Cuando se trata de horarios de sueño, la gente suele hacer concesiones para terminar antes con todo lo que tiene en su lista de tareas pendientes. Sin embargo, puede ser una decisión equivocada. Un nuevo estudio de la Universidad de Michigan muestra que cuando los ciclos de sueño de las personas no están sincronizados con sus relojes internos, o ritmos circadianos, pueden tener un efecto drástico en el estado de ánimo. A la inversa, sin embargo, dormir cuando el cuerpo lo espera puede mejorar enormemente el estado emocional y aliviar los síntomas asociados a los trastornos del estado de ánimo, según el autor principal Daniel Forger, profesor del Departamento de Matemáticas y director del Centro de Matemáticas Aplicadas e Interdisciplinarias de Michigan. Los resultados de la investigación se publicaron en la revista npj Digital Medicine.
Información cuantitativa sobre los ritmos circadianos y los ciclos de sueño de las personas
Hace tiempo que se sabe que el sueño afecta al estado de ánimo, pero sobre todo de una forma conceptual, casi desenfadada. Por ejemplo, a menudo utilizamos palabras como «de mal humor» o «nervioso» cuando hablamos de esta conexión. Sin embargo, estudios anteriores han encontrado repetidamente vínculos entre el sueño -su duración, calidad e interrupción- y graves problemas de salud mental, incluido el riesgo de suicidio. «El sueño es importante para nosotros, pero quizá no en la medida en que lo es la depresión«, afirma Forger. Sin embargo, hay una enorme cantidad de investigaciones que demuestran que el estado de ánimo afecta al ritmo circadiano y al sueño, y que el ritmo circadiano y el sueño afectan al estado de ánimo. Sin embargo, estas investigaciones se han realizado casi exclusivamente en entornos controlados. Así que Forger y su equipo se propusieron encontrar estos efectos -y formas de utilizarlos para mejorar el estado de ánimo- en el mundo real.
Este proyecto fue posible en parte gracias al Intern Health Study, un proyecto financiado por los Institutos Nacionales de Salud de la Universidad de Michigan que trabaja con cientos de residentes de medicina de primer año. Como parte del estudio, los residentes rellenan rutinariamente encuestas sobre su estado de ánimo mientras llevan rastreadores de fitness -Fitbits, para ser concretos- que monitorizan su ritmo cardíaco, su actividad y sus hábitos de sueño. Este estudio también contó con el apoyo de la National Science Foundation. Forger y su equipo desarrollaron algoritmos para evaluar los datos de Fitbit y obtener información cuantitativa sobre los ritmos circadianos de las personas, sus ciclos de sueño y cómo se alineaban. Al vincular estos datos con las encuestas diarias sobre el estado de ánimo del Intern Health Study y utilizar cuestionarios trimestrales para detectar la depresión, el equipo pudo establecer correlaciones entre estas coincidencias y las métricas reales de salud mental. La información del cuestionario -el Cuestionario de Salud del Paciente (PHQ-9) de nueve ítems, muy utilizado en investigación y clínica- arrojó una cifra especialmente llamativa cuando se trataba de personas con ritmos desincronizados.
La desalineación entre el reloj circadiano central y el sueño mostró la asociación negativa más fuerte con el estado de ánimo y los síntomas depresivos
El equipo fue capaz de extraer características significativas o biomarcadores de tres patrones clave diferentes. Por un lado, el reloj circadiano central, que mide el tiempo en los núcleos supraquiasmáticos del cerebro. También coordina los relojes circadianos periféricos de otras partes del cuerpo. En su estudio, el equipo analizó el reloj periférico del corazón. En una persona normal, el reloj periférico del corazón sabe que debe estar más activo a las 2 de la tarde que a las 2 de la mañana, explica Forger. El último patrón que el equipo pudo medir fueron los ciclos de sueño de los médicos residentes. El equipo descubrió que un ciclo de sueño que no está sincronizado con el reloj circadiano periférico -es decir, la hora del día que el corazón cree que es- suele tener un efecto negativo en el estado de ánimo. Sin embargo, cuando el ritmo circadiano central de una persona estaba desajustado en relación con su ciclo de sueño, se observó un efecto negativo cuando la persona realizaba un trabajo por turnos. Es decir, el desajuste entre su sueño y su reloj interno central estaba causado por su ocupación.
Y cuando esta discrepancia afectaba al estado de ánimo, su efecto era más pronunciado que en el caso de la discrepancia periférica. «En particular, la desalineación entre el reloj circadiano central y el sueño mostró la asociación negativa más fuerte con el estado de ánimo y los síntomas depresivos, incluyendo alteraciones del sueño, problemas de apetito e incluso pensamientos suicidas», dijo Dae Wook Kim, otro de los autores principales del estudio. Kim ayudó a realizar el estudio como postdoctorando en la UM y ahora es profesor adjunto en el Instituto Avanzado de Ciencia y Tecnología de Corea. Estos resultados cuestionan las suposiciones anteriores sobre los efectos uniformes de la alteración circadiana en los distintos relojes fisiológicos.
El cuestionamiento de estos supuestos plantea nuevas preguntas sobre cómo y cuándo se manifiestan estas alteraciones en otras poblaciones, como los estudiantes de secundaria, los adultos mayores y las personas diagnosticadas con trastornos mentales. El equipo ya está empezando a aplicar su metodología de estudio a algunos de estos grupos. Los investigadores afirman que no es sorprendente que el contexto sea importante. Al fin y al cabo, los estudiantes se preparan para los exámenes y los veraneantes viajan por medio mundo sin que los turnos de noche o el desfase horario afecten significativamente a su estado de ánimo. Sin embargo, el estudio demuestra que podemos entender cuándo nos afectan estos trastornos y cuándo puede ayudarnos un poco de descanso utilizando la tecnología a nuestro alcance. O, más concretamente, en nuestras muñecas. Por eso, según Forger, esto es escalable y la tecnología podría ayudar a innumerables personas.