Un nuevo estudio, que se suma al creciente número de pruebas que relacionan la duración y la calidad del sueño con la salud, revela una relación entre la falta de sueño y el riesgo de lupus en las mujeres. Publicado en Arthritis Care and Research, el nuevo estudio se basa en datos sanitarios de 186.072 mujeres obtenidos a través del Nurses’ Health Study (NHS). Curiosamente, este nuevo estudio confirmó la asociación entre la falta de sueño y el aumento del riesgo de lupus hallada en un estudio de 2006 que utilizó ratones como sujetos.
La relación entre el sueño insuficiente y escaso y el riesgo de padecer enfermedades autoinmunes se lleva estudiando desde hace años, y los científicos buscan activamente una comprensión más profunda de los mecanismos implicados.
La relación entre la falta de sueño y el riesgo de lupus
El nuevo estudio fue realizado por un equipo de investigadores afiliados al Brigham and Women’s Hospital de Boston. El objetivo del estudio era determinar si la privación crónica del sueño aumentaba o no el riesgo de desarrollar lupus eritematoso sistémico (LES), descrito por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) como la forma más común de la enfermedad autoinmune lupus. Los investigadores revisaron los datos recopilados entre 1986 y 2017 a través del NHS y el NHSII.
El estudio confirmó las teorías sobre el impacto de la falta de sueño en el riesgo de lupus. Los datos revelaron que existía una clara asociación entre la privación crónica de sueño y el riesgo elevado de lupus. Esta asociación se mantuvo cuando los investigadores ajustaron otros factores, como la depresión, el trabajo por turnos y el dolor corporal, y también cuando revisaron los datos utilizando un enfoque de análisis con cuatro años de retraso.
Definición de privación del sueño
En el estudio, los investigadores del Hospital Brigham and Women’s definieron la privación de sueño como el hecho de dormir cinco horas o menos por noche. Sin embargo, la definición más utilizada es simplemente no dormir la cantidad de horas recomendada para cada grupo de edad.
Para los adultos, la recomendación estándar es un mínimo de siete horas completas, aunque normalmente la cantidad oscila entre siete y nueve horas, ya que las personas pueden variar en cuanto a sus necesidades de sueño. La privación crónica de sueño se define generalmente como la falta de sueño suficiente durante tres meses o más.
Mecanismos que pueden estar implicados en el riesgo de enfermedades autoinmunes
Una revisión exhaustiva de las teorías y pruebas que relacionan la privación de sueño con el riesgo de enfermedades relacionadas con el sistema inmunitario, incluidas las enfermedades autoinmunitarias, publicada en 2021, analizó los posibles mecanismos implicados en los elevados riesgos que han revelado numerosos estudios a lo largo de los años. El sueño desempeña un papel importante en el buen funcionamiento del sistema inmunitario. Por lo tanto, es lógico que las alteraciones y deficiencias del sueño repercutan en el funcionamiento inmunitario y en la salud en general.
En lo que respecta específicamente a la privación del sueño y el aumento del riesgo de enfermedades autoinmunes como el lupus eritematoso sistémico (LES), la artritis reumatoide y la esclerosis sistémica, los principales mecanismos que parecen estar implicados en ese elevado riesgo tienen que ver con una inflamación excesiva o mal regulada o con respuestas inflamatorias. La falta de sueño, por ejemplo, puede provocar un aumento inadecuado de la producción de múltiples tipos de citoquinas proinflamatorias. También puede alterar la capacidad de las células T reguladoras CD4 para suprimir una respuesta inmunitaria excesiva. Este tipo de disfunciones e interrupciones pueden contribuir a aumentar la probabilidad de desarrollar una enfermedad autoinmune.
La falta de sueño afecta a la salud de muchas maneras
Por muy interesante que sea la relación entre la privación del sueño y el lupus y otras enfermedades autoinmunes, existen muchas otras formas en las que no dormir lo suficiente puede afectar negativamente a la salud. La falta de sueño se asocia a un mayor riesgo de padecer una amplia gama de enfermedades y trastornos crónicos de la salud. Entre ellas se encuentran las enfermedades cardiovasculares, la obesidad, la diabetes de tipo 2, los trastornos metabólicos y ciertos tipos de cáncer, como el de mama, próstata y colorrectal. Existen pruebas de que la deficiencia crónica de sueño puede tener un papel causal en algunas enfermedades neurodegenerativas, como la enfermedad de Alzheimer, la enfermedad de Parkinson y la esclerosis múltiple, en lugar de ser sólo un resultado de dichas enfermedades.
Además de contribuir a una serie de dolencias y enfermedades físicas, así como a un mayor riesgo de accidentes de tráfico y lesiones laborales, la privación de sueño también puede tener un impacto negativo en la salud mental y el rendimiento cognitivo. Quienes habitualmente no duermen lo suficiente tienen un mayor riesgo de desarrollar ansiedad, depresión y trastornos del estado de ánimo. Las deficiencias de sueño pueden provocar falta de motivación, irritabilidad y una menor capacidad para controlar las emociones. El control de los impulsos puede verse afectado, al igual que las funciones de la memoria y el aprendizaje.
Dormir es una cuestión de salud
Ya es hora de que se entienda que el sueño es una cuestión de salud, y además importante. Para disfrutar de una salud óptima, hay que dormir bien -tanto en duración como en calidad- de forma regular.
Hay pruebas claras y abundantes de que el sueño debe ser una prioridad para la salud, algo que hay que tener en cuenta a la hora de negociar o crear el horario de trabajo y tomar otras decisiones sobre el estilo de vida. Cuando tome decisiones para los niños, como las actividades extraescolares, asegúrese de tener en cuenta el impacto en su horario de sueño. Al fin y al cabo, es una cuestión de salud, tanto a corto como a largo plazo.