El sueño, tanto en cantidad como en calidad, ha sido objeto de una gran atención por parte de la investigación en las últimas décadas. Y con razón. Intrínseco al rendimiento cognitivo y al bienestar mental, crítico para la salud física y el envejecimiento saludable, el sueño es una parte esencial de nuestras vidas que merece mucho más respeto y mayor prioridad de la que suele recibir. Según los resultados de una nueva investigación que relaciona el sueño y la ayuda a los demás, el sueño también influye en nuestra cognición social y en nuestros comportamientos sociales, e incluso una hora menos de sueño por noche puede provocar una disminución de la disposición de una persona a ayudar a los demás.
Cómo pueden estar relacionados el sueño y la ayuda a los demás
Esta nueva investigación, realizada por investigadores de la Universidad de California en Berkeley y publicada en PLOS Biology, es fascinante. Se basa en una serie de estudios previos que demuestran el impacto negativo que la falta de sueño puede tener en la función cognitiva, el control emocional, la salud mental e incluso en la empatía y el comportamiento social. El proyecto de investigación de la UC Berkeley reunió tres estudios, cada uno de los cuales ofrecía una visión de las áreas de ayuda a los demás y de cómo la voluntad de ayudar se veía afectada por la pérdida de sueño.
En uno de los tres estudios que componían este proyecto de investigación, los investigadores utilizaron una resonancia magnética funcional (fMRI) para comparar los niveles de actividad cerebral de los participantes en el estudio tras una noche de ocho horas de sueño y tras una noche sin dormir. Descubrieron que las áreas del cerebro relacionadas con la empatía estaban notablemente menos activas en los que estaban privados de sueño.
Otro estudio analizó la probabilidad de que las personas ayudaran a los demás durante el día en función de cuánto habían dormido la noche anterior. Según los investigadores, dormir menos durante la noche se traducía en una menor predisposición a ayudar a los demás al día siguiente, por ejemplo, abriendo una puerta, ayudando a un desconocido herido o tomando otro tipo de decisiones individuales.
En el tercer estudio, los investigadores descubrieron que no es necesaria una gran pérdida de sueño para influir en la voluntad o el deseo de ayudar a los demás. Sólo la diferencia de una hora parece tener un efecto, según un estudio sobre las tasas de donaciones a organizaciones benéficas durante la semana posterior al inicio del horario de verano en primavera.
Durante esa semana, después de que los relojes se adelantaran en muchas zonas, lo que provocó la pérdida de una hora de sueño para mucha gente, junto con cierta alteración del ciclo sueño-vigilia al adaptarse al cambio horario, las donaciones benéficas disminuyeron un 10%. Sin embargo, los estados y regiones que no cambian de hora no registraron una reducción comparable de las donaciones durante ese mismo periodo de una semana.
El impacto social de la falta de sueño va más allá del individuo
«Este nuevo trabajo demuestra que la falta de sueño no sólo perjudica la salud de un individuo, sino que degrada las interacciones sociales entre individuos y, además, degrada el propio tejido de la sociedad humana», explicó Walker.
«Si uno no duerme lo suficiente, no sólo perjudica su propio bienestar, sino el de todo su círculo social, incluidos los extraños», añadió Ben Simon.
Su punto de vista, fruto de una investigación en profundidad, puede ser especialmente significativo en nuestra era moderna, en la que sufrimos una privación crónica del sueño, sobre todo con la serie de retos a los que nos enfrentamos actualmente a nivel mundial, desde los económicos a los políticos, desde las luchas por la alimentación y la energía a las preocupaciones por la guerra.
Los investigadores señalan que los efectos de largo alcance de una falta crónica de sueño van mucho más allá de la salud física, mental, cognitiva, emocional y social del individuo. El colapso de esas áreas de la salud tiene costes sociales y societales, costes que pueden moldear el carácter de una nación en su conjunto y quizás incluso tener un impacto global. Algunos afirman que la voluntad de ayudar forma parte de nuestra humanidad y es esencial para el éxito de las civilizaciones.
Dormir bien es esencial para dar lo mejor de uno mismo
Ben Simon también señaló que es un error infravalorar el sueño, individual y culturalmente, considerándolo, además de un esencial para la salud, una bondad para uno mismo y para los demás. La evidencia acumulada durante décadas de investigación es clara: dormir bien y lo suficiente es esencial para ser lo mejor de uno mismo, ahora, a corto plazo y a largo plazo.
Ha llegado el momento de convertir el sueño saludable en una prioridad. Aparte de lo que aporta a su propia salud y bienestar, dormir mejor puede incluso contribuir a hacer del mundo un lugar mejor.