A medida que envejecemos, nuestras capacidades cognitivas disminuyen. Mientras que algunas personas siguen siendo mentalmente aptas en la vejez, otras sufren graves problemas de memoria. El Alzheimer es la forma más común de demencia, asociada a la pérdida de capacidades cognitivas, y representa alrededor de dos tercios de todos los casos. Según investigaciones recientes, tan sólo seis minutos de ejercicio intenso podrían retrasar la aparición de la enfermedad de Alzheimer.
Cómo afecta el Alzheimer al cerebro
Células nerviosas especiales de nuestro cerebro garantizan el funcionamiento de la transmisión de información para que podamos realizar tareas muy complejas a diario. En las personas con demencia, la función de algunas células nerviosas se pierde cada vez más, de modo que ya no son capaces de comunicarse correctamente entre sí. Entre las posibles causas se encuentran los depósitos de ciertas proteínas en el cerebro, como las placas amiloides y las fibrillas tau, que el organismo no puede descomponer. Como consecuencia de las disfunciones, se producen trastornos de la memoria y la orientación, alteraciones del lenguaje, el pensamiento y el juicio, así como cambios en la personalidad. Una vez que se han perdido las células nerviosas, sólo pueden ser reemplazadas con gran dificultad, si es que pueden serlo. Por desgracia, esta enfermedad debilitante aún no tiene cura, pero los investigadores buscan nuevas formas de ralentizar su progresión. Una nueva investigación publicada en el Journal of Physiology sugiere que el ejercicio de alta intensidad aumenta la vida útil de un cerebro sano y retrasa la aparición de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Parkinson.
El ejercicio intenso favorece la neuroplasticidad
Los científicos descubrieron que el ciclismo breve pero intenso aumenta la producción de una proteína especializada que es importante para el aprendizaje y la memoria y puede proteger al cerebro del deterioro cognitivo. Esta proteína es el factor de crecimiento BDNF (factor neurotrófico derivado del cerebro), que favorece la neuroplasticidad (la capacidad del cerebro para formar nuevas conexiones y vías) y la supervivencia de las neuronas. Los estudios en animales han demostrado que un aumento de esta proteína estimula la formación y el almacenamiento de recuerdos, aumenta la capacidad de aprendizaje y mejora el rendimiento cognitivo. Para distinguir la influencia del ayuno y el ejercicio en la producción de BDNF, investigadores de la Universidad de Otago (Nueva Zelanda) compararon los siguientes factores
- Ayuno durante 20 horas,
- Entrenamiento ligero (90 minutos de bicicleta de baja intensidad),
- Ejercicio de alta intensidad (seis minutos de ciclismo vigoroso),
- Combinación de ayuno y ejercicio.
Descubrieron que el ejercicio breve pero intenso era la mejor estrategia para aumentar el BDNF en comparación con un día de ayuno con o sin una sesión más larga de ejercicio ligero. El BDNF aumentó entre cuatro y cinco veces en comparación con el ayuno (sin cambios en la concentración de BDNF) o la actividad prolongada. Aunque las razones de estas diferencias aún no están claras y necesitan más investigación, los expertos afirman que el aumento observado en el BDNF durante el ejercicio podría deberse al aumento del número de plaquetas (las células sanguíneas más pequeñas), que almacenan grandes cantidades de BDNF. La concentración de plaquetas circulantes en la sangre se ve más afectada por el ejercicio que por el ayuno. Se están llevando a cabo más investigaciones para profundizar en los efectos de la restricción calórica y el ejercicio para diferenciar el impacto sobre el BDNF y los beneficios cognitivos.
Ciertas proteínas cerebrales tienen efectos neuroprotectores
Investigaciones anteriores han demostrado que el ejercicio puede mejorar la función cerebral y reducir o prevenir la aparición de enfermedades neurodegenerativas. Las investigaciones han descubierto que la activación inducida por el ejercicio de sistemas periféricos como el músculo, el intestino, el hígado y el tejido adiposo puede afectar a la plasticidad neuronal.
Se ha descubierto que la catepsina B (CTSB), una mioquina, y el factor neurotrófico derivado del cerebro (BNDF) tienen potentes efectos neuroprotectores. En un estudio, los investigadores analizaron si el aumento de la intensidad del ejercicio aeróbico incrementaría la cantidad de CTSB y BDNF circulante en la sangre. Los sujetos completaron un entrenamiento intensivo en la cinta de correr. Cuando midieron los niveles de CTSB y BDNF, los expertos descubrieron que el ejercicio aumentaba el CTSB circulante en adultos jóvenes inmediatamente después del ejercicio. También concluyeron que el CTSB puede desempeñar un papel en el control cognitivo modulando la velocidad de procesamiento, y que tanto el ejercicio de intervalos moderado como el de alta intensidad aumentan los niveles séricos de BDNF y el rendimiento de la memoria de trabajo en mujeres adultas jóvenes. Aunque se necesita más investigación para comprender los mecanismos exactos implicados en este proceso, estas proteínas son dianas terapéuticas prometedoras que podrían retrasar la aparición y progresión del deterioro cognitivo.
El entrenamiento de resistencia también mejora la función cerebral
Investigadores de la Universidad de Tsukuba descubrieron que, aunque el HIIT sólo cubría un tercio de la distancia en comparación con el entrenamiento de resistencia, ambos tipos de entrenamiento producían mejoras similares en la capacidad de ejercicio y la función cerebral. En experimentos con ratas, descubrieron que tanto la carrera de resistencia como el HIIT producían pérdida de peso, mayor masa muscular y la capacidad de hacer ejercicio durante más tiempo en comparación con los controles; las ratas de ambos grupos mostraban mejor memoria en los experimentos de aprendizaje espacial. También se observó un mayor desarrollo celular -neurogénesis- en el hipocampo con ambas formas de esfuerzo. Sin embargo, los niveles de una proteína de señalización que promueve la neurogénesis (BDNF) aumentaron con el HIIT pero no con la carrera de resistencia.
Los beneficios del entrenamiento HIIT
Pero, ¿qué es exactamente el entrenamiento HIIT? El entrenamiento HIIT es muy popular entre los amantes del fitness. Siempre se alterna una fase activa muy intensa con fases moderadas o pausas activas. Normalmente, se realiza un sprint intenso u otro ejercicio intenso durante 15 a 60 segundos, seguido de un período de descanso de unos 10 a 30 segundos antes de pasar a la siguiente fase de alta intensidad. Como han demostrado los estudios, el ejercicio de alta intensidad puede mejorar el rendimiento cerebral; sin embargo, este tipo de entrenamiento tiene también otras ventajas: Con la ayuda del HIIT, se mejora la resistencia, se aumenta considerablemente la quema de grasas y se aumenta la masa muscular. El sistema cardiovascular también se beneficia. De hecho, el HIIT aumenta el consumo máximo de oxígeno. El aumento del VO2 máximo se asocia a una vida más larga y a un corazón más sano.