Según los investigadores, cuando nuestras actividades diarias no coinciden con las de nuestro reloj interno, nuestro rendimiento disminuye. Un nuevo estudio publicado en la revista Scientific Reports ha descubierto que los estudiantes cuyos relojes internos no están sincronizados con sus horarios de clase obtienen notas más bajas que aquellos cuyos ritmos circadianos se ajustan mejor a sus horarios diarios. Según el estudio, las malas notas están relacionadas con los horarios de clase porque, cuando nuestro estado de alerta máximo difiere de las exigencias de nuestros horarios, experimentamos una especie de desfase horario social que puede dificultar nuestro rendimiento.
Las malas notas están relacionadas con la desincronización de los horarios de clase con los ritmos circadianos de los estudiantes
La investigación continua va acompañada de una conciencia cada vez mayor de cuántas maneras nos afectan nuestros relojes internos. Cada individuo sigue un ritmo único, en cierto modo preestablecido por la genética. El reajuste de estos relojes no es tan fácil como dar cuerda a un reloj de pulsera, e ignorar estos temporizadores internos tiene efectos perjudiciales para nuestra salud. Sin embargo, la mayoría de nosotros nos vemos obligados a ajustarnos a las exigencias del día en lugar de a nuestros propios horarios internos, lo que hace que miles de millones de personas en todo el mundo sufran la niebla mental del jet lag social. Este último estudio refuerza la idea de que los días a medida pueden ser la clave de una población más sana y brillante.
El jet lag social es la norma
En el que podría ser el mayor estudio sobre el jet lag social jamás realizado con datos reales, investigadores de la Universidad de Berkeley y de la Universidad Northeastern de Illinois siguieron la actividad en Internet de 14.894 estudiantes universitarios durante dos años. Los estudiantes se agruparon en tres cronotipos básicos, búhos nocturnos, pinzones diurnos y alondras matutinas, en función de sus actividades los días que no asistían a clase. A continuación, los investigadores examinaron cómo había programado sus clases cada grupo y compararon los horarios de clase de los estudiantes con su rendimiento académico.
Aunque algunas de las cohortes tenían horarios acordes con sus ritmos circadianos, la mayoría de los estudiantes participantes experimentaron jet lag social en diversos grados. El coautor del estudio, Aaron Schirmer, de la Universidad Northeastern de Illinois, explicó a Reuters Health que «el jet lag social es el desajuste entre los relojes circadianos de un individuo y su entorno debido a imposiciones sociales como el trabajo o la escuela. Por ejemplo, un estudiante tardío que tiene que despertarse para una clase a las 8 de la mañana dos veces por semana es muy probable que tenga jetlag social».
Los horarios desajustados dan lugar a notas más bajas
El coautor principal del estudio, Benjamin Smarr, becario postdoctoral que estudia las alteraciones del ritmo circadiano en la UC Berkeley, declaró: «Descubrimos que la mayoría de los estudiantes sufrían jet-lag por sus horarios de clase, lo que se correlacionaba muy fuertemente con un menor rendimiento académico.»
Según sus datos, aproximadamente el 40% de los estudiantes participantes estaban biológicamente sincronizados con sus horarios de clase. Estos estudiantes rindieron mejor en sus clases y mantuvieron notas más altas. Por otro lado, alrededor del 50 por ciento asistía a clase antes de estar completamente alerta, y cerca del 10 por ciento de los estudiantes ya había superado su punto máximo de alerta cuando empezaron sus clases.
«Nuestra investigación indica que si un estudiante puede estructurar un horario coherente en el que los días de clase se parezcan a los días sin clase, es más probable que logre el éxito académico», afirma Schirmer.
En general, cuanto mayor era el jet lag social experimentado, más significativa era la disminución del rendimiento observada. Los cronotipos más tardíos, los búhos nocturnos, fueron los más afectados por los horarios desajustados.
«Como los búhos son más tardíos y las clases suelen ser más tempranas, este desajuste afecta más a los búhos, pero vemos que las alondras y los pinzones toman clases más tarde y también sufren el desajuste. Cada persona tiene un ritmo biológico diferente, así que no hay una solución única para la educación», explica el Dr. Smarr.
Ritmos circadianos: Investigaciones previas y direcciones futuras
Un estudio de 2017 realizado por Harvard y publicado en la revista Nature comparó el rendimiento escolar entre los estudiantes que mantenían horarios regulares de sueño y los que dormían horas irregulares y descubrió que, a pesar de que cada grupo dormía la misma cantidad de tiempo, los que mantenían una rutina regular tenían un GPA más alto. Los investigadores creen que la melatonina puede ser la culpable de esta diferencia de rendimiento.
Según Andrew Phillips, autor principal del estudio de Harvard, «nuestro cuerpo contiene un reloj circadiano, que ayuda a mantener el tiempo para muchas funciones biológicas. Uno de los marcadores clave del reloj circadiano es la melatonina. Normalmente, por la noche, nuestro reloj circadiano envía una señal que nos indica que liberemos melatonina durante la noche».
El equipo de Harvard explicó que la liberación más tardía de melatonina que retrasa nuestro reloj circadiano es lo que esencialmente hace que el cuerpo se sienta como si estuviera en otra zona horaria. Esto explica por qué cuanto más tardío es el cronotipo, más duro es el jet lag social.
La envoltura
Los autores de este último estudio, que ha revelado que las malas notas están relacionadas con los horarios de clase, creen que tanto los estudiantes como los administradores escolares podrían utilizar su enfoque para reconsiderar la programación de las clases o ayudar a identificar a aquellos estudiantes que podrían beneficiarse de organizar sus cursos para paliar los efectos del jet lag social.
El Dr. Smarr afirma que sus resultados sugieren que, «en lugar de amonestar a los estudiantes tardíos para que se acuesten antes, en conflicto con sus ritmos biológicos, deberíamos trabajar para individualizar la educación, de modo que el aprendizaje y las clases se estructuren para aprovechar las ventajas de saber a qué hora del día un determinado estudiante será más capaz de aprender.»
Cada vez está más claro que las exigencias de la sociedad no se sincronizan con lo que estamos aprendiendo sobre nuestros relojes internos. Un horario desajustado altera nuestro reloj circadiano y repercute en nuestra salud mental y física y en nuestro rendimiento. Por desgracia, la jornada laboral tradicional no suele tener en cuenta estas consecuencias, pero quizá investigaciones como ésta allanen el camino hacia un futuro en el que esto no ocurra.