La atención plena, la calidad general del sueño y el consumo de alcohol podrían explicar por qué las personas que trasnochan tienen un mayor riesgo de depresión, según un nuevo estudio publicado en la revista de acceso abierto PLOS One por Simon Evans, de la Universidad de Surrey (Reino Unido), y sus colegas. Investigaciones anteriores han demostrado que los noctámbulos, que se quedan despiertos hasta tarde, los llamados «cronotipos vespertinos», muestran más síntomas de depresión que los madrugadores, los llamados «cronotipos matutinos». En el nuevo estudio, Evans y sus colegas recopilaron datos de 546 estudiantes universitarios mediante un cuestionario en línea.
Los noctámbulos son más propensos a la depresión
Los datos incluían información autodeclarada sobre los patrones de sueño de los estudiantes, la atención plena, la rumiación, el consumo de alcohol y los niveles de depresión y ansiedad. El estudio confirmó que las personas con un cronotipo nocturno tienen un riesgo significativamente mayor de depresión y que esta asociación puede explicarse por diferencias en la atención plena, la calidad del sueño y el consumo de alcohol. Por término medio, los cronotipos vespertinos tenían peor calidad de sueño, mayor consumo de alcohol y menor atención plena que los cronotipos matutinos. La capacidad del estudio para demostrar la relación causa-efecto era limitada debido a su diseño transversal, basado en datos recogidos en un único momento.
Además, los resultados pueden no ser aplicables a grupos de edad distintos de los estudiantes universitarios incluidos en el estudio. Teniendo en cuenta estas advertencias, los autores concluyen que las intervenciones dirigidas a la atención plena, el sueño y el consumo de alcohol podrían reducir el riesgo de depresión, especialmente en adultos jóvenes. Los autores añaden: «Dado que la mala salud mental es frecuente entre los adultos jóvenes, los resultados de este estudio son especialmente importantes: muchos adultos jóvenes tienden a trasnochar, y los resultados muestran cómo podrían aplicarse intervenciones para reducir su riesgo de depresión.»
Cronotipos tardíos y enfermedades cardiovasculares
Sin embargo, los noctámbulos también tienen un mayor riesgo de padecer otros problemas de salud. Según un estudio de la Universidad de Gotemburgo (Suecia), la aterosclerosis se da casi dos veces más en los noctámbulos que en los madrugadores. La función circadiana parece ser especialmente importante en las primeras fases de las enfermedades cardiovasculares. En la aterosclerosis, los depósitos de grasa se acumulan en el interior de las arterias, impidiendo el flujo sanguíneo. La enfermedad se desarrolla a lo largo de un periodo muy prolongado y pasa desapercibida hasta que provoca coágulos sanguíneos que dan lugar a angina de pecho, infarto de miocardio o ictus. Investigaciones anteriores han indicado que las personas con hábitos nocturnos pueden tener un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, pero éste es el primer estudio que demuestra cómo el ritmo circadiano afecta específicamente a la calcificación arterial.
En el estudio, publicado en la revista «Sleep Medicine», participaron 771 hombres y mujeres de entre 50 y 64 años que formaban parte del estudio poblacional más amplio SCAPIS. El grado de endurecimiento de las arterias coronarias se examinó mediante tomografía computarizada. Las participantes indicaron su denominado cronotipo en una escala de cinco puntos: tipo matutino extremo, tipo matutino moderado, tipo intermedio, tipo vespertino moderado o tipo vespertino extremo. De los 771 participantes, 144 eran de tipo matutino extremo y 128 de tipo vespertino extremo. En el grupo más despierto por la mañana, el 22,2% presentaba aterosclerosis grave, el porcentaje más bajo de los cinco cronotipos. El grupo de tipos nocturnos extremos presentaba la mayor prevalencia de calcificación grave de las arterias coronarias, con un 40,6%. El análisis estadístico tuvo en cuenta otros factores que pueden influir en el riesgo de aterosclerosis, como la tensión arterial, los lípidos sanguíneos, el peso, la actividad física, los niveles de estrés, el sueño y el tabaquismo. Además de los factores ya conocidos, el ritmo circadiano individual también parece ser un importante factor de riesgo de aterosclerosis.
Metabolismo alterado en los búhos nocturnos
¿Son también los búhos nocturnos más propensos a trastornos metabólicos como la diabetes de tipo 2? Investigadores de la Universidad de Rutgers, en Nueva Jersey, descubrieron que quienes se quedan despiertos hasta más tarde son menos capaces de utilizar las grasas como fuente de energía, lo que significa que éstas pueden acumularse en el organismo y aumentar el riesgo de diabetes de tipo 2. Las diferencias en el metabolismo están relacionadas con la capacidad de cada grupo para utilizar la insulina con el fin de promover la absorción de glucosa por las células para su almacenamiento y obtención de energía. Las personas que son alondras matutinas (es decir, individuos que prefieren estar activos por la mañana) son más propensas a utilizar la grasa como fuente de energía y son más activas y aeróbicas durante el día que los búhos nocturnos. Los búhos nocturnos (es decir, las personas que prefieren ser activas a última hora del día o por la noche) utilizan menos grasa como fuente de energía cuando descansan o hacen ejercicio.
Los investigadores dividieron a los participantes(n=51) en dos grupos (madrugadores y noctámbulos) en función de su «cronotipo», es decir, nuestra tendencia natural a estar activos y dormir a horas distintas. Utilizaron técnicas avanzadas de imagen para determinar la masa y la composición corporal, la sensibilidad a la insulina y muestras de aliento para medir el metabolismo de las grasas y los hidratos de carbono. Los participantes fueron controlados durante una semana para evaluar sus patrones de actividad a lo largo del día. Siguieron una dieta controlada en calorías y nutrientes y tuvieron que ayunar durante la noche para minimizar los efectos de la dieta en los resultados. Para examinar su fuente de energía preferida, se les sometió a pruebas en reposo antes de realizar dos sesiones de ejercicio de 15 minutos: una moderada y otra de alta intensidad en una cinta rodante. La capacidad aeróbica se evaluó mediante un desafío de escalones en el que la inclinación aumentaba un 2,5% cada dos minutos hasta que el participante se quedaba exhausto.
Los investigadores descubrieron que los madrugadores utilizan más grasa como fuente de energía, tanto en reposo como durante el ejercicio, que los noctámbulos. Los madrugadores también eran más sensibles a la insulina. Los noctámbulos, en cambio, son resistentes a la insulina, lo que significa que su organismo necesita más insulina para reducir los niveles de azúcar en sangre y prefiere los hidratos de carbono a las grasas como fuente de energía. La menor capacidad de este grupo de responder a la insulina para promover la utilización de combustibles puede ser perjudicial, ya que sugiere un mayor riesgo de diabetes tipo 2 y/o enfermedades cardiacas. La causa de este cambio en las preferencias metabólicas entre los madrugadores y los noctámbulos aún se desconoce y requiere más investigación.