El sueño ayuda a consolidar nuestra memoria para asociaciones complejas, favoreciendo nuestra capacidad para completar recuerdos de acontecimientos enteros. Los investigadores saben desde hace tiempo que el sueño consolida nuestros recuerdos de hechos y acontecimientos episódicos. Sin embargo, las investigaciones anteriores se habían centrado principalmente en asociaciones simples, es decir, conexiones entre elementos, como las que hacemos al aprender vocabulario nuevo. En la vida real, sin embargo, los acontecimientos suelen constar de varios componentes -por ejemplo, un lugar, personas y objetos- que se relacionan entre sí en el cerebro.
Estas asociaciones pueden variar en intensidad, y algunos elementos pueden estar conectados sólo indirectamente. Gracias a las conexiones neuronales que subyacen a estas asociaciones, una sola pista suele bastar para recordar no sólo aspectos individuales de un acontecimiento, sino varios aspectos a la vez. Este proceso, conocido como compleción de patrones, es una característica fundamental de la memoria episódica. Lutz es el autor principal de un estudio publicado recientemente en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), en el que se investigan los efectos del sueño en el recuerdo de acontecimientos tan complejos.
Cómo almacena el sueño contenidos complejos
Después de que los participantes en el estudio hubieran aprendido acontecimientos con asociaciones complejas, en una condición pasaron la noche en un laboratorio del sueño donde se les permitió dormir como de costumbre, mientras que en otra condición tuvieron que permanecer despiertos toda la noche. En ambas condiciones, los participantes podían pasar la noche siguiente en casa para recuperarse. A continuación, se les sometió a pruebas para comprobar si eran capaces de recordar diversas asociaciones entre elementos de los sucesos aprendidos.
Los investigadores pudieron demostrar que el sueño fortalece especialmente las asociaciones débiles y refuerza las nuevas asociaciones entre elementos que no estaban directamente relacionados durante el aprendizaje. Además, la capacidad de recordar juntos varios elementos de un suceso después de que se les presentara una única pista era mejor después de dormir que en la situación en la que los participantes habían permanecido despiertos. Esto demuestra lo importante que es el sueño para completar información parcial y procesar acontecimientos complejos en el cerebro.
Al observar la actividad cerebral de los participantes durante el sueño, los autores del estudio también pudieron demostrar que la mejora en el rendimiento de la memoria está relacionada con los llamados husos del sueño, es decir, ráfagas de actividad oscilatoria neuronal durante el sueño que se asocian con la consolidación activa del contenido de la memoria, lo que se produce mediante la reactivación de las estructuras neuronales subyacentes durante el sueño. Este hallazgo sugiere que los husos de sueño desempeñan un papel importante en la consolidación de asociaciones complejas que subyacen a la finalización de recuerdos de acontecimientos enteros.
Según Lutz y Besedovsky, los efectos observados del sueño sobre la memoria pueden considerarse una importante adaptación del cerebro humano, ya que ayuda a las personas a formarse una imagen más coherente de su entorno, lo que a su vez les permite hacer predicciones más completas sobre acontecimientos futuros. Según los investigadores, estos hallazgos revelan una nueva función a través de la cual el sueño puede proporcionar una ventaja evolutiva y abren nuevas perspectivas sobre cómo almacenamos y recuperamos información sobre acontecimientos complejos y múltiples.
Recordar caras y nombres
Para quienes rara vez olvidan una cara pero tienen dificultades con los nombres, la cura para mejorar la capacidad de aprendizaje podría ser un sueño reparador. Una investigación de la Universidad Northwestern muestra cómo la reactivación de la memoria durante el sueño afecta al aprendizaje de caras y nombres. Los investigadores descubrieron que el recuerdo de nombres mejoraba significativamente cuando la memoria de las asociaciones cara-nombre recién aprendidas se reactivaba durante el sueño. La clave de esta mejora era el sueño profundo ininterrumpido.
El equipo de investigación descubrió que en los participantes del estudio en los que las mediciones del EEG (un registro de la actividad eléctrica del cerebro captado por electrodos en el cuero cabelludo) indicaban un sueño alterado, la reactivación de la memoria no ayudaba e incluso podía ser perjudicial. Sin embargo, para los que durmieron sin interrupciones a las horas específicas de las presentaciones de audio, la reactivación produjo una mejora relativa, ya que fueron capaces de recordar una media ligeramente superior a 1,5 nombres más. Cuando se volvía a mostrar cada rostro, se les pedía que lo nombraran. Tras el ejercicio de aprendizaje, los participantes se echaron una siesta mientras los investigadores vigilaban cuidadosamente la actividad cerebral mediante mediciones de EEG. Cuando los participantes alcanzaban el «sueño profundo N3», algunos de los nombres se reproducían en voz baja a través de un altavoz con música asociada a una de las clases. Cuando se despertaban, se les volvía a examinar para que reconocieran las caras y recordaran el nombre asociado a cada una de ellas.