Un estudio de la Universidad de Otago ha descubierto que, contrariamente a la creencia popular, el momento en que se utilizan las pantallas por la noche, más que la actividad en sí, tiene un impacto negativo en el sueño de los adolescentes. Las directrices actuales sobre el sueño recomiendan no utilizar pantallas en la hora o las dos horas anteriores a acostarse. Sin embargo, los investigadores descubrieron que el uso de pantallas en las dos horas anteriores a acostarse apenas afectaba al sueño de los adolescentes, mientras que el uso de pantallas después de acostarse causaba problemas. El autor principal del estudio, el Dr. Bradley Brosnan, del Centro Edgar de Investigación sobre Diabetes y Obesidad, explica que el uso de pantallas es parte integrante de los patrones de sueño de los adolescentes y que es necesario reevaluar las directrices sobre el sueño para adaptarlas mejor a la vida moderna.
El uso de pantallas después de acostarse es crucial
En el estudio publicado en la revista JAMA Pediatrics, 85 adolescentes de 11 a 14 años llevaron una cámara corporal en el pecho durante una semana, desde tres horas antes de acostarse hasta que se fueron a la cama. Además de la cámara corporal, que registraba cuándo, qué y cómo utilizaban sus pantallas, se colocó una segunda cámara de infrarrojos en sus dormitorios para registrar el tiempo que pasaban frente a la pantalla en la cama.
También llevaban un actígrafo, un dispositivo del tamaño de un reloj que mide el sueño. Según Brosnan, enseguida quedó claro que los adolescentes pasaban gran parte de su tiempo de pantalla en la cama. Los investigadores descubrieron que el 99% de los participantes utilizaban pantallas en las dos horas anteriores a la hora de acostarse, más de la mitad utilizaban pantallas una vez estaban en la cama y un tercio las utilizaba después de haber intentado dormirse por primera vez.
Los resultados más interesantes fueron que este tiempo de pantalla antes de acostarse tuvo poco efecto sobre el sueño durante la noche. Sin embargo, el uso de pantallas después de acostarse sí afectó al sueño: impidió que los adolescentes se durmieran durante aproximadamente media hora, y redujo la duración del sueño nocturno. Esto era especialmente cierto en el caso de las actividades interactivas frente a la pantalla, como los juegos y la multitarea, es decir, el uso de varios dispositivos al mismo tiempo, por ejemplo, ver una película en Netflix en un portátil y jugar a la Xbox en un dispositivo de juego.»Cada 10 minutos adicionales de actividad de pantalla de este tipo redujo la duración del sueño nocturno casi en la misma cantidad.
Los resultados sugieren que el impacto del tiempo de pantalla en el sueño se debe principalmente a un desplazamiento temporal que retrasa el inicio del sueño, más que a los efectos directos de la luz azul o la participación interactiva, ya que no encontramos asociaciones con la latencia del sueño y la vigilia durante el periodo de sueño. La Dra. Brosnan dice que una pauta de sueño «sencilla» -en teoría, pero no necesariamente en la realidad- sería mantener los dispositivos fuera del dormitorio y permitir que los adolescentes utilicen sus dispositivos antes de acostarse, pero no en la cama.
Teléfonos móviles y enfermedades cardiovasculares
Otras investigaciones van aún más lejos, sugiriendo que el uso habitual del móvil causa problemas de salud, como el aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares, sobre todo en fumadores y diabéticos. Además, este vínculo se ha asociado parcialmente con la falta de sueño, el estrés psicológico y el neuroticismo. El artículo del Canadian Journal of Cardiology, publicado por Elsevier, describe los resultados de este estudio prospectivo de cohortes a gran escala.
El Dr. Yanjun Zhang, del Departamento de Nefrología del Hospital Nanfang de la Universidad Médica del Sur de Guangzhou (China), explica: «El uso del teléfono móvil es una exposición omnipresente en la sociedad moderna, por lo que estudiar sus efectos sobre la salud es de gran valor para la salud pública. Los campos electromagnéticos de radiofrecuencia (RF-EMF) emitidos por los teléfonos móviles provocan una desregulación del eje hipotalámico-hipofisario-suprarrenal, respuestas inflamatorias y estrés oxidativo, por lo que cabe esperar que afecten a varios órganos, como el corazón y los vasos sanguíneos.
Sin embargo, aún no se sabe con certeza si el uso del teléfono móvil está asociado al riesgo de enfermedad cardiovascular. El objetivo de los investigadores era evaluar la asociación prospectiva entre el uso habitual del teléfono móvil y la incidencia de enfermedades cardiovasculares, e investigar los efectos mediadores del sueño y la salud mental. Los investigadores descubrieron que los usuarios habituales de teléfono móvil tenían un riesgo significativamente mayor de enfermedad cardiovascular en comparación con los usuarios irregulares.
Los investigadores descubrieron que el comportamiento del sueño, la angustia psicológica y el neuroticismo podrían ser mecanismos potenciales de la asociación entre el uso del teléfono móvil y la enfermedad cardiovascular. Un comportamiento del sueño y una salud mental deficientes pueden influir negativamente en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares a través de la alteración de los ritmos circadianos, las alteraciones hormonales y metabólicas y el aumento de la inflamación. Además, la exposición crónica a la radiación RF-EMF emitida por los teléfonos móviles podría provocar estrés oxidativo y respuestas inflamatorias.
Por tanto, la exposición a la radiación RF-EMF de los teléfonos móviles en combinación con el tabaquismo y la diabetes podría tener un efecto sinérgico que aumentara el riesgo de enfermedad cardiovascular. Un editorial adjunto contextualiza los resultados del estudio. Dado que la ventana de reclutamiento de este estudio (2006-2010) es anterior al uso generalizado de los teléfonos inteligentes modernos, que ahora se utilizan más comúnmente para otras actividades (por ejemplo, entretenimiento, mensajes de texto/correo electrónico, redes sociales, etc.), es necesario considerar cuidadosamente la generalizabilidad y la relevancia actual de estos hallazgos.
Nicholas Grubic, MSc, Escuela de Salud Pública Dalla Lana, Universidad de Toronto, ON, Canadá, es coautor del editorial . Según Grubic, aunque el estudio actual sugiere que el uso del teléfono móvil puede aumentar moderadamente el riesgo de enfermedad cardiovascular, se necesitan pruebas más concluyentes con medidas válidas del uso del teléfono móvil antes de que esta asociación llegue a preocupar al público en general. El uso responsable del teléfono móvil debe ser una parte importante de un enfoque global para promover la salud cardiovascular.