Si comes algo entre las tres comidas principales, la insulina no podrá bajar de su pico y engordarás. Los consecuencias son más graves si no sabes mantener cerrado el frigorífico durante la noche o si tu cena suele ser rica en hidratos de carbono; por ejemplo, si consumes mucha pasta o patatas.
Esto es así porque a esas horas tardías los procesos metabólicos del cuerpo están en modo ahorro; no te olvides del cortisol, responsable de quemar grasa. Comerse una bolsa de patatas fritas o una chocolatina delante del televisor antes de irse a la cama hará que la insulina se dispare, lo que a su vez desequilibrará por completo la ghrelina y la leptina, sacándolas por completo de su ritmo habitual. Y esto, por cierto, afecta al sueño. Observa cuándo duermes mejor y te levantas más descansado: si tras una cena temprana y ligera o después de una comilona nocturna…
Como la insulina está constantemente presente, también puede hacer que nuestro cuerpo se acostumbre a ese estado. En el peor de los casos, esto favorecerá la aparición de diabetes con todas las enfermedades que conlleva. Además, los estudios más recientes han demostrado que el cuerpo humano tiene memoria. Así, si sueles picar entre horas, el cuerpo lo memoriza, y cuando se acerque la hora en la que sueles tomar algo, te lo pedirá, y lo hará cada día a la misma hora. ¡Un círculo vicioso!
Te preguntarás qué pasa con la conocida recomendación de comer cinco comidas al día… ¡Pues que es un mal consejo! Porque, al comer fuera de las tres comidas principales, los picos de insulina se disparan y nuestro depósito de grasa se va llenando cada vez más. La consecuencia es que con los años engordamos más y más. No olvides que, aunque engordar un kilo al año no parezca mucho, ¡en 10 años se habrá traducido en 10 kilos de sobrepeso!