Los cuentos de viejas afirman que la gente duerme mejor a temperaturas más frías, con una ventana abierta que deje entrar el aire fresco de la noche. Cuando se trata de la correlación entre dormir bien y la temperatura del ambiente, parece que numerosas abuelas tenían razón. Las investigaciones han demostrado que existe una relación entre una temperatura ambiente más fría y una mayor calidad del sueño.
La temperatura y el ritmo circadiano
El ritmo circadiano, el reloj interno de 24 horas de nuestro cuerpo, dicta algo más que cuándo es hora de dormir y cuándo de despertarse. Este ritmo interno también afecta a la temperatura corporal. En una persona sana, la temperatura corporal empieza a subir tras despertarse por la mañana y alcanza su nivel más alto hacia el final del día, antes de descender bruscamente justo antes de acostarse. Cuando nos dormimos, las venas y otros vasos sanguíneos cercanos a la superficie de la piel se dilatan y liberan calor, lo que reduce la temperatura periférica de la piel. La temperatura corporal se mantiene en su nivel más bajo durante toda la noche mientras dormimos.
Existe una clara conexión entre la temperatura corporal y la somnolencia, pero hasta ahora se desconocía la base fisiológica de esta conexión. De hecho, esta correlación ha sido objeto de varios estudios en el campo de la biología circadiana. Investigaciones recientes sugieren que la mejor explicación de por qué se siente más frío cuando se está cansado puede ser simplemente que se ha esperado demasiado para conciliar el sueño. Dado que la temperatura corporal alcanza su punto álgido cerca del final del día y desciende lentamente a partir de ese momento, es natural que empiece a sentir más frío a medida que se acerca la hora de acostarse.
Termorregulación y sueño
Aunque una habitación fresca parece mejorar el sueño, la temperatura del cuerpo humano no suele estar controlada por el ambiente. Una excepción es durante el sueño REM, cuando el cuerpo deja de controlar la temperatura corporal con la misma eficacia y nos dejamos llevar por la temperatura de la habitación en la que nos encontramos.
La termorregulación es un proceso biológico complejo que está controlado por el hipotálamo del cerebro. El núcleo preóptico del hipotálamo percibe la temperatura de la sangre y responde a ella. Cuando la temperatura de la sangre baja demasiado, el hipotálamo le dice al cuerpo que tiemble y genere calor. Cuando la temperatura de la sangre sube demasiado, el ser humano suda y se vasodilata para liberar calor.
Estas reacciones son innatas y se producen sin nuestro control consciente. Sin embargo, la termorregulación también tiene un componente conductual: Cuando las personas sienten demasiado frío o demasiado calor, se cubren o se quitan una capa.
¿Cómo afecta la temperatura exterior al sueño?
Aunque los sistemas termorreguladores humanos pueden mantener una temperatura corporal ideal en muchas situaciones, como se ha mencionado anteriormente, estos sistemas se cierran parcialmente durante el sueño REM. Durante este periodo, los reflejos de escalofrío y sudoración controlados por el hipotálamo no responden ni son tan eficaces.
Sin respuestas innatas plenamente funcionales, la termorregulación requiere una respuesta conductual. Las personas pueden dar vueltas en la cama, patear una manta o intentar calentarse o enfriarse. La actividad resultante puede interrumpir el sueño o incluso despertar a la persona.
Dado que la temperatura corporal ideal mientras se duerme es muy baja, normalmente entre 60 y 67 grados Fahrenheit, la mayoría de las personas no necesitan tanta termorregulación y, por tanto, no dan tantas vueltas en la cama cuando duermen en una habitación fresca. Esto puede conducir a un sueño más profundo, ya que el sueño REM no se verá interrumpido por movimientos inquietos.
¿Puede la temperatura corporal afectar al insomnio?
Teniendo en cuenta el vínculo que las investigaciones sobre cronobiología han demostrado entre una temperatura corporal baja y un sueño de mejor calidad, no es sorprendente descubrir que las anomalías en el ciclo natural de la temperatura corporal se han relacionado con el insomnio. El insomnio de inicio del sueño, o la dificultad para conciliar el sueño, se ha relacionado con un retraso en la vasodilatación y el consiguiente descenso de la temperatura periférica de la piel. Por el contrario, las personas que padecen insomnio de mantenimiento del sueño, o dificultad para permanecer dormidas, suelen tener una temperatura elevada por la noche. Muchos investigadores creen que tanto el insomnio como la temperatura corporal elevada pueden deberse a una hiperactivación del hipotálamo.
Curiosamente, un nuevo estudio también ha descubierto que la edad avanzada, así como las enfermedades, pueden cambiar el ritmo natural de la temperatura corporal. En el estudio, los ratones más viejos o enfermos mostraron una falta de diferenciación clara entre la temperatura corporal diurna y la nocturna. Además de contribuir al riesgo general de enfermedad, este fenómeno puede ayudar a explicar la prevalencia del insomnio en los ancianos.
Aún se desconoce mucho sobre el ritmo circadiano humano y su efecto en los procesos fisiológicos. Este campo se está estudiando activamente, ya que los conocimientos resultantes tendrán efectos significativos sobre la salud y la calidad de vida. Sin embargo, basándonos en los resultados de las investigaciones sobre por qué dormimos mejor a temperaturas más frías, podemos afirmar que dormir en una habitación fresca suele conducir a un mejor descanso nocturno.