En Occidente, la siesta se asocia sobre todo a los niños. Aunque hay culturas en las que una siesta al mediodía es normal incluso para los adultos, la mayoría de nosotros intentamos descansar por la noche. Sin embargo, las ganas de dormir a primera hora de la tarde están programadas en nosotros, y a veces son muy tentadoras. ¿Son buenas las siestas? ¿Deberíamos ceder a la tentación de una siesta rápida? La ciencia que hay detrás de estas preguntas ofrece respuestas contradictorias.
¿Nacidos para la siesta?
El ritmo circadiano controla nuestra vigilia y somnolencia. En los momentos en los que debemos estar despiertos, un cuerpo humano sano produce hormonas como el cortisol, que nos ayudan a estar más alerta. Del mismo modo, por la noche aumenta la melatonina y otras hormonas que favorecen un sueño reparador.
Los investigadores en biología circadiana han identificado una base hormonal para el común bajón de media tarde. Hay varios factores que indican que estamos preparados para la siesta de media tarde. Nuestras ondas cerebrales se asemejan a las de antes de dormir y los neurotransmisores cambian para favorecer la somnolencia en lugar de la vigilia.
Un estudio reciente sobre cronobiología ha descubierto que, cuando las personas tienen sus propios horarios y no reciben señales externas, tienden a dormir durante un breve periodo de tiempo por la tarde, además de durante periodos más largos por la noche. La siesta tiene cabida en las rutinas humanas naturales, aunque la vida moderna no siempre lo permita.
Los beneficios de la siesta
La siesta es natural, pero ¿es saludable? Las investigaciones sobre biología circadiana sugieren que puede tener claros beneficios para la salud. Las personas que duermen la siesta suelen tener la tensión arterial más baja y necesitan menos medicación antihipertensiva. Además, suelen recordar mejor y están más alerta después de la siesta, lo que les hace más productivos y menos propensos a sufrir accidentes.
¿Puede tener inconvenientes la siesta?
Aunque los investigadores y otros profesionales de la salud han identificado claros beneficios biológicos de la siesta, algunas personas también pueden tener inconvenientes. Por ejemplo, las personas que tienen problemas para dormir por la noche pueden ver cómo empeora su insomnio si duermen la siesta durante el día. Además, incluso los buenos durmientes dormirán algo menos por la noche si también duermen durante el día.
Algunas personas son más propensas a la inercia del sueño, en la que se sienten aturdidas después de despertarse. Estas personas pueden notar que una siesta les hace sentirse más cansadas.
Por último, algunos trastornos médicos pueden provocar la necesidad de dormir más durante el día. Si su necesidad de dormir la siesta es repentina, debe hablar con su médico antes de darse el capricho.
Dormir la siesta como un profesional
Si decides que una siesta diaria es una buena decisión para tu cuerpo y tu estilo de vida, hay algunas formas de sacarle el máximo partido. En primer lugar, planifique una siesta corta. Una siesta de más de 10-30 minutos le hará más propenso a tener inercia del sueño más tarde. También es prudente programar las siestas con cuidado. La mayoría de las personas tienen sueño natural a media tarde, por lo que es un buen momento para aprovechar los beneficios de la siesta sin perjudicar la productividad.
Si vas a echarte la siesta, haz que merezca la pena. Busca un lugar tranquilo donde puedas tumbarte cómodamente y dormir lo que necesites. Tómate unos minutos para despertarte y adaptarte antes de reanudar tus actividades diarias.
La siesta tiene ventajas e inconvenientes, pero en general parece ser un hábito saludable. Si sientes la necesidad de dormir un rato después de comer y tu horario te lo permite, lo más probable es que puedas disfrutar de una siesta sin efectos negativos.