Hubo un tiempo en que la mayoría de los seres humanos pasaban sus días al sol. En los tiempos modernos, sin embargo, la mayoría de nosotros trabajamos en interiores bajo luz artificial. ¿Cómo afecta esto a nuestra salud y niveles de energía? Un nuevo estudio analiza cómo la luz natural diurna de distintas longitudes de onda nos afecta de forma diferente a la luz interior.
La importancia de la luz diurna en la salud humana
Los seres humanos evolucionaron para tener ritmos circadianos que reflejan los ritmos del sol. La presencia (o ausencia) de luz solar indica a nuestros cerebros cuándo es el momento de despertarse y dormir, además de servir como señal para otros procesos biológicos.
Cuando nuestros ojos se exponen a la luz, se producen varios procesos. En primer lugar, nuestras pupilas cambian de tamaño, dilatándose (aumentando de tamaño) o contrayéndose (disminuyendo de tamaño) para permitir la entrada de la cantidad de luz necesaria para una buena visión. En segundo lugar, nuestras retinas envían mensajes a zonas especializadas de nuestro cerebro para indicarles que estamos expuestos a la luz y que, por tanto, debemos permanecer despiertos. Nuestros cerebros liberan hormonas asociadas a la vigilia y suprimen la liberación de melatonina para ayudarnos a sentirnos lo más alerta posible.
Aunque así es como hemos evolucionado, nuestras vidas han cambiado enormemente en los últimos cientos de años. La mayoría de nosotros ya no estamos expuestos a una luz natural brillante durante todo el día. En su lugar, pasamos los días en interiores, con iluminación artificial como lámparas y fluorescentes. ¿Cómo afecta esto a nuestras vidas? Los investigadores se propusieron responder a esta pregunta.
¿Viven los humanos modernos en una oscuridad biológica?
Los seres humanos modernos han cambiado la luz solar natural por lámparas fluorescentes y otros tipos de iluminación artificial. ¿Nos afecta esto a nivel fisiológico? ¿Nuestros cuerpos reaccionan de la misma manera a la luz artificial que a la luz solar natural?
Para averiguarlo, los investigadores llevaron a un grupo de voluntarios a un laboratorio especial. Se les expuso a distintas longitudes de onda de luz durante tres horas seguidas. Todos los participantes pasaron un bloque de tiempo bajo una luz muy tenue, seguido de otro bajo una luz de diferentes longitudes de onda. Algunas de estas luces estaban diseñadas para imitar a la perfección la luz natural exterior, mientras que otras eran más parecidas a las luces de interior. Se midieron sus respuestas pupilares, es decir, cómo se dilatan y contraen nuestras pupilas en respuesta a la luz. Además, los sujetos de la prueba tenían que informar de lo somnolientos o alerta que se sentían a lo largo de las distintas exposiciones a la luz.
Se observó que los sujetos tenían una mayor respuesta pupilar a la luz que imitaba la luz natural exterior. Además, declararon sentirse mucho menos somnolientos que con la luz tenue y artificial.
Esto plantea muchas preguntas sobre cómo nos afecta a todos la exposición a lo largo del día a la luz artificial en lugar de a la natural. ¿Pasamos la mayor parte del día con más sueño del que tendríamos con un simple cambio de iluminación? La investigación sugiere que a todos nos vendría bien un poco más de sol.
¿Las luces de colores podrían marcar la diferencia?
Aunque a la mayoría de nosotros nos encantaría pasar más tiempo al aire libre, obligaciones como el trabajo y la escuela suelen mantenernos en casa. ¿Cómo puede ajustarse la iluminación artificial para que tenga los efectos adecuados en nuestro cuerpo? Se han realizado varios estudios para responder a esta pregunta.
Un estudio analizó si la luz blanca (el color habitual de la luz interior) podía mejorar el estado de alerta cuando se exponía a las personas a una luz más intensa y brillante. Los investigadores descubrieron que , en realidad, la luminosidad de la luz blanca no marca la diferencia. Sin embargo, cambiar a una luz blanca más fría en lugar de las luces blancas de tonos cálidos más habituales podría mejorar el estado de alerta y el rendimiento.
En varios estudios se ha observado que la luz azul, la longitud de onda emitida por la mayoría de ordenadores y dispositivos, aumenta el estado de alerta y el rendimiento. Sin embargo, esta longitud de onda de la luz también puede interferir con el sueño, lo que puede disminuir el estado de alerta a largo plazo. Esta es la razón por la que la mayoría de los expertos en sueño recomiendan apagar los teléfonos inteligentes y otros dispositivos varias horas antes de acostarse.
También se ha descubierto quelas longitudes de onda de la luz roja mejoran la vigilia y el rendimiento. Sin embargo, aún no sabemos cómo pueden afectar estas luces a la salud y al ritmo circadiano durante un periodo de tiempo más largo. Las personas que utilicen estas luces para sentirse más despiertas deben hacerlo con precaución.
¿Necesita un estímulo? Considere la posibilidad de tomar más luz solar
Si desea disfrutar de todos los efectos de la luz natural, la solución parece ser tomar más el sol. Incluso pasar poco tiempo al aire libre puede estimular el cerebro para que se despierte y sea más productivo. Además, las personas que se sienten somnolientas cuando están dentro de casa pueden intentar sentarse junto a una ventana o exponerse más a la luz solar a lo largo del día. También existen lámparas creadas para imitar la luz solar natural. Parecen tener efectos similares a los reales.
Muchos de nosotros nos vemos obligados a pasar gran parte del día sentados en un escritorio. A pesar de ello, recibir un poco de luz solar a lo largo del día nos ayudará a mantener una buena salud y a sentirnos lo mejor posible.