Hay muchas razones para limitar la exposición a los insecticidas. Según un nuevo estudio, entre ellas puede estar la interferencia con las vías de la melatonina y un mayor riesgo de diabetes.
¿Cuánto sabe sobre los ingredientes de sus insecticidas preferidos? El carbaril y el carbofurano son ingredientes comunes en muchos de ellos, y objeto de un estudio reciente. Estos insecticidas son químicamente similares a la melatonina, la hormona que regula el sueño, el metabolismo y otros procesos biológicos importantes. De hecho, ambos son tan similares a la melatonina que pueden unirse a los receptores de melatonina y provocar algunas de las mismas reacciones. Esta activación de los receptores de melatonina puede provocar alteraciones del ritmo circadiano y síndrome metabólico, entre otros efectos nocivos.
Melatonina y radicales libres
La mayoría de la gente asocia la melatonina con el sueño. Aunque esta hormona desempeña un papel muy importante en la preparación de nuestro cuerpo para el sueño nocturno y nos ayuda a obtener el descanso que necesitamos, también tiene otras funciones en la salud humana. La melatonina indica a nuestras células que ha llegado el momento de reparar el ADN, liberar las toxinas acumuladas durante el día y recuperarse de forma que podamos despertarnos sintiéndonos renovados. La melatonina también es muy importante en la regulación de nuestras actividades metabólicas. Esta es la razón por la que las personas que trabajan por turnos o no duermen lo suficiente tienen un mayor riesgo de desarrollar diabetes y otras enfermedades metabólicas.
Una de las funciones menos conocidas pero más importantes de la melatonina es la de eliminadora de radicales libres o antioxidante. Nuestras células producen formas reactivas de oxígeno en las reacciones metabólicas diarias. Si no se eliminan, pueden dañar las células de forma permanente. Peor aún, pueden dañar el ADN y provocar cáncer, así como otras enfermedades graves. La melatonina nos protege de las toxinas que encontramos tanto en nuestro entorno como en nuestro propio cuerpo, además de ayudarnos a descansar y regenerarnos. Dado que esta hormona desempeña muchas funciones en la salud, la exposición a sustancias químicas que activan los receptores de melatonina puede ser destructiva para la salud.
¿Cómo pueden los insecticidas aumentar el riesgo de diabetes?
Si la melatonina es buena, ¿cómo pueden ser malas las sustancias químicas que la imitan? Como en tantos otros ámbitos, el momento oportuno lo es todo. Tanto la cantidad de melatonina liberada como el momento en que se libera están estrechamente controlados en nuestro organismo, ya que son importantes para su funcionamiento. La melatonina se libera en cantidades muy específicas y a horas muy concretas, en respuesta tanto a señales internas como a información de nuestro entorno. Cuando estos insecticidas se unen a los receptores de melatonina, inducen actividades en el momento y en las cantidades equivocadas. Además, los circuitos de retroalimentación negativa que rigen los niveles de melatonina pueden verse afectados, lo que conduce a una menor liberación de melatonina cuando realmente se necesita.
Según la autora principal del estudio, Margarita L. Dubocovitch PhD,
«Al interactuar directamente con los receptores de melatonina en el cerebro y los tejidos periféricos, las sustancias químicas ambientales, como el carbaril, pueden alterar procesos fisiológicos clave que conducen a ritmos circadianos desajustados, patrones de sueño y funciones metabólicas alteradas que aumentan el riesgo de enfermedades crónicas como la diabetes y los trastornos metabólicos».
Un nivel bajo de melatonina aumenta el riesgo de diabetes, y la melatonina liberada a horas inadecuadas puede tener un efecto similar.
¿Son estos insecticidas los únicos productos químicos que tienen este efecto? Nuestro entorno está lleno de sustancias químicas que benefician nuestro modo de vida moderno. Sin embargo, estas sustancias químicas pueden interactuar con nuestro organismo de formas desconocidas o difíciles de comprender. Mientras tanto, limitar la exposición a estos dos insecticidas parece ser una forma importante de mantener un ritmo circadiano saludable y reducir el riesgo de diabetes y otras enfermedades metabólicas.