se producen en los pocos días siguientes al cambio de horario de verano. Un estudio reciente constató un aumento del 24% de los infartos el lunes siguiente al cambio de reloj de primavera. Ese cambio de reloj altera el patrón de sueño-vigilia al que se ha acostumbrado desde el último cambio de reloj, alterando también su ritmo circadiano.
El ritmo circadiano, un ciclo de aproximadamente 24 horas en sintonía con el ritmo del día y la noche, ayuda a regular la sincronización de una amplia gama de procesos corporales, incluida la producción y liberación de hormonas. La insulina, por ejemplo, es una hormona esencial para el sistema metabólico, la melatonina es una hormona clave que interviene en el ritmo del sueño y el cortisol es una hormona que nos ayuda a sentirnos alerta después de despertarnos.
El sueño -tanto su duración como su calidad- y la salud del ritmo circadiano forman parte intrínseca de una salud física, un funcionamiento cognitivo y un bienestar mental óptimos. La alteración crónica del sueño y del ritmo circadiano se asocia a un mayor riesgo de padecer una amplia gama de enfermedades y trastornos crónicos de la salud, como la obesidad, la diabetes de tipo dos, las enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer. Esta alteración horaria bianual es perjudicial para la salud a corto y largo plazo, ya que contribuye al desorden del sueño y a la alteración de los biorritmos que pueden conducir a un mayor riesgo de enfermedad.
La hora estándar permanente es una mejor opción
Aunque actualmente existe una legislación activa en algunos países que pretende sustituir el cambio de hora dos veces al año por el horario de verano permanente, muchos expertos afirman que el horario estándar sería una mejor opción porque está más en consonancia con el funcionamiento evolutivo de nuestro cuerpo. Al fin y al cabo, nuestro actual periodo de iluminación artificial y vida moderna es sólo un breve parpadeo en el transcurso de nuestra historia. Durante la mayor parte de la historia de nuestra especie, hemos estado activos durante el día y dormíamos por la noche. Quizá por eso muchas tareas de mantenimiento, como la eliminación de toxinas del cerebro y el fortalecimiento de la memoria del sistema inmunitario, tienen lugar durante el sueño profundo.
La luz es la señal ambiental más poderosa para el ritmo circadiano. Con el horario de verano, se desplaza una hora de la luz diurna de la mañana mediante el cambio de los relojes a la noche. Esto puede alterar el ritmo de producción y liberación de cortisol por la mañana, así como el ritmo de producción y liberación de melatonina por la noche. Esto puede causar problemas con el ciclo sueño-vigilia, así como afectar a la salud del ritmo circadiano. La hora estándar ofrece una mejor alineación entre nuestros ritmos naturales y el sol.
Por eso, la hora estándar parece ser mejor para nuestra salud. De hecho, el mismo estudio que descubrió un aumento del 24% en los ataques al corazón el lunes después del cambio de horario de verano, también descubrió una reducción del 21% en la tasa de ataques al corazón el primer martes después de que los relojes volvieran al horario estándar en otoño. Según un estudio alemán en el que participaron 55.000 personas, parece que a la gente le resulta más fácil adaptarse al cambio de hora que al inicio del horario de verano.
Acostúmbrese con facilidad al cambio
Si tarda más de uno o dos días en adaptarse al horario de verano, la próxima vez hágalo con más calma. Empiece a ajustar sus horarios de sueño y vigilia con una semana de antelación, y no los cambie más de 10 minutos al día. Asegúrese de exponerse a la luz brillante de la mañana todos los días y de reducir la exposición a la luz brillante por la noche.
No utilice aparatos electrónicos, incluidos teléfonos móviles, tabletas y ordenadores, en las dos horas anteriores a acostarse. Tenga especial cuidado con el consumo de bebidas con cafeína durante el periodo de transición horaria. Si tiene más dificultades que la mayoría con el cambio de hora, puede considerar el uso de un suplemento de melatonina correctamente programado durante el periodo de transición del cambio de hora.