La vista es importante, pero no es la única función del ojo. La investigación ha demostrado que el papel del ojo en la sincronización del ritmo circadiano es mayor de lo que creíamos.
Nuestros ojos son una parte importante de la percepción y adaptación a nuestro entorno. Los utilizamos para navegar por el mundo de muchas maneras. Desde apreciar una bella obra de arte hasta maniobrar en el tráfico, la vista es uno de los sentidos más importantes para muchas personas. Los alumnos visuales, personas que aprenden mejor viendo la información en forma gráfica como un gráfico, constituyen el 65% de la población. Sin embargo, no sólo aprendemos cosas con los ojos; el cuerpo también “aprende” qué hora es y qué tareas debemos realizar. El papel del ojo en la sincronización del ritmo circadiano es crucial para ajustar la hora en nuestros relojes internos.
Más que la vista: La función de los ojos
El ojo es un órgano complejo formado por varias partes, cada una de las cuales desempeña una función importante. La córnea es una pieza protectora transparente que cubre las estructuras internas, como el iris, que es un anillo de color que rodea la pupila. El iris se dilata o contrae para dejar entrar la cantidad justa de luz en el ojo, mientras que la córnea enfoca las imágenes. Justo detrás del iris y la pupila se encuentra el cristalino, que se aplana o curva para enfocar mejor las imágenes. En la parte posterior del globo ocular se encuentra la retina, que percibe la luz y la oscuridad y envía mensajes sobre las imágenes a los centros visuales del cerebro a través del nervio óptico.
La retina es la parte más complicada del ojo y está formada por bastones, conos y células ganglionares retinianas intrínsecamente fotosensibles, a menudo abreviadas como IpRGC. Los bastones y los conos perciben la luz y el color que nosotros percibimos como imágenes una vez que estas señales se procesan en el cerebro. Las células ganglionares intrínsecamente fotosensibles de la retina desempeñan un papel muy diferente e igualmente importante en nuestros ojos. Transmiten mensajes sobre los niveles de luz al núcleo supraquiasmático del cerebro, el reloj maestro de nuestro ritmo circadiano. El mal funcionamiento de las IpRGC se ha relacionado con diversas enfermedades, como trastornos del sueño, migrañas y trastornos asociados al ritmo circadiano, como el trastorno afectivo estacional.
Exploración del papel del ojo en la inducción del ritmo circadiano
El papel de los bastones y los conos en el ojo se conoce desde hace décadas, pero la presencia de células ganglionares retinianas intrínsecamente fotosensibles en los seres humanos sólo se conoce desde hace 11 años. Aunque estas células neuronales sólo representan alrededor del 0,2 por ciento de las células de la retina, los estudios han demostrado que son cruciales para mantener el papel del ojo en la sincronización del ritmo circadiano. Actúan como un medidor de luz, que es importante para establecer y regular nuestros relojes internos.
Sin la influencia de la luz, el ritmo circadiano humano dura más de 24 horas. Las personas con IpRGC defectuosas o ausentes tienen un ritmo interno que no se alinea con el de la rotación diaria del planeta. Duermen a horas extrañas y cambian constantemente, lo que les dificulta mantener un trabajo o cumplir con sus obligaciones sociales. También se ha descubierto que este trastorno, llamado trastorno del sueño no-24 horas, contribuye a un sistema inmunitario más bajo y a otras enfermedades físicas graves. El 70% de las personas completamente ciegas padecen este trastorno, pero también afecta a muchas personas videntes. Las personas pueden padecer trastornos graves que afectan a los bastones y los conos dejando intactas las IpRGC, o viceversa. Curiosamente, casi un tercio de las personas con pérdida total de visión conservan las células neuronales de la retina necesarias para mantener sus relojes internos.
Comprender el ritmo circadiano es una tarea compleja porque nuestros relojes internos están entrelazados con todos los demás sistemas del cuerpo. Sin embargo, comprenderlo es el primer paso para desarrollar tratamientos más eficaces. Los nuevos descubrimientos están permitiendo a los científicos desarrollar terapias innovadoras que tratan la raíz de trastornos graves como el trastorno del sueño no 24 horas y ayudan a más personas a vivir en sincronía con nuestro mundo.