La luz azul puede mejorar la calidad del sueño y la actividad diurna de las personas mayores que viven en casa, según un nuevo estudio de la Universidad de Surrey. Los investigadores descubrieron que este tipo de terapia lumínica permitía aumentar la actividad diurna, acostarse antes, regularizar los patrones de sueño y mejorar la calidad del sueño, lo que ofrece un enfoque no farmacológico prometedor para tratar los problemas de sueño relacionados con la edad. Los patrones de sueño suelen cambiar con la edad, lo que provoca dificultades para conciliar el sueño, despertarse antes, despertarse más a menudo durante la noche y una peor calidad general del sueño.
Estos cambios se asocian a alteraciones oculares relacionadas con la edad y a una menor exposición a la luz diurna, a menudo debido a la disminución de la movilidad y la interacción social, y a una mayor exposición a la luz artificial por la noche, sobre todo si se vive en residencias de ancianos. El estudio publicado en GeroScience examinó los efectos de distintas condiciones lumínicas en 36 adultos mayores de 60 años.
La terapia matutina con luz azul mejora el sueño y la actividad diurna de las personas mayores
Los participantes se autoexpusieron a luz blanca de control y a luz blanca enriquecida con azul durante dos horas por la mañana y por la noche a lo largo de un periodo de 11 semanas. Los investigadores controlaron cuidadosamente los patrones de sueño y los niveles de actividad mediante tecnología portátil y diarios de sueño. El estudio concluyó que el momento es crucial. Descubrieron que la luz azul sólo es beneficiosa por la mañana, mientras que la exposición por la noche dificulta conciliar el sueño y provoca noches más inquietas.
En palabras del Dr. Daan Van Der Veen, profesor de sueño y cronobiología de la Universidad de Surrey: «Nuestra investigación demuestra que una intervención lumínica cuidadosamente diseñada puede ser una herramienta eficaz para mejorar el sueño y la actividad diaria en adultos mayores sanos. Centrándonos en la luz azul por la mañana y maximizando la exposición a la luz diurna, podemos ayudar a los adultos mayores a tener un sueño más reparador y a mantener un estilo de vida más sano y activo.»
Débora Constantino, investigadora doctoral de la Universidad de Surrey, considera que éste es uno de los primeros estudios que examinan los efectos de la fototerapia autoadministrada en adultos mayores sanos que viven de forma independiente para favorecer su sueño y sus actividades diarias. Destaca el potencial de las terapias basadas en la luz, accesibles y asequibles, para tratar los problemas de sueño relacionados con la edad sin recurrir a la medicación.
Los daños causados por la luz azul aumentan con la edad, según una investigación sobre moscas
Los efectos nocivos de la exposición diaria y de por vida a la luz azul emitida por teléfonos, ordenadores y electrodomésticos empeoran con la edad, sugiere una investigación de la Universidad Estatal de Oregón. El estudio, publicado en Nature Partner Journals Aging, se centró en la Drosophila melanogaster, la mosca común de la fruta, un importante organismo modelo porque comparte los mismos mecanismos celulares y de desarrollo que otros animales y los seres humanos.
Jaga Giebultowicz, investigador de la Facultad de Ciencias de la OSU que estudia los relojes biológicos, dirigió una colaboración que examinó la tasa de supervivencia de moscas mantenidas en la oscuridad y luego colocadas en un entorno de luz azul constante procedente de diodos emisores de luz (LED) a edades progresivamente mayores. Las transiciones de la oscuridad a la luz se produjeron a los dos, 20, 40 y 60 días de edad, y el estudio analizó el efecto de la luz azul en las mitocondrias de las células de las moscas. Las mitocondrias son el centro neurálgico de la célula y generan adenosín trifosfato (ATP), una fuente química de energía. En investigaciones anteriores, Giebultowicz demostró que la exposición prolongada a la luz azul reducía la longevidad de las moscas, independientemente de que les diera en los ojos.
Los investigadores descubrieron que ciertas reacciones en las mitocondrias se reducían drásticamente con la luz azul, mientras que otras reacciones se reducían con la luz azul independientemente de la edad. Cabe imaginar que la exposición a la luz azul en las moscas que envejecen actúa como un golpe adicional a una lesión ya existente. El trabajo, financiado en parte por los Institutos Nacionales de Salud, fue realizado por Giebultowicz, Yujuan Song, Jun Yang y David Hendrix, de la Facultad de Ciencias de la OSU, Matthew Robinson, de la Facultad de Salud Pública y Ciencias Humanas, y Alexander Law y Doris Kretzschmar, de la Universidad de Ciencias y Salud de Oregón. Los científicos señalan que la luz natural es crucial para el ritmo circadiano de una persona, es decir, el ciclo de 24 horas de procesos fisiológicos como la actividad de las ondas cerebrales, la producción de hormonas y la regeneración celular, que son factores importantes en los hábitos de alimentación y sueño. Sin embargo, hay pruebas de que una mayor exposición a la luz artificial es un factor de riesgo para los trastornos del sueño y circadianos. Y con el uso generalizado de la iluminación y las pantallas LED, las personas están cada vez más expuestas a la luz del espectro azul, ya que los LED de uso común emiten una elevada proporción de luz azul.
Una vida más corta
Según Giebultowicz, esta tecnología, la iluminación LED, no lleva utilizándose el tiempo suficiente, ni siquiera en la mayoría de los países desarrollados, para conocer sus efectos a lo largo de toda la vida humana. Cada vez preocupa más que la exposición prolongada a la luz artificial, sobre todo a la luz LED enriquecida con azul, pueda ser perjudicial para la salud humana. Aunque todavía no se conocen todos los efectos de la exposición a la luz azul a lo largo de toda la vida humana, el envejecimiento acelerado observado en organismos modelo de vida corta debería alertarnos sobre el potencial de daño celular de este factor estresante, según los investigadores.
Mientras tanto, hay algunas cosas que la gente puede hacer para ayudarse a sí misma sin tener que estar sentada en la oscuridad durante horas, dicen los expertos. Las gafas con cristales amarillos filtran la luz azul y protegen la retina. Y los ajustes de los smartphones, portátiles y otros dispositivos pueden ajustarse para bloquear la radiación azul. Según los investigadores, los efectos nocivos de la luz azul en las moscas dependen en gran medida de la edad: la misma duración de exposición a la misma intensidad de luz acorta la vida y aumenta la neurodegeneración más en las moscas viejas que en las jóvenes.
En investigaciones anteriores, las moscas expuestas a ciclos diarios de 12 horas de luz y 12 horas de oscuridad tenían una vida más corta que las moscas mantenidas en oscuridad total o en luz con las longitudes de onda azules filtradas. Las moscas expuestas a la luz azul presentaban daños en las células de la retina y en las neuronas del cerebro, así como problemas de locomoción: su capacidad para trepar por las paredes de sus recintos, un comportamiento habitual, se veía reducida. Algunas de las moscas del experimento eran mutantes que no desarrollaron ojos, e incluso estas moscas sin ojos mostraron deficiencias, lo que sugiere que las moscas no necesitan ver la luz para verse perjudicadas por ella.