Un nuevo análisis en el que han participado más de 13.000 personas ha descubierto que los cambios en los vasos sanguíneos del cerebro que pueden aumentar el riesgo de ictus y demencia son comunes en personas con diversas afecciones cardiacas, independientemente de si ya han sufrido un ictus. La nueva investigación, publicada en Neurology®, la revista médica de la Academia Americana de Neurología, es la revisión sistemática más exhaustiva realizada hasta la fecha sobre los cambios cerebrales «ocultos» en personas con diversas afecciones cardiacas. El autor principal del estudio, el Dr. Zien Zhou, del Instituto George para la Salud Global, explicó que la identificación de estos cambios podría desempeñar un papel importante en la selección de tratamientos para estos pacientes.
Los cambios en los vasos sanguíneos del cerebro aumentan el riesgo de ictus y demencia
Aunque las personas con cardiopatías tienen entre dos y tres veces más probabilidades que la población general de presentar cambios en la vasculatura del cerebro, éstos suelen pasarse por alto porque estos pacientes no se someten rutinariamente a pruebas de imagen cerebral a menos que hayan sufrido un ictus. La hemorragia intracraneal es una complicación potencialmente mortal sin tratamiento probado y con una tasa de supervivencia inferior al 50%.
Se sabe que las alteraciones de los vasos sanguíneos cerebrales que sólo pueden detectarse mediante pruebas de imagen, como el infarto cerebral silente (ICS) y la enfermedad de pequeños vasos cerebrales (EVPC), se dan con más frecuencia en personas mayores o con hipertensión arterial. Aunque no son suficientes para causar síntomas neurológicos evidentes, pueden dar lugar a déficits neurológicos sutiles y aumentar el riesgo a largo plazo de ictus o demencia.
Para determinar la prevalencia de estos cambios cerebrovasculares ocultos o encubiertos en adultos con fibrilación auricular, arteriopatía coronaria, insuficiencia cardiaca o miocardiopatía, valvulopatía y foramen oval permeable (agujero en el corazón), los investigadores del Instituto George realizaron un metaanálisis de 221 estudios observacionales realizados entre 1988 y se publicaron en 2022. Los resultados mostraron que en las personas con cardiopatías
- aproximadamente un tercio tenía alguna forma de LIS
- una cuarta parte tenía lagunas (pequeñas cavidades donde el tejido nervioso ha muerto tras una obstrucción o fuga previa en arterias pequeñas)
- dos tercios tenían lesiones de sustancia blanca (daños en la capa protectora que rodea las fibras nerviosas)
- una cuarta parte tenía signos de microhemorragias asintomáticas en el tejido cerebral, y
- más de la mitad presentaba atrofia cerebral (encogimiento del cerebro debido a la pérdida de neuronas o de conexiones entre neuronas).
La prevalencia de estos cambios cerebrales era, en general, la misma en personas con y sin ictus reciente, y no había diferencias evidentes de sexo en los resultados. El Dr. Zhou afirmó que el estudio también confirma que las cardiopatías son una causa importante de estos cambios, que reflejan la «fragilidad» del cerebro. Aunque se han demostrado varios mecanismos potenciales de la asociación entre cardiopatía y daño cerebrovascular oculto, ambas enfermedades comparten factores de riesgo comunes como el envejecimiento, la hipertensión, la diabetes de tipo 2, la hiperlipidemia y el tabaquismo. Según Zhou, es posible que una disminución gradual del gasto cardíaco en algunos pacientes con cardiopatías afecte a la cantidad de sangre que llega al tejido cerebral, contribuyendo a los cambios vasculares y a la disfunción cognitiva de estos pacientes.
Mejorar la seguridad del tratamiento de las personas con cardiopatías
También es posible que los cambios cerebrales ocultos y la disfunción cognitiva sean consecuencia de pequeños coágulos sanguíneos que viajan al cerebro a través de la circulación arterial tras formarse en el corazón. Según el Dr. Zhou, es necesario seguir investigando las causas exactas de estos cambios cerebrales y sus implicaciones para el tratamiento de estos pacientes. Según el investigador, es importante saber si la realización de una resonancia magnética adicional en quienes reúnen los requisitos para recibir tratamiento anticoagulante -necesario para la mayoría de las personas con cardiopatías- sería rentable en términos de prevención de efectos secundarios no deseados.
Pero afinar los riesgos de coágulos cerebrales y hemorragias de los anticoagulantes y utilizar esa información para tomar la mejor decisión terapéutica podría mejorar la seguridad del tratamiento para las personas con cardiopatías.