Cada vez hay más pruebas de que el sueño desempeña un papel importante en la salud del corazón. De hecho, las pruebas han llegado a ser lo suficientemente convincentes como para que la Asociación Americana del Corazón actualice su Life’s Simple 7, los siete predictores más importantes de la salud cardiaca, Life’s Essential 8, añadiendo el sueño saludable como parte fundamental para alcanzar y mantener la salud cardiaca.
Un nuevo estudio, presentado en el Congreso de la Sociedad Europea de Cardiología (ESC) de este año, se suma al conjunto de conocimientos que respaldan la conexión entre un sueño saludable y una mejor salud cardiaca. Según los resultados de ese estudio, dormir de forma óptima está relacionado con un 74 por ciento menos de riesgo de padecer enfermedades o dolencias cardiovasculares.
Cómo definen los investigadores el sueño óptimo
La mayoría de los estudios anteriores que analizaban las posibles conexiones entre el sueño y el riesgo de enfermedades cardiovasculares centraban su investigación en un único elemento del sueño, como el número de horas dormidas o el posible impacto de un trastorno del sueño, como la apnea del sueño.
Sin embargo, en este estudio reciente, realizado por investigadores del Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica de Francia, se adoptó un enfoque diferente, más amplio. Estos investigadores decidieron analizar el impacto no sólo de la cantidad de sueño, sino también de la calidad del mismo, así como de otras facetas de la salud y los hábitos del sueño.
Los investigadores utilizaron datos sanitarios de algo más de 7.200 hombres y mujeres cardiosaludables de edades comprendidas entre los 50 y los 75 años. Los participantes se sometieron a exámenes físicos y pruebas biológicas, además de proporcionar su historial médico e información sobre su estilo de vida, incluida la salud y los hábitos del sueño. En cuanto al sueño, los investigadores preguntaron cuántas horas dormían, si padecían insomnio, si pertenecían o no a un cronotipo de levantarse temprano, si tenían apnea del sueño y si experimentaban somnolencia diurna.
Los investigadores idearon un sistema de puntuación del sueño basado en cómo definían el sueño óptimo: tener un cronotipo precoz, más en línea con el sol de lo que suele estar un cronotipo tardío o un noctámbulo, dormir entre siete y ocho horas cada noche, no experimentar insomnio o experimentarlo raramente y no tener apnea del sueño o experimentar a menudo somnolencia diurna. A los participantes se les otorgó un punto por cada una de las cinco medidas de salud del sueño que se ajustaban a sus patrones de sueño y un cero por las que eran falsas o no cumplían el estándar óptimo.
Los resultados
Aproximadamente ocho años después de esa recopilación inicial de datos, que se realizó entre 2008 y 2011, los investigadores recopilaron datos de seguimiento de la salud de los participantes en el estudio. Al revisar esos datos de seguimiento, los investigadores descubrieron que aquellos con una puntuación de sueño de 5 tenían un 74 por ciento menos de riesgo de desarrollar problemas cardiovasculares que aquellos con la puntuación de sueño más baja, vinculando el sueño óptimo con una mejor salud cardiaca.
Según los investigadores, cada punto estaba relacionado con una disminución del 22% del riesgo de sufrir problemas cardiovasculares. En la práctica, eso significa que se puede reducir gradualmente el riesgo para la salud del corazón trabajando para mejorar cada una de esas medidas de calidad del sueño.
Varias teorías podrían explicar los mecanismos implicados
Aunque los investigadores han confirmado la relación entre los niveles y hábitos óptimos de sueño y la salud cardiaca, aún no se ha llegado a una declaración definitiva de causalidad, principalmente porque aún no se comprenden del todo los mecanismos implicados. Sin embargo, diversos investigadores y expertos en la materia, incluidos los que no han participado directamente en este estudio concreto, ofrecen algunas teorías interesantes.
Los trastornos del sueño, por ejemplo, pueden alterar el ritmo de producción y funcionamiento de las hormonas. Es una de las razones por las que el sueño insuficiente y de mala calidad se relaciona con un mayor riesgo de obesidad, resistencia a la insulina y diabetes de tipo dos. La insulina es una hormona, al igual que la grelina, que estimula el apetito. Se ha demostrado que los niveles de grelina son más elevados en las personas que no duermen lo suficiente.
El Dr. Rigved Tadwalkar, cardiólogo colegiado que no formaba parte del equipo de investigadores franceses, señaló que el sueño insuficiente puede afectar al sistema nervioso simpático, aumentando la liberación de catecolaminas, hormonas que favorecen el aumento de la frecuencia cardiaca, la presión arterial y la resistencia vascular. El Dr. Saurav Luthra, de la División de Medicina Pulmonar, Crítica y del Sueño del Sistema Sanitario de la Universidad de Kansas, explicó que dormir mal puede aumentar el flujo de hormonas del estrés, incrementando la presión arterial y la frecuencia cardiaca nocturnas.
Dormir mal también se asocia a un mayor riesgo de inflamación. Según la Asociación Americana del Corazón, los procesos inflamatorios se asocian a un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares. El Dr. Luthra también mencionó la inflamación como resultado de un sueño insuficiente, así como la interrupción de los procesos implicados en la eliminación de toxinas del cerebro.
La mejor hora para ir a dormir
Un estudio de 2021 publicado en el European Heart Journal descubrió que, en términos de salud cardiaca, la mejor hora para ir a dormir es entre las 22:00 y las 23:00. El estudio utilizó datos recogidos de 103.712 participantes del Biobanco del Reino Unido mediante dispositivos de muñeca llamados acelerómetros.
Según los datos, la franja entre las 10:00 y las 11:00 es la ideal: Acostarse antes de las 22:00 o después de las 23:00 se asociaba a un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular. Curiosamente, la asociación entre la hora de acostarse y la salud cardiaca era más fuerte en las mujeres que en los hombres.