Las pruebas científicas de la relación entre el sueño profundo y la salud cerebral han aumentado rápidamente en la última década. De particular importancia para muchos investigadores es la relación entre el sueño y los trastornos cerebrales, incluidos el Parkinson y el Alzheimer.
Aunque se han establecido vínculos entre los trastornos del sueño y estos tipos de trastornos cerebrales importantes, los científicos siguen explorando si la alteración del sueño profundo es una causa, un efecto o incluso ambas cosas en cierto grado. Estas exploraciones han planteado algunas preguntas intrigantes, como si el sueño profundo tiene o no el potencial de servir como arma contra estos tipos de trastornos cerebrales devastadores.
Sueño alterado y trastornos cerebrales
Enfermedades cerebrales como el Alzheimer y el Parkinson están asociadas a una acumulación excesiva de ciertos tipos de proteínas en el cerebro, así como a una mayor incidencia de trastornos del sueño. Como señala el catedrático adjunto Adam Spira, del departamento de salud mental de la Escuela de Salud Pública Bloomberg de la Universidad Johns Hopkins, el punto de vista habitual entre los científicos solía ser que los trastornos del sueño asociados a la demencia eran consecuencia del daño causado por el trastorno cerebral causante de la demencia. Sin embargo, en la última década, ese punto de vista ha cambiado, abriéndose a la posibilidad de que los trastornos del sueño y la privación del sueño sean un factor que contribuya a desarrollar dichos trastornos.
Parte de ese cambio se relaciona específicamente con una comprensión más profunda del papel del sueño en la salud y el funcionamiento general del cerebro. Resulta que el sueño profundo desempeña un papel especialmente importante en la salud del cerebro, sobre todo en lo que respecta a las enfermedades cerebrales que presentan tipos específicos de acumulación de proteínas, como la acumulación de beta-amiloide asociada a la enfermedad de Alzheimer. Esto se debe a que durante el sueño profundo, a través de la acción del sistema glinfático, las toxinas, incluida la proteína tóxica beta-amiloide, son eliminadas del cerebro, transportadas por el líquido cefalorraquídeo.
Esto ha llevado a algunos investigadores a teorizar que la interrupción del sueño y la reducción del tiempo dedicado al sueño profundo pueden contribuir a una acumulación excesiva de dichas toxinas, aumentando así el riesgo de desarrollar trastornos cerebrales como el Alzheimer y el Parkinson.
Exploración del potencial del sueño profundo como tratamiento
En el Hospital Universitario de Zúrich, la neurocientífica Dra. Marta Morawska se encuentra entre los científicos médicos que estudian el potencial de mejorar o restaurar el sueño profundo como posible tratamiento para trastornos cerebrales como el Parkinson, que se caracteriza tanto por trastornos del sueño y privación del mismo como por la acumulación de alfa-sinucleína, otra proteína tóxica que puede acumularse en el cerebro. Morawska y su equipo de investigación teorizan que aumentar el sueño profundo de ondas lentas puede ayudar a ralentizar la progresión de la enfermedad de Parkinson al ayudar a eliminar la proteína tóxica asociada a la enfermedad.
Los investigadores pusieron a prueba su teoría en un estudio realizado con ratones. El estudio logró demostrar que la privación de sueño sí aumentaba la acumulación de alfa-sinucleína en el cerebro. Cuando se utilizó oxibato sódico para producir sueño profundo de ondas lentas en los sujetos del estudio, la cantidad de alfa-sinucleína disminuyó.
Potenciales alentadores
Dado que tanto la enfermedad de Alzheimer como la de Parkinson se caracterizan por la acumulación de proteínas tóxicas y que existe un vínculo sólido con el papel del sueño profundo en la eliminación de dichas toxinas, existen posibilidades alentadoras tanto para el tratamiento como para la prevención de estos devastadores trastornos cerebrales. Morawska se mostró optimista ante la posibilidad de que los resultados de la investigación de los equipos conduzcan a la realización de ensayos clínicos con pacientes de Parkinson e incluso puedan convertirse en un tratamiento viable para la enfermedad.
En términos de prevención, los conceptos involucrados son bastante simples y lógicos, algo que la persona promedio puede poner en práctica en su vida diaria hoy en día. Si la acumulación de estas proteínas tóxicas en el cerebro está asociada a un mayor riesgo de sufrir este tipo de trastornos o enfermedades cerebrales, es una cuestión de simple lógica que reducir esa acumulación tenga un potencial real para disminuir ese riesgo.
Aún no se sabe con exactitud en qué medida, ya que hay otros factores implicados, pero cada pequeña disminución del riesgo es una victoria, así que aproveche lo que pueda controlar. Dé al cerebro y a su sistema linfático la oportunidad de hacer lo que se supone que debe hacer -eliminar toxinas- haciendo del sueño saludable una prioridad a lo largo de su vida.
Proteger la salud del cerebro
¿Cuál es la conclusión en lo que respecta al sueño y la salud cerebral? Es posible aprovechar los medios que tiene a su disposición para reducir el riesgo de trastornos cerebrales y proteger la salud del cerebro. La ciencia es clara: el sueño es esencial para la salud cerebral, tanto a corto como a largo plazo.
Tome medidas para mejorar la calidad del sueño y asegurarse de que obtiene el sueño profundo que su cerebro necesita tomando decisiones inteligentes en su estilo de vida. Siga una dieta sana, reduciendo o eliminando los alimentos procesados. Haga suficiente ejercicio físico a diario. Asegúrese de exponerse a diario a la luz natural, que contribuye a mejorar el ritmo circadiano y el sueño. Aprenda los principios de la higiene del sueño y póngalos a trabajar para usted y su cerebro.