La mayoría de las personas tienen lo que consideran una «temperatura ideal para dormir». Tanto si eres de los que se quitan las sábanas y evitan los calcetines como de los que no pueden abrigarse lo suficiente, probablemente tengas un grado de calor preferido que necesitas para dormir profundamente.
Aunque todos tenemos una temperatura preferida diferente a la hora de acostarnos, hay algunos puntos en común en lo que se refiere a la temperatura y el sueño. Por ejemplo, la mayoría de las personas sienten un poco más de frío cuando empiezan a estar cansadas y somnolientas. ¿A qué se debe? La respuesta está en nuestro ritmo circadiano, una de las características más antiguas de la vida.
Cómo afecta el entorno al sueño
Hasta hace poco, la mayoría de los seres humanos asumíamos que controlábamos cuándo dormíamos. Uno empieza a sentirse cansado, se tumba y el sueño simplemente llega. Ahora, sin embargo, sabemos que el proceso de conciliar el sueño es mucho más complicado.
El entorno determina en gran medida la calidad del sueño, así como el hecho de conciliarlo. Por un lado, los niveles de luz desempeñan un papel muy importante. Cuando las retinas perciben la luz, envían señales al hipotálamo. El resultado es que se producen menos hormonas que ayudan a dormir (como la melatonina) y más hormonas que mantienen despierto.
Aunque la luz es la influencia más conocida y estudiada sobre el sueño, también hay otros factores. El momento de la comida parece influir en la regulación del ritmo circadiano y del ciclo sueño-vigilia. Sorprendentemente, la temperatura que nos rodea también parece influir.
A medida que la humanidad evolucionó, nuestros cuerpos evolucionaron para conciliar el sueño cuando caía la noche. Esto significaba percibir todos los cambios que se producían a nuestro alrededor al atardecer y responder con un aumento de las sustancias bioquímicas que nos ayudan a disfrutar de un sueño de calidad. En la mayoría de los casos, el anochecer llega no sólo con una disminución de la luz, sino también de la temperatura.
Relación entre la temperatura y el sueño
Se nos enseña que la temperatura ideal del cuerpo humano es de 98,6 Fahrenheit. Sin embargo, esto no es más que una media. La mayoría de las personas tienen uno o dos grados más o menos. Además, todos experimentamos variaciones de temperatura corporal a lo largo del día.
Justo antes de despertarnos, nuestro cuerpo enciende el termostato. Nuestra temperatura corporal media empieza a subir, alcanzando unos grados más de lo normal a primera hora de la tarde. A partir de aquí, nos vamos enfriando lentamente a medida que nos acercamos a la hora de acostarnos, y luego seguimos enfriándonos mientras dormimos. Justo antes del amanecer, comenzamos de nuevo el proceso de calentamiento gradual para prepararnos para otro día ajetreado.
Nuestros relojes internos controlan la temperatura de varias formas. Cuando estamos en fase REM, nuestro cuerpo deja de calentarse eficazmente, lo que nos permite absorber la temperatura que nos rodea. Esta temperatura más baja no es motivo para abrigarse; varios estudios han demostrado que dormimos mejor cuando tenemos frío. Además, calentar el cuerpo parece indicar a los relojes internos que es hora de despertarse y estar activos.
Sin embargo, estos cambios de temperatura son leves: representan sólo de uno a tres grados a lo largo de varias horas. Si a menudo siente frío cuando está cansado, es muy probable que esté esperando demasiado para irse a dormir. Incluso si está cumpliendo horarios sobrehumanos, su temperatura corporal sigue bajando a medida que se acerca la noche.
¿Cuál es la mejor temperatura para dormir?
Está claro que nuestro cuerpo piensa que las temperaturas frescas significan hora de dormir. Sin embargo, la mayoría de nosotros tenemos la cama llena de mantas y otros artículos destinados a mantenernos calientes. ¿Cuál es exactamente la temperatura adecuada para dormir?
Según los expertos, la mejor temperatura ambiente para un dormitorio es entre 60 y 67 grados. Esto te permite acurrucarte con un pijama calentito y una manta mientras mantienes la temperatura corporal ligeramente más baja necesaria para un sueño óptimo. Si sientes demasiado frío a esta temperatura, considera la posibilidad de añadir otra manta de la que puedas desprenderte cuando sea necesario.
Dormir a una temperatura más cálida puede parecer más acogedor, pero en realidad puede impedir que descanses como necesitas. Los estudios han relacionado el insomnio con el aumento de la temperatura corporal, sobre todo con el hecho de mantener una temperatura más alta por la noche en lugar de enfriarse varios grados. El enfriamiento nocturno es esencial para pasar por los ciclos de sueño necesarios para conseguir un sueño reparador y mantener un ritmo circadiano equilibrado.
Adapte su vida para dormir lo necesario
Si tiene problemas para conciliar el sueño, cambiar su entorno puede ser la solución. Es importante dormir en una habitación fresca y oscura. Esto puede requerir un poco de previsión, pero será lo más eficaz. En general, cuanto más cavernosa sea la habitación, mejor dormirá. Un lugar oscuro y fresco es ideal para conciliar el sueño y conseguir el sueño más reparador posible. Aunque puede resultar difícil reorganizar tu vida, los beneficios -un sueño de calidad y una mejor salud- merecen la pena.