Cuando ganamos una hora el primer domingo de noviembre por la vuelta a la hora estándar, nuestro reloj interno se adapta mejor que en primavera, cuando el horario de verano nos hace perder una hora de sueño. El cronobiólogo alemán Dr. Jan-Dirk Fauteck ha evaluado los datos científicos sobre este cambio de hora bianual y, para las personas con problemas cardiovasculares, da el visto bueno al cambio de hora en otoño. Al parecer, el regalo de unas horas nocturnas más largas es percibido como una bendición por nuestro organismo. El primer lunes y el primer martes tras la entrada en vigor del cambio de hora otoñal, se han observado entre un 5% y un 10% menos de infartos y otros problemas cardiacos, en comparación con la media. Sin embargo, en primavera el panorama es muy distinto…
En las 200 principales ciudades estadounidenses estudiadas, los lunes siguientes al cambio al horario de verano de primavera, o DST, la navegación por Internet y el alcance de las actividades en las redes sociales aumentaron considerablemente en comparación con los lunes anteriores y posteriores. En la revista Applied Psychology, también se informó de un aumento significativo de la privación de sueño.
Aunque esto no suene muy amenazador para nuestra salud, otras cifras reflejan en realidad implicaciones más graves.
El horario de verano y los efectos sobre la salud
Exploremos primero los efectos del cambio de hora en la salud del corazón. En marzo de 2013, el Colegio Americano de Cardiología reveló en su revista que el lunes siguiente a ajustar la hora solo una hora hacia delante, la probabilidad de sufrir un infarto aumentaba un 25%. La Universidad de Alabama determinó un aumento del 10 por ciento de infartos y otros ataques graves tanto el lunes como el martes tras la introducción del horario de verano en primavera.
Para los científicos suecos del extremo norte de Europa, el primer martes del horario de verano de primavera es un día especialmente peligroso. A la inversa, esas mismas estadísticas disminuyen en el mismo orden y en igual proporción los lunes y martes posteriores al cambio de nuevo a la hora estándar en otoño. Un cierto tipo de dolor de cabeza que se siente sólo en la mitad de la cabeza y que puede durar días o semanas aparentemente también puede ser desencadenado por el cambio de hora en primavera. En este sentido, la gente parece tolerar mejor el cambio de hora en otoño, el último domingo de octubre.
Los datos del sector de los seguros también apuntan en esta dirección. Un aumento correlativo y llamativo de los accidentes de tráfico puede explicarse por la disminución del estado de alerta. Esto también se aplica a las lesiones e incidentes en los lugares de trabajo en los que el rendimiento físico forma parte del trabajo.
El ritmo circadiano se extiende a lo largo de las 24 horas que componen un día y sirve principalmente para controlar la liberación de hormonas. En este papel, actúa como motor principal de las emociones, de sensaciones como el hambre y de la necesidad de dormir. Ahora, científicos de todo el mundo tienen una idea de cómo el reloj interno del cuerpo humano registra notablemente el cambio supuestamente menor de 60 minutos asociado al horario de verano.
Los investigadores atribuyen a las alteraciones del ciclo habitual del sueño y a sus efectos sobre las hormonas del estrés el aumento significativo de los infartos de miocardio en los primeros días tras la introducción del horario de verano en primavera. Las hormonas del estrés son mensajeros especiales inducidos para ajustar los órganos a condiciones cambiantes y potencialmente difíciles.
La idea del horario de verano fue propuesta en el siglo XVIII por el científico Benjamin Franklin para quemar menos velas y aprovechar mejor la luz solar. Pero las pocas décadas transcurridas desde su introducción en 1966 no han sido suficientes para permitir biológicamente que nuestros relojes internos se ajusten una hora en una sola noche.
Los cambios horarios de este tipo son cualquier cosa menos insignificantes para el organismo. Las hormonas responsables del impulso y la adaptación, como el cortisol y sustancias relacionadas, en realidad cambian los genes que están asociados con el desarrollo de procesos de inflamación celular silenciosa en el cuerpo. El resultado es una sobrecarga del sistema cardiovascular. En tales situaciones, las funciones del sistema inmunitario también se ven restringidas y, en conjunción con otros factores de riesgo, aumenta la probabilidad de padecer diabetes o incluso cáncer.
Los cambios biológicos específicos pueden medirse con precisión. Los niveles elevados de la hormona esteroide corticosteroide de las glándulas suprarrenales ralentizan la formación de nuevas células nerviosas en la región del hipocampo del cerebro. La falta de sueño puede provocar hambre durante el día aunque la persona no esté cansada, por lo que también puede contribuir a la obesidad, a una condición prediabética o a la resistencia a la insulina.
Formas de reducir los riesgos para la salud del horario de verano
Los médicos antienvejecimiento, como el cronobiólogo Dr. Jan-Dirk Fauteck, también observan signos de alteración de la producción de la hormona del crecimiento HGH que normalmente se libera durante el sueño, una alteración que contribuye claramente al envejecimiento prematuro.
Nuestro estilo de vida moderno dicta que muchas personas ignoran el ritmo de sus relojes internos de formas distintas a seguir los cambios de hora semestrales. La medicina antienvejecimiento recomienda las siguientes acciones para mantener al mínimo las alteraciones de la salud causadas por los cambios de hora estacionales:
- Evite ver la televisión al menos una hora antes de acostarse.
- Exponerse regularmente a la luz del sol, ya que sincroniza el reloj corporal.
- Si es posible, duerma en total oscuridad.
- Utilice sólo luces naranjas, amarillas o rojas por la noche.
- Duerma a la temperatura ambiente ideal de 60-68°F; no más caliente de 70°F.
- Tome un baño caliente 90-120 minutos antes de acostarse para preparar el cuerpo para el sueño.
- No estreses tus sentidos por la mañana con un despertador ruidoso y estridente.
- Lo ideal es empezar el día con 10 ó 15 minutos de sol.
Mantenga los campos electromagnéticos (CEM) fuera del dormitorio. Los CEM interrumpen la energía de la glándula pineal y, por tanto, también afectan a la producción de melatonina. Aparte de eso, los CEM tienen otros efectos biológicos negativos adicionales que se notan especialmente por la noche.