El insomnio, término genérico que engloba los trastornos en los que las personas duermen poco o mal, es el trastorno del sueño más común del planeta. Afecta a millones de personas en todo el mundo y las deja agotadas y exhaustas, además de exponerlas a un alto riesgo de sufrir diversos trastornos de salud. Por el momento, existen pocos tratamientos para el insomnio, lo que lo convierte en un reto a controlar. Sin embargo, nuevas investigaciones sobre el origen del riesgo genético de padecer insomnio ofrecen una nueva vía de tratamiento e incluso una posible cura.
¿Qué es el insomnio?
Como su nombre indica, el insomnio es un trastorno en el que las personas no duermen lo suficiente. Existen muchas formas de insomnio. En algunos tipos de insomnio, las personas se duermen rápidamente pero se despiertan antes de haber descansado lo suficiente. En otros casos, dan vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño a pesar de estar agotados. Algunas personas con insomnio duermen mucho tiempo, pero sufren debido a la baja calidad del sueño, obteniendo poco valor reparador de su letargo.
El insomnio es una de las enfermedades crónicas más comunes en el mundo. Este trastorno, aunque común, puede ser extremadamente destructivo. Las personas que padecen insomnio suelen sentirse aturdidas y cansadas a lo largo del día, y tienen un mayor riesgo de sufrir accidentes laborales y de tráfico.
Varios estudios han demostrado que las personas con insomnio tienen una función cognitiva más baja e incluso pueden sufrir trastornos de la memoria. Además, dormir mal nos expone a un mayor riesgo de desarrollar enfermedades crónicas como la diabetes y las cardiopatías en etapas posteriores de la vida.
Aunque el insomnio suele estar causado por problemas de estilo de vida, estrés y psicológicos, también tiene un fuerte componente genético. Las personas que padecen insomnio probablemente tienen padres y otros familiares que también lo sufren, lo que indica que existe un riesgo genético definitivo de padecer insomnio.
Opciones de tratamiento para el insomnio
Hasta hace poco, los sedantes eran el tratamiento más común para el insomnio. Aunque estos medicamentos ayudaban a las personas a conciliar el sueño y a permanecer dormidas, ahora sabemos que en realidad pueden reducir la calidad del sueño. En otras palabras, las personas que los tomaban se dormían y permanecían dormidas, pero luego se despertaban sintiéndose intranquilas y con un rendimiento similar al de quienes no habían dormido nada. Además, los sedantes tienen efectos secundarios graves, pueden ser adictivos e incluso mortales.
Recientemente ha salido al mercado una nueva clase de medicamentos. Es posible que haya oído hablar de estos fármacos, que incluyen Ambien®, Lunesta® y Sonata®. Estos medicamentos ayudan a dormir e incluso pueden mejorar la calidad del sueño. Por desgracia, tienen contraindicaciones similares a las de los sedantes. Crean mucho hábito, y muchos consumidores desarrollan rápidamente una tolerancia. También pueden conducir a un comportamiento errático y tener otros efectos secundarios graves.
La mejor respuesta natural que tenemos actualmente para el insomnio es una serie de cambios en el estilo de vida que favorezcan un mejor sueño. Sin embargo, un nuevo estudio ha abierto nuevas vías de tratamiento al identificar las células cerebrales que contribuyen a ciertas formas hereditarias de insomnio.
Investigación del riesgo genético de padecer insomnio
Varios estudios recientes han investigado los genes y las células exactas que afectan al insomnio. Un estudio de 2016 descubrió que las personas con insomnio presentan diferencias mensurables en la materia gris y el sistema límbico de sus cerebros.
Un nuevo equipo de científicos analizó los datos genéticos de más de un millón de personas en el Reino Unido. Cuando compararon los genes de personas con insomnio con los de quienes dormían normalmente, pudieron identificar más de 900 genes que parecen contribuir a los trastornos del sueño.
Y lo que es más, las células afectadas por estos genes se agrupan en unas pocas zonas discretas del cerebro. En otras palabras, ahora sabemos exactamente qué células cerebrales contribuyen al insomnio que tiene una base hereditaria.
Esto abre una nueva vía de tratamiento. ¿Podría un nuevo medicamento afectar a estas células concretas para acabar con el insomnio sin los efectos secundarios de los medicamentos actuales? Mientras que muchos estudios futuros serán necesarios, esta nueva brecha ofrece una nueva avenida para el tratamiento del insomnio.
Formas naturales de combatir el insomnio
En este momento, los remedios naturales y los cambios en el estilo de vida se encuentran entre las formas más eficaces de tratar el insomnio. Hay varias maneras de aumentar sus probabilidades de conseguir la gran noche del sueño que usted necesita para la función óptima. Por ejemplo
- asegurarse de que su cama y su dormitorio son relajantes y cómodos
- utilizar ruido blanco o música suave para bloquear los sonidos que le distraen
- evitar el consumo de cafeína, tabaco y alcohol en las horas previas a acostarse
- mantener el mismo horario, acostándose y despertándose a la misma hora todos los días
- reducir la exposición a luces artificiales, incluida la luz de televisores, ordenadores y teléfonos, en la media hora anterior a acostarse
- hacer mucho ejercicio y exponerse a la luz durante el día, para que el cerebro esté cansado y listo para dormir por la noche.
Si ha probado cambios en su estilo de vida y sigue sin sentir sueño, considere la posibilidad de tomar un suplemento de melatonina. Dado que la melatonina es la misma hormona que libera el cuerpo para prepararse para dormir, los suplementos naturales de melatonina pueden ayudarle a conciliar el sueño sin los efectos secundarios de los fármacos que se suelen recetar. De hecho, la melatonina es uno de los tratamientos para el insomnio con mayor base empírica del mercado. Para muchos casos de insomnio, las soluciones naturales siguen siendo la mejor forma de mejorar el sueño.