Aunque los conceptos asociados a la cronobiología han estado con nosotros durante siglos, sólo con la ciencia moderna hemos sido capaces de ver realmente cómo entran en juego los ritmos biológicos a nivel molecular. A medida que la ciencia puede profundizar en el estudio de los ritmos biológicos y la importancia de su sincronización, se abren nuevas posibilidades para el tratamiento de enfermedades y la protección de la salud. Entre estos nuevos potenciales se encuentra el papel de la cronofarmacología y la cronoterapéutica para optimizar los beneficios del tratamiento farmacológico y ayudar a reducir los efectos secundarios perjudiciales.
El tiempo y el ritmo son profundos
El prefijo crono proviene de la palabra griega khronos, que significa tiempo. Los ritmos tienen que ver con el tiempo y la sincronización, y pueden ser muy profundos. Quizá el ritmo más profundo sea el del día y la noche, el ritmo de vida de aproximadamente 24 horas al que evolucionaron los seres humanos. Ese ritmo circadiano y los comportamientos humanos en los que influyó, como estar activo durante el día y descansar por la noche, se entrelazaron con la mecánica de funcionamiento de nuestros cuerpos, sirviendo como factor organizador, incluso para las actividades de cada célula individual.
La cronobiología estudia los ritmos biológicos. La cronofarmacología, por su parte, se refiere a la interacción entre los ritmos biológicos y los medicamentos. La cronoterapia es la aplicación práctica de los principios de la cronofarmacología con el objetivo de programar los medicamentos teniendo en cuenta los ritmos bi ológicos para obtener el máximo beneficio y reducir al mismo tiempo los posibles efectos secundarios negativos.
El papel de la cronofarmacología en medicina
Para comprender el papel de la cronofarmacología, primero es necesario explicar los ritmos circadianos. Los ritmos circadianos influyen en innumerables procesos del organismo, incluidos los relacionados con la forma en que el cuerpo absorbe y metaboliza los fármacos y, finalmente, los elimina del organismo. Por ejemplo, puede haber una hora punta del día en la que las proteínas necesarias para que un fármaco sea absorbido por el organismo estén más disponibles. La hora del día puede desempeñar un papel real en la eficacia de un medicamento y puede influir en el equilibrio entre beneficio y toxicidad. Estos conceptos relativos al momento de tomar un medicamento para obtener un beneficio óptimo y reducir los efectos secundarios negativos no son nuevos. De hecho, la ciencia médica lleva décadas explorando los conceptos de la cronofarmacología.
Sin embargo, los ritmos biológicos humanos no son los únicos que hay que tener en cuenta en una situación médica. El parásito que causa la malaria, por ejemplo, con sus fiebres cíclicas, tiene su propio ritmo circadiano, al igual que el parásito que causa la enfermedad del sueño. Muchos patógenos tienen sus propios ritmos circadianos, al igual que ciertos tipos de células cancerosas. La cronofarmacología y la cronoterapéutica modernas están evolucionando para poder adaptarse mejor a la posibilidad de que haya múltiples ritmos en juego a la hora de determinar el momento más ventajoso para diseñar un plan de tratamiento farmacológico.
Cáncer, enfermedades cardiovasculares y cronofarmacología
El cáncer y las enfermedades cardiovasculares, dos de las principales causas de muerte, desempeñaron un papel importante en el desarrollo de la psicofarmacología moderna. En estas dos áreas de enfermedad se produjeron algunos de los primeros éxitos de la cronoterapia.
Se demostró que el momento de administración de los medicamentos contra el cáncer influía en la eficacia de los fármacos y en su toxicidad en las pruebas clínicas. Hoy en día, los investigadores médicos también pueden tener en cuenta el ritmo circadiano variable de las células cancerosas y dirigirlo a un momento aún más preciso de la medicación.
En cuanto a las enfermedades cardiovasculares, los investigadores descubrieron que los episodios cardiacos, como el ictus, la angina de pecho y el infarto de miocardio, parecen estar influidos por un ritmo circadiano, siendo más probable que se produzcan por la mañana. Eso llevó a los investigadores a trabajar con el calendario de los medicamentos con el objetivo de proporcionar el apoyo medicinal necesario en el momento correcto para evitar eventos cardíacos importantes.
El horario de los medicamentos y otras enfermedades y trastornos de la salud
La artritis reumatoide es una enfermedad autoinmune que, según investigaciones recientes, puede beneficiarse de un enfoque cronoterapéutico. Ajustando el horario de los medicamentos, sobre todo de los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) como la aspirina, el naproxeno y el ibuprofeno, y del inmunosupresor metotrexato, estos fármacos pueden alcanzar su máxima eficacia por la mañana, cuando los síntomas suelen ser peores.
También se ha demostrado que elasma, más propensa a producir síntomas más graves por la noche, y las alergias se benefician de la sincronización de los fármacos. El enfoque cronoterapéutico es también una herramienta muy valiosa en el tratamiento de la diabetes. Los investigadores también están estudiando el impacto potencial de la cronofarmacología en el tratamiento de los trastornos del sueño y la depresión, con resultados alentadores.
Tratamiento específico, más seguro y eficaz
La cronofarmacología y la cronoterapéutica modernas ofrecen grandes ventajas en el uso de fármacos para el tratamiento de enfermedades. Todos hemos visto los anuncios de medicamentos con la larga lista de posibles efectos secundarios. A pesar de lo necesarios que pueden ser los fármacos en el tratamiento de las enfermedades, a menudo el tratamiento farmacológico conlleva una contrapartida. Muchos fármacos conllevan el riesgo de efectos secundarios importantes, incluso de toxicidad.
El papel de la cronofarmacología en la apertura de nuevos potenciales ayudará a reducir el riesgo de daños al tiempo que se maximiza la eficacia de los fármacos. Y, como siempre, los científicos están yendo aún más lejos, buscando formas de actuar sobre los ritmos biológicos de patógenos, parásitos y células enfermas, al tiempo que trabajan con los ritmos circadianos de cada paciente para elaborar planes de tratamiento farmacológico más específicos, seguros y eficaces.