Cuando se trata de lo que queremos frente a lo que necesitamos, nuestros hábitos de sueño no son diferentes y nuestros patrones únicos de sueño son una de las áreas donde el comportamiento humano individual y las necesidades biológicas varían más. Aunque algunas personas se levantan temprano por la mañana de forma natural mientras que otras no pueden conciliar el sueño hasta medianoche, por regla general, la mayoría de la gente necesita entre siete y nueve horas de sueño, pero una pequeña cantidad necesita tan sólo cuatro horas. Incluso los trastornos del sueño son tan únicos como la persona que los padece. Según una nueva investigación sobre el sueño vinculado a los genes, esto puede deberse a una amplia variedad de factores hereditarios que interactúan con señales ambientales y conductuales.
¿Cómo se relaciona el sueño con los genes?
Hubo un tiempo en que las horas de sueño se consideraban un indicador de moralidad y ética laboral. Las personas que necesitaban dormir más por la noche o echarse una siesta de vez en cuando eran consideradas perezosas. Sin embargo, nuevas investigaciones sobre el sueño y la genética ofrecen una explicación muy distinta. Los investigadores criaron moscas de la fruta con necesidades de sueño extremas: un grupo de moscas dormía sólo tres horas al día, mientras que el otro dormía la friolera de dieciocho horas. Esto se consiguió mediante la cría selectiva de moscas con determinados comportamientos de sueño, sin ninguna adición, supresión o modificación de genes. A continuación, el equipo de investigación comparó los genomas de los dos grupos.
Los resultados fueron sorprendentes. No sólo los genomas de los dos grupos de moscas eran diferentes, sino que también lo eran en muchos aspectos. De hecho, los dos grupos de moscas presentaban 126 diferencias genéticas significativas en 80 genes diferentes. Esto sugiere que el sueño está influido por una amplia variedad de genes en diferentes cromosomas. Sin embargo, había una buena noticia: Ninguno de los grupos de moscas presentaba problemas graves de salud ni una esperanza de vida reducida. Tanto si se necesitan tres horas de sueño como 18, se puede mantener una buena salud simplemente durmiendo la cantidad de horas necesaria para sentirse adecuadamente descansado. Para la mayoría de las personas, esto supone entre siete y nueve horas de sueño ininterrumpido cada noche.
¿Búho nocturno o alondra matutina? La diferencia puede estar en tu ADN
Este estudio se suma a un creciente número de trabajos que sugieren que el sueño es más genético de lo que creíamos. Otro estudio publicado el año pasado identificó dos genes que parecen influir en si somos búhos nocturnos o alondras matutinas. CRY1 y BMAL2, ambos genes relacionados anteriormente con el ritmo circadiano, ayudan a coordinar nuestros ritmos circadianos internos con las señales del mundo exterior. Cuando estos genes sufren mutaciones o disfunciones, las personas pueden descubrir que se duermen antes que los demás o, por el contrario, tienen dificultades para conciliar el sueño cuando llega la hora de acostarse.
Esta pequeña diferencia genética puede tener un impacto sorprendentemente grande en la vida de las personas. Cuando los cuerpos de las personas no están sincronizados con el resto del mundo, a menudo no pueden conciliar el sueño que necesitan en los momentos en que sus cuerpos están más preparados para hacerlo. Los resultados son similares a los del jet lag, salvo que se producen en un amplio intervalo de tiempo. Esto, a su vez, puede exponer a las personas al riesgo de padecer diversas enfermedades, como cardiopatías y diabetes de tipo 2.
Madre insomne, hijo insomne
Tendemos a pensar que los trastornos del sueño son una cuestión de comportamiento. De hecho, muchos de los tratamientos más eficaces para estos trastornos son conductuales. Sin embargo, existen pruebas considerables de que el insomnio en particular es parcialmente hereditario. Desde hace tiempo se ha observado que el insomnio parece deberse tanto a la herencia como a factores ambientales y conductuales.
Las madres, en particular, parecen ser importantes en el desarrollo del insomnio. Los investigadores que sometieron a madres e hijos a estudios del sueño descubrieron que los hijos de madres con insomnio tenían problemas para conciliar el sueño y permanecer dormidos. Se despertaban antes y pasaban más tiempo durmiendo en sueño ligero no REM, que es la fase menos reparadora. Aunque en parte se trata de algo genético, los investigadores también postulan que el comportamiento del sueño durante el embarazo puede, de algún modo, marcar pautas de por vida para el feto en crecimiento.
Dormir lo necesario
Aunque la causa de sus noches de insomnio sea genética, existen formas probadas de controlar su ritmo circadiano. Muchas de estas intervenciones son seguras y naturales y no tienen efectos secundarios. Por ejemplo, se ha comprobado que practicar una buena higiene del sueño ayuda a las personas con trastornos del sueño a conciliar el sueño y a permanecer dormidas. Esto incluye mantener un dormitorio tranquilo, apagar las luces y las pantallas antes de acostarse y evitar realizar actividades estresantes en la cama. Los suplementos de melatonina, que imitan la liberación natural de melatonina por el organismo, también pueden ayudar a aumentar la duración y la calidad del sueño. Si tiene dificultades para dormir lo suficiente o para sentirse descansado, es importante que hable con un médico para recibir el tratamiento que necesita.
¿Está el sueño relacionado con los genes y la herencia? La respuesta parece ser sí… y no. Ya conocemos muchos genes que pueden determinar factores como cuánto tiempo duermes y cuándo te apetece dormir de forma natural. Es probable que en futuras investigaciones descubramos más cosas sobre estos genes y su efecto en el cuerpo humano. Sin embargo, el comportamiento también puede influir enormemente en el ritmo circadiano. El sueño, como muchos otros factores, parece ser una compleja mezcla de naturaleza y crianza.