Científicos a la vanguardia de la investigación farmacológica han desarrollado un nuevo fármaco activado por luz para pacientes de Parkinson que reduce los síntomas y mejora la función motora. Este nuevo método de aplicación, el primero de su clase para la enfermedad de Parkinson, permite la administración del fármaco en un lugar exacto con un tiempo preciso y controlado, aumentando así la eficacia y reduciendo los efectos secundarios adversos del tratamiento.
Esta novedosa investigación es fruto de la colaboración de un grupo internacional de científicos, liderado por un equipo de investigación de la Universidad de Barcelona y dirigido por el profesor Francisco Ciruela, uno de los pioneros en la vanguardia de la opto o fotofarmacología. Sus hallazgos se han publicado recientemente en el Journal of Controlled Release.
La enfermedad de Parkinson y la fotofarmacología: Una nueva luz sobre el tratamiento
Más de seis millones de personas en todo el mundo padecen la enfermedad de Parkinson. Se estima que aproximadamente 50 mil estadounidenses serán diagnosticados con Parkinson cada año. Seguido de cerca por la enfermedad de Alzheimer, es la segunda enfermedad neurodegenerativa más común. Los primeros síntomas del Parkinson son rigidez, temblores incontrolables y pérdida del equilibrio, la coordinación y la función motora, mientras que el deterioro cognitivo se produce en fases posteriores de la enfermedad. Normalmente, el Parkinson afecta a los mayores de 50 años, y sólo un pequeño porcentaje de los diagnosticados son más jóvenes.
Aunque se desconoce la causa exacta de la enfermedad de Parkinson, se cree que se debe a una combinación de factores hereditarios y ambientales.
El Parkinson es un trastorno cerebral degenerativo que afecta principalmente al sistema motor del organismo. Los efectos de la enfermedad sobre el sistema nervioso central y la función motora se producen como resultado de la muerte progresiva de las neuronas productoras de dopamina y la consiguiente reducción de dopamina. La dopamina es el neurotransmisor responsable en gran medida del control de la actividad motora de nuestro cuerpo.
En la actualidad, la enfermedad de Parkinson no tiene cura. La mayoría de los tratamientos están dirigidos a restaurar los niveles de dopamina en un esfuerzo por tratar los síntomas. La investigación ha descubierto que el bloqueo de determinados receptores de adenosina aumenta los niveles de dopamina y puede ser un tratamiento potencial para los pacientes de Parkinson, pero debido al hecho de que los receptores de adenosina están dispersos por todo el cerebro, es difícil dirigirse a sus ubicaciones precisas.
La fotofarmacología, un nuevo campo médico aún en pañales, desarrolla fármacos que pueden activarse y desactivarse utilizando señales luminosas. Este novedoso método permite la administración de fármacos en lugares específicos y limita considerablemente los efectos secundarios derivados del tratamiento de zonas no diana. Este método también permite controlar el tiempo de liberación del fármaco, lo que supone una ventaja cuando se utilizan medicamentos que pierden gradualmente su eficacia con el tiempo, como es el caso de la levodopa, que es el fármaco más utilizado en el tratamiento de los síntomas del Parkinson.
Fotofarmacología: Un futuro brillante para la medicina
La fotofarmacología está allanando nuevos caminos en el panorama farmacológico, viendo el desarrollo de nuevos fármacos y poniendo a disposición tratamientos que de otro modo no serían posibles. La farmacología convencional tiene muchas limitaciones inherentes, entre las más comunes están la distribución lenta e imprecisa del fármaco y que a menudo es difícil ajustar las dosis de forma adecuada para cada individuo. Estos factores restringen considerablemente la actividad terapéutica de cualquier solución farmacológica moderna. La fotofarmacología, por su parte, es una disciplina relativamente nueva en medicina que espera hacer frente a estos factores limitantes de los tratamientos tradicionales.
Estas nuevas formas de fármacos que se están desarrollando son fotoactivas por naturaleza, lo que significa que reaccionan directamente a la luz y pueden activarse o desactivarse mediante señales luminosas. Este nuevo enfoque terapéutico permite que los medicamentos puedan administrarse con una precisión espacial y temporal mejor que nunca, y ofrece una nueva vía para dirigirse a áreas difíciles de tratar, como los receptores de adenosina de gran alcance en el Parkinson.
El MRS7145 es uno de estos fármacos activados por la luz para el Parkinson que se está desarrollando en la actualidad. Es un derivado de un antagonista del receptor de adenosina A2a llamado SCH442416. El compuesto farmacológico está inactivo hasta que se activa con luz de una longitud de onda determinada. En la experimentación del equipo, se implantaron una serie de fibras ópticas en los cuerpos estriados, la zona del cerebro responsable en gran medida de la actividad motora, de ratones y se utilizaron para proporcionar irradiación para activar los fármacos. El equipo observó que, al ser activado por la luz, el MRS7145 bloqueaba con éxito la proteína receptora de la adenosina A2a y, como resultado, los ratones mostraban mejoras en la hiperlocución, con una reducción significativa de los temblores y la rigidez.
Según el Dr. Ciruela, «una vez irradiado el cuerpo estriado con luz violeta, el fármaco activo se libera y bloquea el receptor de adenosina A2A. El bloqueo de los receptores de adenosina tiene un efecto administrador sobre la actividad de la dopamina (acción pro-dopaminérgica)». Y añade: «Una fina precisión espacio-temporal permitirá manipular en detalle los circuitos neuronales y ajustar su funcionamiento con fines terapéuticos y neuroprotectores.»
Aunque esta forma de terapia pueda sonar invasiva en un principio, ya existen tratamientos para el Parkinson que utilizan implantes para manipular el cerebro, como es el caso de la estimulación cerebral profunda, que utiliza cables eléctricos implantados para bloquear las señales nerviosas anormales que causan los síntomas de la enfermedad de Parkinson. En el tratamiento de ciertos tipos de cáncer, se están utilizando fármacos fotoactivos para administrar quimioterapia dirigida.
Aunque su investigación aún está en sus inicios, el equipo prevé un futuro en el que terapias como éstas sean ampliamente accesibles y fáciles de usar, lo que fomentará mejores pronósticos y mejorará los tratamientos tanto para los pacientes como para los profesionales sanitarios. «Con un sistema de liberación lenta del fármaco fotoactivo, como un parche acoplado a un sistema de radiación controlado a distancia por una App de teléfono, el médico podría controlar de forma precisa la liberación de la dosis más eficaz del fármaco activo en el lugar de acción (cuerpo estriado)», afirma el Dr. Ciruela.