La enfermedad de Alzheimer es una de las enfermedades más temidas del envejecimiento. Actualmente afecta a más de 5,5 millones de personas sólo en Estados Unidos, y la mayoría de los afectados son mayores de 65 años. Aunque se asocia a una pérdida de memoria y de la función cognitiva, también puede tener efectos físicos devastadores. De hecho, es la sexta causa de muerte en Estados Unidos. Nuevas investigaciones han encontrado varios vínculos entre la alteración del ritmo circadiano y la enfermedad de Alzheimer, lo que sugiere que el sueño puede ser una parte integral del mantenimiento de una buena salud cerebral durante toda la vida.
La causa subyacente de la enfermedad de Alzheimer
La mayoría de la gente está familiarizada con los síntomas primarios de la enfermedad de Alzheimer, que incluyen el deterioro cognitivo, la pérdida de memoria, la dificultad para cuidar de uno mismo, la confusión, los cambios de personalidad, la falta de juicio y la niebla mental. Sin embargo, los enfermos de Alzheimer también padecen otros problemas. Uno de los síntomas menos conocidos y más comunes es la alteración del sueño. Las personas con enfermedades neurodegenerativas suelen perder sus ritmos naturales. Están despiertos por la noche y luego pueden dormir durante las horas de luz. Además, suelen dormir menos.
Las causas subyacentes de estos diversos síntomas son acumulaciones de distintas sustancias en los delicados tejidos cerebrales. Una proteína llamada beta-amiloide forma placas, mientras que las proteínas Tau forman ovillos neurofibrilares. Estos deterioran y dañan progresivamente los tejidos cerebrales y las neuronas hasta que no pueden funcionar. Según una nueva investigación, la acumulación de beta-amiloide en particular parece estar relacionada con alteraciones del ritmo circadiano.
Relación entre la alteración del ritmo circadiano y la enfermedad de Alzheimer
El verano pasado, los investigadores observaron por primera vez que las personas con trastornos del sueño parecían más propensas a desarrollar la enfermedad de Alzheimer. Los investigadores creían que esto se debía a un deterioro del sistema glinfático. El sistema glinfático es el servicio de limpieza del cerebro, en el que el movimiento del líquido cefalorraquídeo elimina los metabolitos tóxicos. Estos metabolitos incluyen las proteínas beta-amiloide y Tau. El sistema glinfático es más activo por la noche, cuando el cerebro está en un estado de reposo parcial y menos activo metabólicamente. Por tanto, una pérdida constante de sueño puede perjudicar la eliminación de productos de desecho que luego pueden acumularse y formar depósitos.
Los investigadores observaron que los niveles de estas dos proteínas en el líquido cefalorraquídeo aumentan en las personas que sufren incluso pérdidas de sueño de corta duración. Sin embargo, parecen volver a la normalidad en cuanto la persona “recupera” el sueño. Sólo los trastornos del sueño crónicos o de larga duración parecen estar relacionados con las enfermedades neurodegenerativas.
Sin embargo, una nueva investigación realizada este invierno ha descubierto un vínculo aún más concluyente entre el ritmo circadiano y la enfermedad de Alzheimer. Las personas con insomnio y otros trastornos del sueño suelen mostrar signos tempranos de la enfermedad de Alzheimer en imágenes cerebrales y líquido cefalorraquídeo, incluidas placas muy incipientes. Esto puede observarse hasta 20 años antes de que empiecen a desarrollarse otros síntomas. Además, los ratones modificados genéticamente para que tengan un ritmo circadiano alterado también muestran placas beta-amiloides compatibles con la enfermedad de Alzheimer.
El sueño y la salud del cerebro
Éste no es el primer estudio que encuentra una relación entre el sueño y la salud del cerebro. Se ha observado que las personas con trastornos del sueño tienen niebla mental, pérdida de memoria y estados de ánimo más volátiles. Esto se observa no sólo en los trastornos crónicos del sueño, sino también en las pérdidas de sueño de corta duración, como el jet lag. Además, los afectados tienen mala coordinación y concentración, lo que les lleva a rendir mal en los exámenes e incluso a tener un mayor índice de accidentes de tráfico.
El sistema linfático desempeña un papel en el poder reparador del sueño, pero también hay otros factores. La melatonina, una hormona que se libera justo antes de quedarnos dormidos y durante toda la noche, actúa como antioxidante, ayudando a reparar daños en órganos y tejidos, incluido el cerebro. Además, la consolidación de la memoria y otras tareas importantes se producen principalmente mientras dormimos. Mientras sueña profundamente, su cerebro está limpiándose de los daños del día y preparándose para uno nuevo.
¿Está perdiendo horas de sueño?
¿Cuánto tiempo necesita dormir para mantener una buena salud cerebral? Los investigadores creen que entre siete y nueve horas por noche es lo ideal para la mayoría de las personas. Sin embargo, la calidad es tan importante como la cantidad. Las siestas diurnas no son tan eficaces para mantener una buena salud cerebral como los largos periodos de sueño nocturno. Tener luces o ruidos en el entorno de sueño, por ejemplo, puede hacer que pasemos más tiempo en sueño ligero que en sueño profundo reparador. Además, parece que las personas duermen mejor cuando se acuestan y se levantan aproximadamente a la misma hora todos los días. La clave para mantenerse sano no es sólo dormir, sino mantener un ritmo circadiano predecible.
La enfermedad de Alzheimer es actualmente incurable, lo que significa que la prevención y la detección precoz son fundamentales para reducir sus efectos en nuestra sociedad. Mantener un ritmo circadiano saludable puede prevenir esta enfermedad o, al menos, retrasar su aparición. Además, las personas con trastornos del sueño pueden beneficiarse de pruebas y tratamientos precoces. Mantener un ritmo circadiano saludable es clave para sentirse despierto y alerta tanto mañana por la mañana como el resto de su vida.