Para mucha gente, el invierno es una época de festividades. Además de las vacaciones y las fiestas, a menudo se practican deportes al aire libre y se disfrutan las vacaciones de invierno. El invierno también trae consigo sus propios placeres estacionales, como los muñecos de nieve, los calcetines de punto y las largas y acogedoras veladas junto a la chimenea. Sin embargo, algunas personas no disfrutan tanto de los meses fríos como el resto de nosotros.
Para las personas afectadas por el trastorno afectivo estacional (TAE), el invierno puede ser un calvario de meses de fatiga y depresión. ¿Qué es esta devastadora enfermedad? ¿Por qué algunas personas caen presas de ella mientras que otras simplemente pueden disfrutar de la estación más fría del año?
¿Qué es el trastorno afectivo estacional?
El trastorno afectivo estacional es algo más que la tristeza invernal. Las personas que padecen este trastorno caen en una depresión grave en invierno que es difícil de tratar. Junto con sentimientos de tristeza y desesperanza, sufren fatiga, pensamiento confuso, cambios en los hábitos alimentarios e incluso alteraciones del sueño.
Científicos y médicos creen que la desregulación del ritmo circadiano es una parte fundamental del desarrollo del TAE. A medida que los días se hacen más oscuros y cortos, perdemos una poderosa señal para nuestros relojes internos: la luz. La luz sombría y tenue del invierno no es suficiente para ayudar a algunas personas a mantener su ritmo circadiano. Como resultado, sus relojes internos se vuelven cada vez más desregulados, dejando sus ciclos de sueño, apetitos y emociones en desorden.
¿Por qué la gente tiene depresión invernal?
Vivir lejos del ecuador en un lugar con inviernos largos y oscuros es el principal factor causante del trastorno afectivo estacional. Sin embargo, no todas (ni siquiera la mayoría) de las personas que viven en estas zonas padecen el trastorno. Aunque es imposible predecir quién padecerá el trastorno afectivo estacional, existen algunos rasgos que, según las investigaciones, aumentan las probabilidades de que una persona lo padezca.
La ubicación geográfica es la variable más importante a la hora de desarrollar esta enfermedad. Si vive en una zona como Florida o el Mediterráneo, donde el invierno todavía tiene mucha luz solar, seguirá recibiendo suficiente sol natural para mantener su ritmo circadiano. En cambio, las personas que viven cerca del ecuador, en Alaska o Siberia, son las que corren un mayor riesgo.
La predisposición genética a la depresión también parece influir. Las personas que han padecido otros tipos de trastornos del estado de ánimo tienen un riesgo mucho mayor de desarrollar TAE. Incluso tener un familiar con una enfermedad mental puede aumentar las probabilidades.
Los investigadores han aislado una mutación genética que parece contribuir en gran medida al trastorno afectivo estacional. Las personas que tienen esta mutación son menos sensibles a la luz y, por tanto, necesitan exposiciones más fuertes para mantener su ritmo circadiano a tiempo. Las personas portadoras de esta mutación parecen tener una probabilidad mucho mayor de desarrollar trastorno afectivo estacional, con tasas superiores a la mitad en algunos estudios.
Sin embargo, ninguno de estos factores de riesgo garantiza que se vaya a padecer la tristeza invernal. Incluso entre las personas que tienen una predisposición genética a esta enfermedad, algunas nunca la desarrollarán. ¿Por qué estas personas están protegidas y otras no? Un nuevo estudio plantea esta pregunta y encuentra una respuesta interesante.
El papel de los transportadores de serotonina en el TAE
Los receptores de serotonina desempeñan un papel vital en la depresión y son el objetivo de muchos fármacos antidepresivos populares. Estos transportadores eliminan la serotonina, también conocida como la hormona de la felicidad, de nuestro cerebro. Esta limpieza es importante, pero también puede contribuir a la depresión. Cuando eliminamos la serotonina con demasiada rapidez, nos quedamos sin sus potentes efectos estimulantes del estado de ánimo.
Los investigadores observaron a un grupo de personas que tenían el gen del trastorno afectivo estacional pero no padecían la enfermedad. Descubrieron que estas personas tenían una actividad muy interesante de los receptores de serotonina. En invierno, sus cuerpos producían menos receptores de serotonina, por lo que tenían mucha más cantidad de esta sustancia bioquímica que produce felicidad. Esto les hacía resistentes a la depresión.
Este estudio podría cambiar la forma de tratar el TAE y otros trastornos del ritmo circadiano estacional. En la actualidad, estos trastornos se tratan principalmente tratando de sincronizar el ritmo circadiano. Se recurre a la exposición diaria a luces brillantes y a suplementos de melatonina por la noche para imitar los efectos fisiológicos de las estaciones más cálidas. Sin embargo, los medicamentos que afectan a la serotonina también pueden tener un efecto positivo sobre el TAE.
Mantener el buen humor en una estación oscura
Incluso las personas que no padecen trastorno afectivo estacional pueden sentirse más fatigadas o decaídas durante el invierno. Sin embargo, hay algunos cambios en el estilo de vida que pueden marcar una gran diferencia. Por ejemplo
- utilizar luces brillantes durante el día para emular los niveles de luz del verano
- bajar la intensidad de las luces y guardar las pantallas a altas horas de la noche
- comer, dormir y hacer ejercicio a la misma hora del día
- tomar suplementos de melatonina por la noche
- en general, cuidarse bien, haciendo mucho ejercicio y llevando una dieta sana.
Aunque el invierno es largo y oscuro, también puede ser una época de unión y alegría. Mantener tu ritmo circadiano en su horario natural te dará la mejor oportunidad posible de disfrutar del frío este año.