Dormir lo suficiente es importante por diversas razones, pero un equipo internacional de científicos ha descubierto un nuevo incentivo para dormir ocho horas cada noche: el sueño ayuda al cerebro a almacenar y aprender un nuevo idioma. Un estudio dirigido por la Universidad de Australia Meridional (UniSA) y publicado en el Journal of Neuroscience descubrió que la coordinación de dos eventos eléctricos en el cerebro durante el sueño mejora significativamente nuestra capacidad para recordar nuevas palabras y reglas gramaticales complejas.
Cómo afectan los trastornos del sueño al aprendizaje de idiomas
En un experimento con 35 adultos anglófonos, los investigadores controlaron la actividad cerebral de los participantes que aprendieron un idioma en miniatura llamado Mini Pinyin, basado en el mandarín pero con reglas gramaticales similares a las del inglés. La mitad de los participantes aprendieron Mini Pinyin por la mañana y volvieron por la tarde para comprobar su memoria. La otra mitad aprendió Mini Pinyin por la tarde y luego durmió en el laboratorio mientras se registraba su actividad cerebral. Los investigadores comprobaron sus progresos por la mañana. Los que habían dormido obtuvieron resultados significativamente mejores que los que habían permanecido despiertos.
El Dr. Zachariah Cross, investigador principal, que se doctoró en la UniSA y ahora trabaja en la Universidad Northwestern de Chicago, explica que las mejoras basadas en el sueño están relacionadas con el acoplamiento de oscilaciones lentas y husos de sueño, patrones de ondas cerebrales que se sincronizan durante el sueño NREM. «Es probable que este acoplamiento refleje la transferencia de información aprendida del hipocampo al córtex, mejorando así el almacenamiento de la memoria a largo plazo», afirma el Dr. Cross.
La actividad neuronal posterior al sueño mostró patrones únicos de oscilaciones theta asociados al control cognitivo y la consolidación de la memoria, lo que sugiere un fuerte vínculo entre la coordinación de ondas cerebrales inducida por el sueño y los resultados del aprendizaje. Al demostrar cómo los procesos neuronales específicos durante el sueño favorecen la consolidación de la memoria, los investigadores ofrecen una nueva perspectiva sobre cómo los trastornos del sueño afectan al aprendizaje de idiomas. El sueño no es sólo reparador, sino un estado activo y transformador para el cerebro.
Los hallazgos también podrían servir de base para el tratamiento de las personas con deficiencias relacionadas con el lenguaje, como el trastorno del espectro autista (TEA) y la afasia, que sufren trastornos del sueño más que otros adultos. La investigación en animales y humanos demuestra que las oscilaciones lentas aumentan la plasticidad neuronal, es decir, la capacidad del cerebro para cambiar y adaptarse en respuesta a experiencias y lesiones. Desde esta perspectiva, las oscilaciones lentas podrían aumentarse con métodos como la estimulación magnética transcraneal para acelerar la terapia del lenguaje y el habla basada en la afasia. En el futuro, los investigadores quieren estudiar cómo influye la dinámica del sueño y la vigilia en el aprendizaje de otras tareas cognitivas complejas.
El sueño nocturno es clave para el rendimiento académico
La universidad es una época de transición para los jóvenes adultos. Puede que sea la primera vez que los estudiantes tienen la libertad de gestionar sus propios horarios, pero esta libertad viene acompañada de las exigencias de los estudios, los acontecimientos sociales e incluso el sueño. Dormir lo suficiente y bien es esencial para el rendimiento cognitivo. Un equipo de investigadores de varias instituciones llevó a cabo el primer estudio para evaluar cómo la duración del sueño nocturno al principio del semestre afecta a la nota media (GPA) de los estudiantes universitarios de primer año al final del semestre. Utilizando rastreadores de sueño Fitbit, descubrieron que los estudiantes duermen una media de 6,5 horas por noche, pero los resultados negativos empiezan a acumularse cuando los estudiantes duermen menos de seis horas por noche.
Estudios anteriores han demostrado que la duración total del sueño es un importante factor de predicción de diversos resultados de salud y rendimiento. Las directrices sobre el sueño recomiendan que los adolescentes duerman entre 8 y 10 horas cada noche. Muchos universitarios tienen horarios de sueño erráticos y duermen muy poco. «Los estudios con animales han demostrado la importancia del sueño para el aprendizaje y la memoria», afirma Creswell. Aquí mostramos cómo este trabajo puede generalizarse a los humanos». En el caso de los estudiantes universitarios, cuanto menos duerme un estudiante de primer año al principio del curso, más baja es su nota media al final del mismo, entre cinco y nueve semanas después. La falta de sueño puede mermar la capacidad de aprendizaje de los estudiantes. Trabajos anteriores con animales han demostrado que los recuerdos formados durante el día se consolidan durante el sueño.
Cuando se interrumpen los patrones normales de sueño, se pierde el contenido aprendido durante el día. Los investigadores aplicaron esta lógica a los estudiantes universitarios y se preguntaron si un sueño interrumpido o insuficiente podría afectar a su aprendizaje académico y si esto se reflejaría en su rendimiento académico. Para su sorpresa, los investigadores descubrieron que los estudiantes que dormían menos de seis horas mostraban un descenso significativo de su rendimiento académico. Además, cada hora de sueño perdida se correspondía con un descenso de 0,07 en la nota media al final del semestre. El estudio controló el rendimiento académico anterior, las siestas diurnas, la raza, el sexo y el estatus de primera generación. Varios estudios también controlaron la carga académica total del curso. Ninguno de estos factores afectó al impacto global del sueño nocturno en la nota media. Este trabajo sugiere la importancia de desarrollar programas estructurados y políticas en las instituciones educativas que animen a los estudiantes a centrarse en su sueño.