La epidemia de obesidad es una de las amenazas de más rápido crecimiento para la salud pública. Más del 70% de los adultos estadounidenses tienen sobrepeso o son obesos, y otros países se están acercando rápidamente. Esto expone a nuestra población a un mayor riesgo de padecer una amplia variedad de enfermedades prevenibles. A pesar de una industria dietética multimillonaria, seguimos engordando más y más. ¿Podría deberse esto por completo a nuestras dietas poco saludables? Nuevas investigaciones sobre las bacterias intestinales y el aumento de peso sugieren que esta peligrosa tendencia no se debe únicamente a nuestras elecciones alimentarias, sino a cambios en nuestras bacterias intestinales.
Relación entre las bacterias intestinales y el aumento de peso
Varios estudios importantes han relacionado las bacterias intestinales y el aumento de peso. Los ratones alimentados con dietas hipercalóricas son más propensos a engordar cuando presentan ciertos desequilibrios de las bacterias intestinales. Del mismo modo, los seres humanos son más propensos a la obesidad cuando tienen niveles elevados de bacterias intestinales específicas, como las Firmicutes. Nuestro microbioma es una parte integral de nuestra salud, por lo que estos desequilibrios también pueden provocar mala absorción de vitaminas, fatiga, depresión y una amplia variedad de afecciones comunes.
Esto es significativo porque el equilibrio de las bacterias gastrointestinales humanas, también conocido como nuestro microbioma, está cambiando rápidamente. Las culturas que comen muchos cereales integrales y verduras tienen tipos muy diferentes de bacterias en sus intestinos. A medida que cambian nuestros hábitos alimentarios, nuestras bacterias intestinales cambian rápidamente en respuesta. Nuestras elecciones alimentarias no sólo aumentan el número de calorías que ingerimos, sino también la forma en que éstas se procesan. Pero, ¿cómo pueden las bacterias intestinales causar aumento de peso e incluso obesidad? El ritmo circadiano del tracto gastrointestinal puede ser el vínculo.
Los ritmos innatos del tracto gastrointestinal
Como todos los sistemas orgánicos, nuestro tracto gastrointestinal tiene un ritmo circadiano característico. Este ritmo viene determinado en parte por factores externos, especialmente las horas a las que comemos. Esto, a su vez, afecta a las bacterias intestinales. Las bacterias, al igual que los humanos, fijan parcialmente su reloj interno en función de las horas en las que están más activas. Cuando comemos, ellas también deben «comer».
Cambiar nuestro horario de comidas o nuestros ciclos de sueño-vigilia puede alterar drásticamente los ritmos circadianos de las bacterias de nuestro tracto gastrointestinal. Algunas bacterias florecen bajo estos cambios y pueden convertirse rápidamente en las bacterias predominantes en nuestros intestinos cuando cambiamos rápidamente nuestros ciclos de sueño-vigilia. A su vez, estas bacterias parecen contribuir al aumento de peso y la obesidad. Hasta hace poco, se creía que ésta era la razón de la relación entre el jet lag y el aumento de peso. Sin embargo, nuevas investigaciones sugieren que las propias bacterias pueden afectar a nuestros ritmos circadianos intestinales tanto como lo hacen nuestros relojes internos.
¿Pueden las bacterias intestinales «secuestrar» el ritmo circadiano?
Los investigadores estudiaron cómo una dieta rica en grasas afectaba a dos poblaciones de ratones: una con un microbioma típico y otra criada para no tener ninguna bacteria gastrointestinal. Los ratones sin bacterias GI soportaron la dieta malsana mucho mejor que el otro grupo. Cuando los investigadores analizaron los datos con más detenimiento, descubrieron que esto se debía a una proteína intestinal llamada NFIL3.
Los ratones con un microbioma normal tenían niveles más altos de una proteína llamada NFIL3. La NFIL3 es una señal importante para los intestinos, que les indica cuánta grasa deben absorber. Se libera de forma cíclica, lo que ayuda a nuestro ritmo circadiano a regular la ingesta de alimentos. Los ratones sin bacterias producen niveles extremadamente bajos de NFIL3 de forma cíclica y, por lo tanto, absorben muy poca grasa incluso cuando consumen una dieta muy rica en grasas. Al parecer, las bacterias intestinales estimulan de algún modo la producción de NFIL3 independientemente de la hora del día, secuestrando de hecho el ritmo circadiano del tracto intestinal. Esta absorción indiscriminada de grasas puede ser, a su vez, uno de los mecanismos por los que algunas bacterias intestinales provocan el aumento de peso.
Establecer un tracto gastrointestinal sano
Mantener un microbioma sano y diverso es clave para la salud de todo el organismo y un peso razonable. Si tiene dificultades para desarrollar bacterias intestinales sanas, tenga en cuenta las siguientes estrategias:
- Coma mucha fibra, especialmente de alimentos vegetales como cereales integrales, frutas y verduras.
- Rechace los alimentos refinados y procesados, como el azúcar blanco, que favorecen el crecimiento de bacterias menos saludables.
- Disfrute de alimentos fermentados como el yogur y el chucrut.
- Reduzca el consumo de antiácidos y otros medicamentos que interfieren en la salud de las bacterias intestinales.
- Mantenga estables sus ciclos de sueño-vigilia, ya que pueden afectar a su equilibrio bacteriano.
- Considere la posibilidad de tomar un suplemento probiótico diario para mantener una ingesta constante de bacterias beneficiosas.
Estos sencillos cambios pueden modificar su microbioma de forma positiva, al sembrar sus intestinos con el tipo adecuado de bacterias y desalentar el crecimiento de bacterias que contribuyen a la obesidad.
Para muchos estadounidenses, nuestras dietas han conducido a un círculo vicioso. Nuestro ritmo circadiano desregulado provoca cambios en las bacterias que, a su vez, afectan aún más a nuestro ritmo circadiano. Esto puede conducir a la obesidad y a otros problemas de salud peligrosos. Sin embargo, hay esperanza. Hay formas de lograr el equilibrio de las bacterias intestinales y cambiar así la forma en que el cuerpo metaboliza los alimentos, deteniendo el ciclo de una vez por todas.