Un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de Michigan confirma que el horario de verano afecta más a los noctámbulos que a los madrugadores. Los resultados del estudio, publicado en Scientific Reports, revelan diferencias significativas en el impacto del cambio de hora sobre distintos cronotipos, como el clásico madrugador o alondra y el noctámbulo.
Los investigadores sugieren una conexión genética con este diferente impacto, ya que se ha demostrado que el cronotipo tiene un vínculo genético. Debido a cómo puede afectar a la calidad del sueño y al ritmo circadiano, algunos expertos creen que el horario de verano puede tener un impacto adverso sobre la salud en general.
Los cronotipos
El cronotipo se refiere a las horas preferidas de una persona para despertarse, dormir y realizar actividades. Algunas personas prefieren madrugar, son más activas a primera hora del día y tienden a acostarse relativamente pronto. A estas personas se las conoce como madrugadores o alondras. Los búhos nocturnos, en cambio, no son partidarios de madrugar y prefieren dormir un poco más tarde. Su periodo de máxima actividad es más tarde y también parecen preferir acostarse más tarde.
En los últimos años, los investigadores han propuesto otras divisiones del cronotipo, dividiendo a las personas en cuatro grupos. Estos grupos son el oso, el lobo, el león y el delfín. Según esta perspectiva, la mayoría de las personas son osos, guiados por el sol en su vigilia y su sueño. Los osos tienden a despertarse temprano con facilidad, son más productivos antes del mediodía y se duermen con facilidad. Los lobos no son mañaneros. Su periodo más productivo es después del mediodía. Los leones se levantan antes del amanecer, son muy productivos hasta el mediodía y están listos para dormir a las 21.00 h. Los delfines tienen un sueño ligero y fácil de alterar, lo que les dificulta tener un buen horario de sueño y les deja a menudo un poco privados de él. Su periodo de mayor productividad suele ser entre las 10.00 y las 14.00 horas.
Aunque hay varios factores que pueden influir en el cronotipo, entre ellos el entorno, la genética también es un factor importante, ya que los investigadores han descubierto genes específicos relacionados con el momento de despertarse, dormir y el periodo de máxima actividad. El sexo es otro factor que puede influir en el cronotipo: los hombres tienden a un cronotipo más tardío que las mujeres.
Sin embargo, esa diferencia de género en el cronotipo disminuye con la edad, lo que sugiere que las diferencias hormonales pueden desempeñar un papel. El cronotipo puede cambiar a lo largo de la vida. Mientras que los niños tienden a ser madrugadores en general, los adolescentes suelen cambiar a un patrón más tardío. Muchos de ellos vuelven a levantarse por la mañana a medida que avanzan hacia la edad adulta. Los cambios de cronotipo también forman parte del proceso de envejecimiento.
Cómo afecta más el horario de verano a los búhos nocturnos
Los investigadores de la Universidad de Michigan descubrieron que los búhos nocturnos solían tener más dificultades para adaptarse a los cambios del horario de verano. Mientras que los madrugadores suelen tardar sólo unos días en adaptar sus patrones de sueño y vigilia al cambio brusco de hora, los noctámbulos pueden tardar una semana o más en adaptarse. Es importante, sin embargo, poner este impacto en contexto y ese contexto es mucho mayor que un par de horas de sueño perdidas por noche durante una semana o dos.
A lo largo de los años, los investigadores han observado que diversos problemas de salud se concentran en torno a los cambios de horario de verano. Entre ellos se encuentran los infartos, los accidentes de tráfico y las lesiones laborales. Las alteraciones del sueño afectan a la salud física y al bienestar mental de muchas maneras. Parte de ese impacto está relacionado con el papel que desempeña el ciclo sueño-vigilia en el mantenimiento de un ritmo circadiano saludable. El cambio de hora también afecta a una señal importante para el ritmo circadiano: la luz.
El flujo natural de la estación se produce gradualmente, lo que permite que el cuerpo se adapte, pero el cambio brusco que se produce con los cambios del horario de verano puede ser más problemático, especialmente para las personas, como los búhos nocturnos, que tardan más en adaptarse. A la luz de esta comprensión más profunda del impacto que los cambios de horario de verano pueden tener en la salud, muchos expertos están pidiendo el fin de los cambios de hora dos veces al año. Hasta que eso ocurra, lo mejor que puede hacer para reducir el impacto de los cambios de horario es prepararse para ellos.
Acomódese al cambio de hora
No espere a la noche del cambio de hora para ajustar sus horarios de sueño y vigilia. En lugar de eso, empiece a hacer los cambios poco a poco, unos minutos cada vez, una o dos semanas antes de la fecha oficial del cambio de hora. Preste especial atención a su higiene del sueño y a las señales luminosas durante este periodo de adaptación. Expóngase a diario a la luz brillante de la mañana y evite las luces artificiales brillantes, incluidas las de los dispositivos electrónicos, durante la noche, especialmente durante las dos horas anteriores a la hora de acostarse. Adapte los horarios de las comidas a los del sueño, evitando las comidas copiosas justo antes de acostarse. Asegúrese de realizar suficiente actividad física a primera hora del día. Un suplemento de melatonina también puede ayudar a hacer más fácil la transición del cambio de hora.