La ciencia que rodea a los cronotipos es interesante en sí misma. En los últimos años, hemos aprendido que existen conexiones entre el cronotipo y los rasgos de personalidad, los riesgos para la salud mental y la salud física en general. Sin embargo, la ciencia reciente relativa al componente genético del cronotipo lleva la comprensión científica de los cronotipos al siguiente nivel, abriendo la posibilidad de vislumbrar el origen de los cronotipos, así como de ver su valor en términos evolutivos.
El cronotipo no sólo varía entre individuos, sino que también varía dentro de un mismo individuo en función de la edad, lo que ha llevado a algunos investigadores a teorizar sobre la evolución y el valor de seguridad de estas variaciones en las culturas cazadoras-recolectoras.
Ritmo de sueño, vigilia y actividad
En el sentido más básico de la palabra, el cronotipo describe el ritmo natural de sueño, vigilia y actividad de una persona dentro del ciclo de aproximadamente 24 horas que constituye el ritmo circadiano de una persona. Las agrupaciones básicas son matutino, vespertino e intermedio. Debido a su papel en el ritmo del sueño, que puede influir en el ritmo circadiano, el cronotipo puede afectar a la salud física y mental de diversas maneras.
Esto se debe, en parte, al papel del ritmo circadiano en la sincronización de casi innumerables procesos corporales complejos, como la fabricación y liberación de hormonas esenciales, como la melatonina y la insulina. Además, las alteraciones del ritmo circadiano, la cantidad y la calidad del sueño, algo habitual cuando el cronotipo y el estilo de vida están reñidos, también pueden repercutir negativamente en la salud y el bienestar, aumentando el riesgo de padecer numerosas enfermedades.
El cronotipo tiene componentes genéticos
La ciencia y la tecnología modernas han abierto enormes posibilidades de investigación, algo que ha beneficiado enormemente al estudio de los cronotipos. Gracias a la capacidad de realizar estudios de asociación de genoma completo (GWAS ) a gran escala, los científicos han podido confirmar mejor que los cronotipos tienen componentes genéticos. Existen diferencias genéticas identificables entre los grupos básicos de cronotipos. Por ejemplo, una variación genética en el gen PERIOD2 (PER2 ) está vinculada a los cronotipos más tardíos, a diferencia de los que entrarían en la categoría de los matutinos.
Un estudio basado en los datos de unas 700.000 personas, recogidos de 23andMe y el Biobanco del Reino Unido, descubrió que hay 351 variantes genéticas en juego a la hora de determinar el cronotipo. Esto confirma y se suma a estudios anteriores que señalaban variaciones genéticas, y el estudio más reciente revela muchas más variaciones relacionadas con la determinación del cronotipo. Los estudios sugieren que entre el 20 y el 50 por ciento de los factores que intervienen en la determinación del cronotipo están presentes al nacer debido a la genética.
Algunas de las variaciones genéticas que influyen en el cronotipo se producen en genes que tienen que ver con el correcto funcionamiento de los relojes corporales. Otras variaciones genéticas que influyen en el cronotipo se encontraron en los genes asociados a la retina y a cómo ésta traduce la luz en señales adecuadas para el cerebro. Éstas son sólo un par de las variaciones genéticas relacionadas con el cronotipo.
Una pista sobre el origen de los cronotipos
Las pruebas de la existencia de un componente genético en el cronotipo abren nuevas vías de reflexión sobre su origen. Desde una perspectiva evolutiva, la variación del cronotipo entre individuos que viven en grupo podría tener un valor práctico. Como se señala en un estudio publicado por la revista Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences, el sueño puede ser un momento vulnerable y peligroso para los animales, incluidos los humanos, sobre todo los de sociedades preindustriales, no urbanizadas y no agrarias.
Por tanto, las variaciones en el cronotipo que hacen que el grupo no duerma y se despierte aproximadamente a la misma hora, sino que varios miembros del grupo estén despiertos a diferentes horas a lo largo de la noche, podrían ser un beneficio real para la seguridad del grupo e incluso mejorar las tasas de supervivencia. En el camino de la evolución, en su mayor parte, los que sobreviven tienen más posibilidades de transmitir su material genético.
Curiosamente, el equipo internacional de investigadores que participó en el estudio descubrió que, entre los cazadores-recolectores Hadza de Tanzania, todos los miembros del grupo dormían al mismo tiempo durante sólo 18 minutos. Los investigadores observaron al grupo durante 20 días. Según los investigadores, alguien estaba despierto el 98,8% del tiempo. Eso significa que, en caso de peligro, alguien estaba disponible para despertar y avisar al grupo durante casi toda la noche. Los investigadores explicaron que, debido a las similitudes del estilo de vida de los Hazda con el de nuestros antepasados del Pleistoceno, quizá sea posible vislumbrar algunos elementos de nuestro propio camino evolutivo.
Trabaja con tu cronotipo cuando sea posible
Al contemplar nuestra historia evolutiva, cabe señalar que el funcionamiento de nuestros cuerpos es el resultado de miles y miles de años de evolución. Aunque a los que llevamos un estilo de vida moderno nos parezca que somos muy diferentes de nuestros antepasados del Pleistoceno o incluso de los Hazda, el tiempo que llevamos viviendo este estilo de vida es sólo un momento en el tiempo cuando observamos la vasta extensión de nuestra historia.
Esos ritmos ancestrales siguen influyendo en el funcionamiento de nuestros cuerpos. Por lo tanto, para dormir mejor y gozar de mejor salud, tiene sentido trabajar con nuestro cronotipo, organizando nuestras obligaciones y actividades para que se ajusten lo mejor posible a nuestros ritmos naturales.