Se cree que la luz nocturna es perjudicial para el sueño. Pero, ¿también influye el color de la luz? Investigadores de la Universidad de Basilea y la Universidad Técnica de Múnich (TUM) compararon la influencia de distintos colores de luz en el cuerpo humano. Los resultados de los expertos contradicen los de un estudio anterior realizado en ratones.
La visión es un proceso complejo. La percepción visual del entorno se crea mediante una combinación de distintas longitudes de onda de luz, que el cerebro descodifica como colores y brillo. Los fotorreceptores de la retina convierten primero la luz en impulsos eléctricos: cuando hay suficiente luz, los conos permiten una visión nítida, detallada y colorida. Los bastones sólo contribuyen a la visión en condiciones de poca luz, por lo que pueden distinguirse diferentes tonos de gris, pero la visión es bastante menos precisa. En última instancia, los impulsos nerviosos eléctricos se transmiten a las células ganglionares de la retina y, a través del nervio óptico, a la corteza visual del cerebro. Esta región del cerebro procesa la actividad neuronal y la convierte en una imagen coloreada.
¿Influye el color de la luz en el ritmo circadiano?
Sin embargo, la luz ambiental no sólo nos permite ver, sino que también influye en nuestro ritmo de sueño-vigilia. En este proceso desempeñan un papel fundamental unas células ganglionares especializadas que, al igual que los conos y los bastones, son fotosensibles y reaccionan con especial intensidad a la luz de onda corta, con una longitud de onda de unos 490 nanómetros. Si la luz consiste exclusivamente en longitudes de onda cortas de 440 a 490 nanómetros, la percibimos como azul. Cuando la luz de onda corta activa las células ganglionares, éstas indican al reloj interno que es de día. Lo que importa es la intensidad de la luz por longitud de onda; el color percibido no es relevante. Sin embargo, las células ganglionares sensibles a la luz también reciben información de los conos.
Se plantea la cuestión de si los conos y, por tanto, el color de la luz también influyen en el reloj interno. Por último, según la Dra. Christine Blume, que investiga el efecto de la luz en los seres humanos en el Centro de Cronobiología de la Universidad de Basilea, los cambios más llamativos en el brillo y el color de la luz se producen al amanecer y al atardecer, que marcan el principio y el final del día. El equipo de investigadores de la Universidad de Basilea y la TUM ha publicado sus resultados en la revista «Nature Human Behavior».
No es el color de la luz, sino la célula ganglionar la que desempeña un papel importante
Los expertos señalan que un estudio realizado en 2019 en ratones sugiere que la luz amarillenta influye más en el reloj interno que la azulada. En los humanos, el principal efecto de la luz sobre el reloj interno y el sueño probablemente esté mediado a través de las células ganglionares sensibles a la luz. Sin embargo, hay razones para creer que el color de la luz codificado por los conos también puede ser relevante para el reloj interno.
Para llegar al fondo de esta cuestión, los investigadores expusieron a 16 voluntarios sanos a un estímulo de luz azulada o amarillenta durante una hora a última hora de la tarde y, como condición de control, a un estímulo de luz blanca. Los estímulos luminosos se diseñaron para activar los conos sensibles al color de la retina de forma diferente y muy controlada. Sin embargo, la estimulación de las células ganglionares sensibles a la luz fue la misma en las tres condiciones. Las diferencias en el efecto luminoso se debían directamente a la estimulación respectiva de los conos y, en última instancia, al color de la luz. Este método de estimulación luminosa permite separar de forma experimental limpia las propiedades de la luz que pueden desempeñar un papel en el efecto de la luz sobre los seres humanos.
Para comprender los efectos de los distintos estímulos luminosos en el organismo, los investigadores del laboratorio del sueño determinaron si los relojes internos de los participantes cambiaban en función del color de la luz. También determinaron cuánto tardaban los sujetos en dormirse y con qué profundidad lo hacían al principio de la noche. Los investigadores también les preguntaron por su cansancio y comprobaron su capacidad de reacción, que disminuye a medida que aumenta la somnolencia.
Los investigadores no encontraron pruebas de que la variación del color de la luz a lo largo de una dimensión azul-amarilla desempeñe un papel relevante en el reloj interno o el sueño de los seres humanos. Esto contradice los resultados del estudio anterior con ratones. Más bien, según los investigadores, estos resultados respaldan las conclusiones de muchos otros estudios, según los cuales las células ganglionares sensibles a la luz son las más importantes para el reloj interno humano. Queda por ver si el color de la luz no influye en el sueño aunque cambien los parámetros, por ejemplo si la duración de la exposición a la luz se prolonga o se produce a una hora diferente. Los estudios de seguimiento deberán responder a preguntas como éstas.
Uso de pantallas por la noche
A menudo oímos que la porción de luz de onda corta de las pantallas de smartphones y tabletas influye en los ritmos biológicos y en el sueño. Por lo tanto, es aconsejable guardar el móvil a primera hora de la tarde o, al menos, utilizar el modo de cambio nocturno, que reduce los componentes de luz de onda corta y aparece ligeramente amarillenta. Sin embargo, el cambio de color amarillento es un subproducto evitable. Técnicamente, es posible reducir los componentes de onda corta sin ajustar el color de la pantalla, aunque esto aún no se ha implementado en las pantallas comerciales de los móviles.