Los científicos han descubierto pistas genéticas sobre la causa del síndrome de las piernas inquietas, una afección que suele afectar a los adultos mayores. El descubrimiento podría ayudar a identificar a las personas con mayor riesgo de padecerlo y sugerir posibles formas de tratarlo.
El síndrome de las piernas inquietas está muy extendido
El síndrome de las piernas inquietas puede provocar una incómoda sensación de hormigueo en las piernas y un deseo irrefrenable de moverlas. En algunas personas, los síntomas son ocasionales, mientras que en otras se presentan a diario. Los síntomas suelen empeorar por la tarde o por la noche y pueden afectar gravemente al sueño. Aunque se trata de un trastorno relativamente frecuente -hasta uno de cada 10 ancianos padece los síntomas, mientras que entre el 2 y el 3% se ve gravemente afectado y busca ayuda médica-, se sabe poco sobre sus causas. Las personas con síndrome de piernas inquietas suelen padecer también otras afecciones, como depresión o ansiedad, enfermedades cardiovasculares, hipertensión arterial y diabetes, pero se desconocen las causas.
Estudios anteriores han identificado 22 loci genéticos de riesgo, es decir, regiones de nuestro genoma que presentan cambios asociados a un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad. Sin embargo, aún no se conocen «biomarcadores» -como firmas genéticas- que puedan utilizarse para diagnosticar objetivamente la enfermedad. Para investigar más a fondo la enfermedad, un equipo internacional dirigido por investigadores del Instituto Helmholtz de Neurogenómica de Múnich, el Instituto de Genética Humana de la Universidad Técnica de Múnich (TUM) y la Universidad de Cambridge ha reunido y analizado datos de tres estudios de asociación de genoma completo. En estos estudios se comparó el ADN de pacientes y controles sanos para buscar las diferencias que se dan con más frecuencia en las personas con síndrome de piernas inquietas. Al combinar los datos, el equipo pudo crear un conjunto de datos significativo de más de 100.000 pacientes y más de 1,5 millones de controles no afectados. Los resultados del estudio se publican hoy en Nature Genetics.
Los investigadores han logrado predecir el riesgo de padecer este síndrome
Este estudio es el mayor de su clase sobre esta afección común pero poco conocida. Si se comprenden las bases genéticas del síndrome de las piernas inquietas, cabe esperar que se puedan encontrar mejores formas de tratarlo y mejorar la vida de millones de enfermos en todo el mundo. El equipo identificó más de 140 nuevos loci de riesgo genético, multiplicando por ocho el número de los conocidos hasta 164, tres de ellos en el cromosoma X. Los investigadores no encontraron grandes diferencias genéticas entre hombres y mujeres, aunque la enfermedad es dos veces más común en mujeres que en hombres, lo que sugiere que una compleja interacción de genética y entorno (incluidas las hormonas) puede explicar las diferencias de sexo que vemos en la vida real. Dos de las diferencias genéticas identificadas por el equipo afectan a genes conocidos como receptores de glutamato 1 y 4, importantes para la función nerviosa y cerebral. Estos receptores podrían ser el objetivo de fármacos ya existentes, por ejemplo anticonvulsivos como el perampanel y la lamotrigina, o utilizarse para desarrollar otros nuevos. Los ensayos iniciales ya han mostrado respuestas positivas a estos fármacos en pacientes con síndrome de piernas inquietas.
Los investigadores afirman que sería posible utilizar información básica como la edad, el sexo y los marcadores genéticos para determinar con precisión quién tiene más probabilidades de padecer síndrome de piernas inquietas grave en nueve de cada diez casos. Para entender cómo puede afectar el síndrome de las piernas inquietas a la salud en general, los investigadores utilizaron una técnica llamada aleatorización mendeliana. Esta técnica utiliza información genética para investigar las relaciones causa-efecto. Así se demostró que el síndrome aumenta el riesgo de desarrollar diabetes.
Aunque se cree que unos niveles bajos de hierro en la sangre desencadenan el síndrome de las piernas inquietas -porque puede provocar una disminución del neurotransmisor dopamina-, los investigadores no hallaron vínculos genéticos sólidos con el metabolismo del hierro. Sin embargo, afirman que no pueden descartarlo por completo como factor de riesgo. Según la profesora Juliane Winkelmann, de la TUM, una de las autoras principales del estudio, es la primera vez que se puede predecir el riesgo de padecer el síndrome de las piernas inquietas. Ha sido un largo camino, pero ahora los investigadores pueden no sólo tratar, sino incluso prevenir la aparición de esta enfermedad en los pacientes.