Las causas de la obesidad son complejas y en ellas influyen muchos factores. Aunque las investigaciones han demostrado la existencia de vínculos entre el sueño, los hábitos alimentarios y el aumento de peso, los científicos aún no están seguros del papel del sistema circadiano -el reloj biológico- en la configuración de los hábitos alimentarios. Sin embargo, un nuevo estudio de investigadores de la Facultad de Medicina Warren Alpert de la Universidad Brown y del Mass General Brigham muestra una clara relación entre los ritmos circadianos, el peso y los hábitos alimentarios en adolescentes, un grupo de edad vulnerable cuyos hábitos alimentarios afectan a su salud de por vida. El estudio reveló que los adolescentes clasificados como «obesos» o «con sobrepeso» consumían más calorías a última hora del día que los participantes con un peso saludable.
Los resultados, publicados en Proceedings of the National Academy of Sciences, sugieren que el ritmo circadiano desempeña un papel importante a la hora de explicar la ingesta calórica más tardía en individuos con riesgo de obesidad, según la investigadora principal, Mary Carskadon, profesora de Psiquiatría y Comportamiento Humano en la Facultad de Medicina de la Universidad Brown. «La importancia crítica del periodo de desarrollo adolescente para sentar las bases de una vida saludable subraya la necesidad de comprender el papel de los procesos de sueño/vigilia y sincronización circadiana en el comportamiento alimentario», afirma Carskadon, que también dirige el Laboratorio de Investigación del Sueño del Hospital Bradley. Los conocimientos adquiridos aquí abren la puerta a posibles intervenciones que puedan mejorar la salud de los adolescentes en el futuro».
Reloj biológico y conducta alimentaria
El sistema circadiano consta de billones de «relojes» presentes en prácticamente todos los órganos, tejidos y células, que preparan la biología y el comportamiento para adaptarse a las exigencias cambiantes del ciclo día-noche. Se sabe que el sistema circadiano afecta a las personas de forma diferente, debido a una combinación de factores genéticos, conductuales y ambientales. Según David Barker, autor del estudio y profesor asociado de Psiquiatría y Comportamiento Humano (investigación) de la Universidad Brown, estudios anteriores han analizado el sueño y el comportamiento alimentario utilizando medidas autodeclaradas del hambre y otras variables.
Algunos factores que diferencian este estudio, según Barker, son la cuidadosa medición de la ingesta de alimentos antes y después de las comidas y el hecho de que se controlaran las influencias ambientales y conductuales mientras los participantes permanecían en el laboratorio. Cincuenta y un voluntarios de entre 12 y 18 años participaron en el estudio, que se llevó a cabo en el laboratorio de investigación del sueño del Hospital Bradley. Los participantes se dividieron en tres grupos en función de su índice de masa corporal. Se les sometió a ciclos de sueño y vigilia de 28 horas -un poco más largos que un día típico de 24 horas- y, mientras estaban despiertos, permanecieron en un entorno controlado con luces tenues y en total oscuridad mientras dormían. Los participantes permanecieron en la misma habitación durante todo el estudio, que duró 11 días y 10 noches. Para controlar las influencias externas sobre el ritmo circadiano, los investigadores eliminaron todas las señales externas del entorno del laboratorio, incluidos los relojes y el acceso a la luz natural.
Durante las horas de vigilia, los participantes tuvieron seis oportunidades para comer a horas fijas, con un menú estandarizado que les permitía comer todo lo que quisieran durante la comida. Los investigadores realizaron un seguimiento de los alimentos ingeridos, así como de la ingesta de calorías. Durante el día, eran vigilados por estudiantes de investigación de la Universidad de Brown y otras instituciones que les ofrecían la oportunidad de participar en diversas actividades, como manualidades, ver películas (con luz tenue) y jugar a juegos de mesa.
Los resultados mostraron que los cambios en el sistema circadiano durante el día y la noche influían significativamente en el consumo de alimentos. En los tres grupos, el consumo de alimentos era mayor a última hora de la tarde y primera de la noche y menor por la mañana, incluso teniendo en cuenta los factores conductuales y ambientales. Esto demuestra que el reloj biológico del cuerpo influye directamente en la cantidad de comida que se ingiere a distintas horas del día. Los adolescentes de los grupos de obesidad y sobrepeso consumían muchas más calorías por la noche que los del grupo de peso saludable. Los investigadores no hallaron diferencias significativas en el tiempo total de sueño entre los grupos ni dentro de cada grupo a lo largo de los ciclos de sueño.
Interacciones entre el sistema circadiano, la nutrición y el metabolismo
Según Frank Scheer, autor del estudio y director del Programa de Cronobiología Médica del Hospital Brigham and Women’s, ya se sabía que el sistema circadiano afecta al hambre y al metabolismo. Sin embargo, no estaba claro si el sistema circadiano influye directamente en el consumo de alimentos cuando se aísla de las influencias de los ciclos ambientales y de comportamiento, incluidos los ciclos de luz, sueño y actividad. «Este estudio es el primero que demuestra que la propia ingesta de alimentos está regulada por nuestro reloj corporal interno», afirma Scheer.
Se necesitan más estudios para determinar si la afectación del control circadiano de la alimentación contribuye al cambio de peso, si el cambio de peso afecta al control circadiano de la alimentación o si existe una combinación de ambos. Carskadon dijo que los resultados de este estudio podrían servir como fuente de información para los médicos que aconsejan a los adolescentes sobre el control del peso.
Por ejemplo, se podría influir en la influencia del ritmo circadiano suprimiendo la luz de última hora del día y aumentando la luz brillante por la mañana, especialmente durante el ejercicio. Esto podría ayudar a cambiar los ritmos a un lugar mejor, y también a crear hábitos saludables. Con futuras investigaciones, el equipo espera conocer en profundidad las interacciones entre el sistema circadiano, la nutrición y el metabolismo, así como los mecanismos subyacentes de estas relaciones y las implicaciones para desarrollar intervenciones nutricionales cronometradas que mejoren la salud.